Estoy harto.

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Ron está furioso. Así son las cosas. Siempre todo es Harry Potter. En primer año, la noticia del Niño que vivió y de su aventura. En segundo Harry Potter y la historia de cómo salvo a La Niña de un basilisco y descubrió el solo la cámara de los secretos. En tercer año, sus propios hermanos habían preferido darle un gran y genial mapa a el gran y genial Harry Potter en lugar de a su hermano. Y ahora, Harry Potter y el torneo de los tres magos. Por alguna razón, el mundo nunca los contaba a él o a Hermione, debería ser "el trío de oro y..." pero no, el único siempre era Harry Potter. Esto era el colmo, el le había dicho a Harry lo importante que le parecía la oportunidades participar en el torneo y sus palabras habían sido "que te escojan a ti, no a mi." Y sorpresa, ahora, Harry Potter era el elegido de Hogwarts y había preferido no contarle sus planes a su mejor amigo o como ahora lo llamaban, su secretario.
Al principio se había sentido mal consigo mismo por pensar así sobre su mejor amigo, se regañó por la envidia y se dijo que debía estar feliz y orgulloso, que debía apoyarlo.
Luego recordó que el moreno nunca había expresado atención a los logros del pelirrojo.
O tal vez, es que nunca has logrado nada. Siempre has sido nada ni nadie, hasta para tu familia y por eso eres ahora el secretario de Harry Potter.
Esa voz en su cabeza lo había estado destrozando por semanas.
Tres semanas.
Llevaba tres semanas dándole vueltas al asunto y llevaba tres semanas distanciándose de sus amigos.
Hermione por otro lado, no gozaba de la atención pero no le desagradaba (a menos que fuera a estudiar). Y pasaba mucho tiempo con Harry. Genial.
Ya no faltaba mucho para que se cumpliera un mes desde la última vez que había hablado en buenos términos con Harry cuando esté lo detuvo en la sala común.
-Ron...- hablo Harry nerviosamente.
-¿Que desea, su majestad?- contestó el pelirrojo, amarga y ácidamente.
-Oye, eso no es Justo. Estás molesto conmigo por cosas que yo no hice y que ni siquiera entiendo.- le reclamo Harry. Sin embargo el ojiazul estaba fuera de si, y su poco orgullo se había juntado.
-Déjalo, Harry.- silbó Ginny. -El pequeño Ron está celoso.-
La sangre del pelirrojo ardió.
-No estoy celoso.- mintió.
-Si lo estás.- replicó Hermione desde su silla.
-Claro que no. ¿Por que debería estarlo?-
-¿por que lo prefieren tus hermanos?- se burló Cormac.
-¿Por que lo prefieren tus amigos?- añadió Ginny.
-¿Por que es popular?- gritó Fred.
-¿Por que mamá lo quiere más que a todos nosotros juntos?- gritó George.
La cara de Ron se estaba coloreando de un rojo más oscuro que el de su cabello.
-¿Estás...celoso?- preguntó Harry incrédulo. No entendía porque, si alguien debía saber que el no disfrutaba de toda esa atención, era Ron.
-¡Que no estoy celoso!- explotó Ron.
Todos se rieron menos el moreno y claro, Ron.
-Ya, tranquilo Ron. Solo bromeábamos.- le dijo Ginny.
-Por su puesto- contestó el pelirrojo mayor. -El que menos disfruta de la atención es Harry, ademas...- una ventana explotó.
Ron temblaba, rojo de ira. Su magia se salía de control. El único que había notado a tiempo el daño que le estaban causando era Harry pero ya era muy tarde.
-No me importa quien disfrute que. No necesito la aprobación de mi familia y si quisiera ser popular, podría y se los voy a demostrar.-
Decidido, se dio la vuelta y salió de la sala común de gryffindor dejando a todos sorprendidos y un tanto heridos.

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