Valor y Deseo

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Ronald Weasley caminaba con la respiración entrecortada. Se dirigía a su sala común pues no sentía ningún deseo de regresar a la fiesta. Repetía la misma escena una y otra vez, recordaba el toque firme y agresivo de Malfoy, recordaba su sabor y recordaba el dolor en su cuello por las mordidas. Sin embargo la culpa podía con el, todo esto era su culpa. Sin importar que hiciera alguien iba a ser lastimado. Él o Harry o Hermione o alguien más, no importaba, siempre había sido así. El problemas apareció cuando decidió que ya no quería ser la víctima. Y ahora... felicidades, Weasley, lastimaste a la única persona en todo Hogwarts que parecía indestructible. Además de la culpa, había algo que molestaba al pobre pelirrojo. ¿Sería está su vida siempre? ¿Era ese su propósito? ¿Ser la victima para que otros no tuvieran que sufrir? Tal vez así era y debía aprender a dejar el egoísmo a un lado.
Sin darse cuenta, ya estaba frente a su sala común. Pero se dio cuenta de que no quería entrar pues adentro no estaba ni lo que quería ni lo que se merecía por semejante estupidez. Así que mejor decidió dar la vuelta y caminar sin rumbo, dejando que sus pies lo llevaran.

¿Cuanto tiempo llevaba así? ¿Una hora? ¿Dos? No importaba, aún no era capaz de pensar en nada que no fuera Draco Malfoy y se negaba a regresar a Gryffindor hasta que volviera a ser el mismo de antes.

Harry Potter tomaba con mucha rapidez el contenido de su vaso mientras Hermione lo observaba con preocupación.
-¿Soy un mal Amigo, Herms?- decía desde su "asiento" a nivel del suelo.
La castaña negó con la cabeza.
-Si lo soy.- replicó el moreno. -No me di cuenta de que Ron se sentía menos conmigo, me volví irrelevante junto a Draco Malfoy y además ahora lo forcé a lastimar a alguien que era importante para el. ¿Por qué? El no merecía esto, ustedes son las únicas personas que están conmigo siempre. Aún recuerdo cuando en primer año, Ron se quedó en navidad para que yo no estuviera solo. Me acepto de inmediato y yo... eche todo a perder.-
Harry volvió a acercar su vaso a la boca cuando Hermione se lo arrebató.
-Creo que has bebido suficiente, Harry. Primero, nada de esto es tu culpa. Segundo, Draco Malfoy jamás querrá a alguien de verdad así que tú no los separaste, tú salvaste a Ron. Y tercero, no echaste nada a perder, es Ron, si hablas con el todo será como antes...-
-Nada será como antes, Hermione. Antes a Ron le iban las chicas y no Malfoy. Ahora siempre que yo haga algo, Ron se preguntará qué habría echo Malfoy. Ahora siempre se preguntará qué habría pasado de haberse quedado con el y no conmigo.-
El moreno guardó silencio por un minuto, luego giró la cabeza para ver a su amiga. Está lo miraba confusa.
-Harry, hablas como si...-
-Pero tú sabías, Hermione.- interrumpió el moreno.
-Como si aún tuvieras esperanza.- concluyó la morena.
La mirada de Harry la interrogó.
-Harry, Ron y tu son mejores amigos. ¿Estás seguro de que quieres sacrificar eso al declararte, teniendo en cuenta de que es probable que te rechace?-
-Yo creo que deberías.- Ambos Gryffindor miraron con asombro a la persona que interrumpía.
Pansy Párkinson se acercaba a paso firme.
-Debes hacerlo. Debes restablecer el lazo entre tú y Weasley para que todo vuelva a la normalidad. De lo contrario tú, Weasley y Draco seguirán encerrados en la misma discusión por siempre. Todo debe volver a su curso natural. El trío de oro contra Draco Malfoy y su séquito.-
Hermione miró a la castaña de forma diferente, jamás imagino que un Slytherin dijera algo así. Harry solo cubrió su cara con las manos.
-¿Y que debería decirle? ¿Debería ser romántico? ¿Escribir una carta o un poema o algo por el estilo?-
-Ustedes son Gryffindors, no se lo digas sin razón. Habla con el, dile que Malfoy no es la mejor opción y trata de hacerlo entender. Que tus sentimientos sean lo que te de paciencia para recordarle quien es y quien eres tú.-
Potter rio amargamente.
-Claro, por que eso es muy Gryffindor-
Pansy lo miro durante un segundo y luego sonrio.
-Bueno, si prefieres admitir ante ti mismo que Draco Malfoy puede mas que tu... no hay nada que hacer.-
La mirada del aludido se ensombreció. Pansy sonrió, victoriosa. Hermione retrocedió con un sentimiento de miedo combinado con curiosidad.
Harry Potter se dirigió a la sala común de Gryffindor y buscó a Ron, pero no estaba ahí. Se dirigió al invernadero, a la biblioteca, a las cocinas, a cualquier lugar que se le ocurrió, pero no lo encontró.
Regreso a la sala común, subió a su dormitorio y tomó el mapa del merodeador.
-Juró solemnemente que mis intenciones no son buenas- el mapa se mostró y cuando estaba a punto de abrirlo, una idea pasó por su mente. ¿Y si Ron no quería ser encontrado y menos por el? ¿Buscarlo en el mapa estaba mal? Pero no había otra opción.
Abrió el mapa y comenzó a buscar el nombre del pelirrojo. Lo localizo en la torre de astronomía. Cerró el mapa, tomó la capa y con decisión, emprendió el viaje.

