Capítulo 14

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Capítulo 14

—¡Habla maldito bastardo! ¡¿Qué le hiciste a esa chica?! —el líder del grupo de bosozokus golpeó fuerte al estudiante en la cara, tirándolo al suelo—. ¡Vamos! ¡Confiesa maldita sea!

—¡No se! No me acuerdo... ¡ten piedad!

—¿Piedad? ¡No la tuviste con esa niña! ¿Por qué no despierta? ¿La drogaste? —volvió a golpear al chico.

—Ya le avisamos a Crawford. Viene para acá —menciono otro.

Por otro lado Megumi vio una actitud rara en el egipcio tricolor que había empatado con ella en el parque.

Parecía querer ganar los cinco duelos lo más pronto posible para salir de allí como si de una emergencia se tratara.

La joven miró a los lados notando como los demás estudiantes intentaban no acercarse a ella para no tener un duelo seguramente.

Sonrió complacida de saber que aún causaba miedo en algunos y se acercó a un grupo de cinco estudiantes.

—Tengo una propuesta interesante que no creó quieran dejar pasar —dijo con una sonrisa maliciosa mientras ellos la observaban—. Tengamos un duelo cinco contra uno. Si me derrotan se harán famosos seguramente —dijo lo último de la forma más altanera posible para hacerlos enojar.

—Esa chica se cree mucho. Aunque sea un profesional no podrá contra los cinco —dijo molesto uno de ellos—. Aceptamos y sera tu derrota por subestimamos.

Aknam ganó dos duelos más y ya era libre. Salió del colegio sin saber a dónde ir para encontrar a Mei.

—Espera, te acompaño —escucho el moreno detrás de si dándose la vuelta.

—¿Megumi, ya ganaste cinco duelos? Creí que nadie querría retarte —bromeó miemtras una sonrisa coqueta se dibujaba en su cara. Realmente se sentía afortunado.

—No seas idiota —se quejó frunciendo el ceño, aunque no era muy notorio por el flequillo sobre los ojos. No se dejaría intimidar por el. —Ya derroté a cinco, y dime: ¿Es por la chica que se perdió?

Aknam no estaba seguro de como la castaña sabía eso pero se sentía en confianza con ella.

—No es solo eso, mi hermana la esta buscando con el estupido hijo de Pegasus. Pero los últimos acontecimientos... siento que algo esta pasando y lo que yo se no lo puedo revelar.

—No siempre es prudente decirlo todo —dijo apoyando su mano en el hombro del chico más bajo que ella—, pero si quieres me puedes contar y te ayudo a tomar una decisión.

—Qué raro tu siendo amable —dijo para molestarla mientras caminaban lejos de los ojos y los oídos de gente curiosa.

—No te confundas, no quiero que algo afecte tu rendimiento como duelista hasta que pueda tener mi revancha. En otras palabras estoy cuidando a mi rival —dijo la adolescente un año menor, intentando opacar el leve sonrojo con una mirada seria y fría.

—Tu también me gustas —dijo el egipcio para ver su reacción.

—A mi ya me gusta otro —dijo con una sonrisa triunfante mientras una expresión de molestia se dibujaba en el rostro del tricolor—. Mira para atras —ordenó y el lo hizo encontrándose con la mirada gélida del guardaespaldas de Megumi siguiéndolos de lejos.

—!No me digas! Tu guardaespaldas, ¿en serio? —rió para disimular su desagrado con la mala noticia.

—¿Qué? Todos podemos tener un amor platónico. Ahora te toca contarme tu secreto, eso que no le puedes decir a nadie.

—Parece que no me queda otra opción.

Se sentaron en el banco de una plaza solitaria para poder hablar sobre lo que parecía atormentar al egipcio.

Mamoru el guardaespaldas, solo se mantuvo de pie lejos de los jóvenes para no molestar.

Por otro lado, Maxi y Berenice llegaron a donde les avisaron.

La egipcia corrió al lado de su amiga que estaba inconsciente en el piso.

—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó ella al ver el estado de Mei.

—¡Este desgraciado dice no saber que paso! Pero algunas personas lo vieron con ella —decía uno de los pandilleros, mientras revisaba la mochila del acusado—. ¿Dos discos de duelo y dos deck?

El chico movió la cabeza en negación, como si no supiera que hacía eso en su mochila.

—¡Es el deck de Mei! —dijo Berenice al mirar más de cerca.

—Así que eres un ladrón de cartas. ¿Por eso la desmayaste? ¿Con qué la dormiste? —preguntó Maxi mientras tomaba el deck para darle un vistazo.

—Les juro que no me acuerdo. Lo último fue cuando salí de mi trabajo de medio tiempo, un hombre encapuchado y con mascara me llamó para hablar con el. No recuerdo nada más.

El peli blanco frunció en seño mientras miraba las cartas de la chica dormida.

—Puede que diga la verdad. Es obvio que no se tomaría tantas molestias para robar cartas tan patéticas.

La egipcia miro a Crawford con desagrado por su comentario.

El jefe de la pandilla dio vuelta la mochila tirando todo el contenido; una libreta, frasco de desodorante, envoltorios de comida, una gema roja, una cajilla de cigarros.

—Yo vi eso en algún lado —comentó Berenice tomando la gema. Era muy similar a las que decoraban la tablilla que su tío Yugi escoltó hasta el museo, junto con la momia, ambas cosas robadas mágicamente.

Miro la piedra de color rojo brillante, como si estuviera cargada con fuego adentro. Por pura curiosidad la acercó al pecho de su amiga dormida y luego de un pequeño destello luminoso, la chica abrió los ojos.

—¡Mei!

—¡Bere! —contestó la de ojos verdes al despertar y ver el rostro conocido de su amiga.

Ambas chicas se abrazaron.

Mientras unas sombras oscuras los miraban de lejos.

—Perdimos otra gema. Hay que cambiar de planes.

𝒀𝒖-𝑮𝒊-𝑶𝒉! 𝑵𝑮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora