Capítulo 9
Solo faltan dos días para las preliminares y Aknam ya estaba ansioso, no lo demostraría pero si o si necesitaba un duelo verdaderamente bueno ya. No podía esperar dos largos días.
Allí estaba, con el cabello lacio atado en una cola como siempre y con una campera de cuero tapando la musculosa blanca que traía puesta y unos jeans gastados con botas de tipo militar. Caminando por las calles de la ciudad buscando a su oponente.
Por otra parte Atem ya empezó su jornada oficial como maestro de duel monster, y era desesperante:
—¡Por favor presta atención! ¿Si hablas veinte idiomas, eres un genio de la informática y la robótica, cómo es posible que no puedas recordar para que sirve "Controlador de Enemigos"? ¡Es una carta del deck de tu padre! —dijo el faraón un poco cansado de la poca voluntad que su joven discípulo ponía para aprender.
—¡No me grites! ¡Si quisiera que me maltraten estaría aprendiendo con mi viejo! ¿No te parece? —se quejo el chico muy molesto.
El egipcio hizo silencio y solo lo observó, la expresión prepotente y llena de altivez en el jovencito, como si nada le afectara realmente, a pesar de haberse enojado. Era como si el enojo se le fuera enseguida, pero era explosivo y espontáneo, demasiado espontáneo. Hacía un berrinche y al instante actuaba con el chico más maduro del planeta, fingiendo una falsa seguridad en si mismo y tapando sus momentos de debilidad con comedia y sarcasmo.
—Eres un rebelde sin causa. Si no quieres aprender no te voy a enseñar y puedes irte —dijo sin más juntando las cartas de la mesa.
—¡No! —el castaño se puso de pie enseguida con mirada decidida. —Yo solo... —cambio la expresión de preocupación por una sonrisa divertida—. Tengo que admitir que me cuesta amar el duelo de montruos. No porque no me guste... es que a él le gusta, y no quiero que me ame por ser un buen duelista... quiero que me ame aunque yo sea un completo tonto.
Esa pequeña declaración hizo destrozos en el corazón paternal del hombre moreno. El chico seguía sonriendo mientras miraba a otro lado. Era muy alto para su edad, nada extraño tomando en cuenta sus genes. Pero a pesar de su apariencia, era un frágil niño desesperado por atención.
El muchacho abrió los ojos muy sorprendido al sentir la fuerza del abrazo que el adulto le dio. Se sentía cálido y sobre todo, se sentía aceptado por alguien. Realmente lo agarró por sorpresa.
—Gracias... ¿no era que abrazos no? —Se rió un poco y se alejó sentándose en su lugar. No quería ponerse muy sentimental, después de todo, los hombres no lloran—. Tiene dos efectos y solo puedes usar uno. Cambiar la posición de batalla de un montruo del oponente, o sacrificar un monstruo en tu lado del campo para obtener el control de uno en el lado del oponente por ese turno. ¿Es correcto verdad? ¡Me saqué un diez!
—¡Te sacaste un diez! Ahora creo que debes pensar que clase de monstruos pondrás en tu deck.
—Hadas por supuesto —dijo feliz.
—¿Hadas? Esperaba que jugaras dragones —dijo Atem confundido por la rara elección.
—Te dire un secreto. A las chicas les gusta, así que cuando este en un duelo me rodeará el público femenino. —Ni bien termino la frase ya se había sonrojado de imaginar la escena.
—¿De donde sacaste tan feas costumbres? —preguntó curioso, porque estaba seguro que de Seto Kaiba no fue.
—Del tío Mokuba, pero no le digas a nadie.
De regreso con Aknamkanon:
—Un oponente a mi nivel... es algo difícil de encontrar, a menos que me tope con un duelista de las grandes ligas justo caminando por aquí hoy —pensó con orgullo en sus habilidades el chico egipcio.
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𝒀𝒖-𝑮𝒊-𝑶𝒉! 𝑵𝑮
FanfictionYa pasaron varios años y los personajes de Yugioh rondan en los 40 años. Una nueva generación de duelistas sueña con tener el título de "Rey del juego" del retirado Yugi Muto. Aknamkanon y su hermana Berenice, los hijos de Atem y Anzu, dejan El Cair...