Ronald Weasley estaba recargado en la barandilla, mirando las estrellas. Después de horas caminando, sus piernas se negaron a proseguir. Se encontraba cerca de la Torre y decidió dejar que algunos recuerdos curaran su pena.
Miraba las estrellas y se perdía en su belleza, ese brillo tan frío y distante que le reconfortaba pues lo encontraba familiar.
-No esperaba encontrarte aquí.- El pelirrojo pegó un brinco.
Sin atreverse a girar y encarar al recién llegado, Ron contestó aún de espaldas. -Y yo no esperaba que vinieras esta noche.-
-Estaba buscándote.-
-¿Ah si?-
-Mira, yo no debí haberte presionado. Lo siento.-
Tras esta frase, el pelirrojo consigue el valor para darse la vuelta.
Draco Malfoy lo observa desde las escaleras. Aún conserva su traje de gala.
-¿Enserio?-
El rubio suspiro y se acercó al pelirrojo.
-Weasley, yo no acostumbro disculparme por qué por lo general no soy impulsivo así que no siento culpa. Pero desde aquel día que te acercaste a mi todo ha cambiado, hoy fue la prueba contundente de eso. Después de lo que hice regrese a mi sala común y la culpa empezó a carcomerme.
Sin importar cuánto tratara de convencerme de que estaba en mi derecho, la culpa y la presión no cedían. Y por eso, aquí estoy.-
-¿Y para que? Había sido un gran plan, Malfoy. Después de eso no volveríamos a hablarnos y todo volvería a ser como antes, es lo que quieres ¿no?-
-No. Es lo que creí correcto. Es la opción más fácil por que es lo único que sabemos hacer: odiarnos.-
Ron no supo que decir. Malfoy tenía razón pero la expresión de Harry en el comedor y en baile lo atormentaban.
-Bien. Yo ya dije la verdad, Weasley. Ahora quiero escuchar la tuya. ¿Que pasó en el baile?-
El pelirrojo tragó en seco.
-Yo...-
La mirada del rubio lo aplastaba, el recuerdo de su mejor amigo lo retenía.
De pronto recordó su casa y lo que representaba: el valor.
-Tú dijiste que yo empezaba a creerme un verdadero Slytherin, y tenías razón. Comencé a olvidarme de el por qué de mi casa. Por lo general ser fuerte y valiente significa no quejarse ni decir lo que en verdad piensas o sientes, y eso ocasionó todo. Así que ahora seré valiente, de verdad valiente y te confesare que estoy enamorado. De ti, de lo que representas, de lo que aprendí.-
El rubio se quedó sin palabras, trataba de procesar lo que acababa de escuchar. Weasley no podía estar hablando en serio, todo había sido por la poción ¿verdad? El tampoco sentía nada más allá de la amistad, su cariño estaba con Potter ¿no? ¿NO?
Tras un minuto de silencio, Ron entró en pánico.
Soltó una risa nerviosa y casi histérica. -Lo siento, yo me deje llevar por el momento. Mmm lamento haberte molestado, ya me voy.- dijo. Casi corriendo emprendió el paso a las escaleras. Estaba apunto de llegar cuando una mano sujeto su muñeca y lo hizo darse vuelta.
Draco Malfoy lo miraba con seriedad.
-¿Entiendes que esto puede significar el fin para ambos?-
El pelirrojo abrió la boca para responder pero el rubio lo interrumpió.
-No, no quiero que digas nada. No eres el único que estaba olvidando a qué casa pertenecía. Soy el príncipe de Slytherin y siempre consigo lo que quiero, ahora lo que quiero eres tú.-
Dicho esto, sin soltar al pelirrojo, se acercó a él sin dejar de mirarlo.
El oji azul comenzó a temblar pues parecía que el rubio no tenía intenciones de detenerse, sin embargo, cuando un centímetro los separaba, se detuvo.
-La última vez hice algo que no debía. Si vamos a continuar con esto quiero que tú lo decidas.-
El pelirrojo se acercó pero el ojigris retrocedió.
-Y tendrás que prometerme que esta vez no vas a dejarme.-
Ron tomó el mentón del rubio y terminó con el centímetro que los separaba. La boca de Draco Malfoy era adictiva; agridulce y corrosiva. Venenosa como sus ojos de letal mercurio.
La boca de Ronald Weasley era suave y dulce, con un toque amargo que sabía a envidia. Pero también sabia a confianza, a lealtad, a paciencia y a cariño.
Ambos encontraban en el otro lo que no tenían antes. Las manos de los dos chicos se recorrieron enteros. Disfrutaron de la sensación de peligro, de reto y de lo prohibido.
Ninguno imaginaba que unos bellos ojos verdes los observaban, desde la seguridad de una capa y bajo el sentimiento de derrota.

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