Tenía dos opciones: la primera era que la chica utilizada le plantara cara al bad boy del lugar y la segunda era huir como una cobarde e intentar salvar su vida para contarle a sus futuros hijos que no debían ser como su madre.Y por primera vez lo hice, me quedé donde estaba.
Tal vez quería demostrarme a mi misma que sí podía ser valiente, que no huiría como mi madre. Que un hombre estúpido no podía acabar con una mujer fuerte aunque insegura.
Después de una charla motivadora con mi conciencia me autoconvencí de que no era para tanto y que podía usar a Klaus para saber más sobre Carlos. Que tenía a tres chicas raras pero valientes que creían en mí y un padre a kilómetros de distancia enfadado por romperle su guitarra.
Después de unos minutos intentando no huir del lugar porque había una araña que parecía una tarántula, escuché como unos pasos acelerados venían hacia mí y por lo seguros que parecían deducí que era Klaus.
De repente alguien me quitó bruscamente el oso gigante que me hacía de escondite. Un Klaus no muy convencido me miró a los ojos mientras se agachaba para ponerse a mi altura:
-Tenemos un problemita- susurró mientras me agarraba del brazo y me ponía de pie.
-¿Problemita?- dije intentando disimular.
-Problemón- espetó mientras me arrastraba por los pasillos dejando el libro con el peluche.
Me condujo hacia uno de los pasillos más oscuros, al final de toda la sala.
En las estanterías había muñecos de porcelana con una sonrisa enorme y los mofletes sonrojados.
Algunos de ellos ni tenían extremidades.
Klaus me señaló la entrada del pasillo con la cabeza, incitándome a que entrase.
-Yo por allí no paso.- susurré mirando como una especie de Chuky abrazada a otro muñeco.
-Está bien- cuchicheó soltándome del brazo -Voy solo- añadió mientras se esfumaba por el pasillo.
Decidí que lo mejor era volver a mi lugar, o salir de allí. No huir, no confundamos las cosas. Simplemente terminar con todo esto de la manera más lógica de todas. Correr.
Pero no sabía hacia donde ir.
- Tú que opinas muñeco diabólico ¿crees que saldré de esta, o moriré por estúpida?- pregunté haciéndome la curiosa a uno de los juguetes.
Lentamente me acerqué y puse la oreja en la boca mal pintada del muñeco.
-Aha... entiendo... ¿ridícula? ¿Yo? ¿Que voy a morir...? Hmm sí la verdad - dije mientras asentía con la cabeza.
Inesperadamente apareció Klaus de la nada con cara de confusión mientras se ponía delante del muñeco y le cogía de la mano.
-Caballero- dijo besándole la mano llena de polvo - váyase a tomar por culo - agregó mientras le giraba la cabeza hasta quitársela del todo.
Al instante se giró con una sonrisa burlona y con un dedo me hizo una señal para que me acercara más a él.
No le hice caso y me quedé en mi lugar.
- Intenta ligar conmigo - ordenó seriamente.
Yo no sabía como reaccionar. Aunque sabía que me estaba tomando el pelo lo miré mucho más confundida ya que su mirada era fija y fría.
Aproveché para sacar mis dotes seductores y decir la frase mágica que el sabio Horacio me enseñó:
-Me gustas ¿Te gusto?- pregunté con una mano en la cabeza y la otra en la cintura mientras subía y bajaba las piernas con una sonrísa enorme.
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𝖢𝗈𝗇 𝗅𝖺 𝗋𝖾𝗀𝗅𝖺 𝗇𝗈 𝗌𝖾 𝗃𝗎𝖾𝗀𝖺.
HumorPor problemas económicos, Riley es internada en una granja, donde le prohíben ser otaku, correr por las paredes o hablar en código morse. Poco a poco se da cuenta que ese lugar no era normal, que escondía un secreto. Junto a Obiana, la chica que pu...