Capítulo 7

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Capítulo 7:

- Perdón, interrumpo?

Un golpe en la puerta y la cabeza de Armando Mendoza asomándose la saco de su ensueño, había sido una mañana muy poco productiva, como hace mucho que no la tenía.

Se quedó pasmada al verlo, esta mañana se había levantado después de dormir unas pocas horas, le dolía la cabeza y los ojos los tenía hinchados.

Había buscado ilusionada su teléfono solo para ver que seguía tal cual como estaba antes de arrojarlo.

Llegó a su oficina con un humor de perros sin apenas dirigirle la palabra a nadie.

Y llevaba desde entonces mirando sin ver su portátil.

- Armando… hola!

Él sonrió como aliviado y entro cerrando suavemente la puerta. Betty se levantó y se quedó detrás de la mesa sin saber que hacer…

- La interrumpo doctora?

Parecía divertido y alegre y Betty instantáneamente se curo de su mal humor con el remedio de su sonrisa.

- Tú nunca, es solo que te no te esperaba, me has sorprendido, te he esta llamando y…

Ella se quedó en silencio y distinguió en sus ojos restos de la mirada que le había dado la noche anterior. Pero no dejó de sonreírle.

- Si, claro, está mañana las he visto, anoche apague el teléfono, realmente no pensé que me fuera a llamar… y esta mañana era muy temprano cuando salí al trabajo y no quería interrumpirle el descanso.

- Podrías haberme escrito. – le reprochó.

- Si, pero no sabía cómo eran mis planes así que pensé en mejor avisarla una vez que tuviera todo resuelto, lo siento no pensé que estuviera esperando mi llamada, ni nada…

Betty quiso gritar "no pensaste? Maldita sea me estaba muriendo por una palabra tuya". Claro que no dijo nada y se sintió aliviada de verlo ahí parado.

Armando la miraba interrogante y se balanceaba en su sitio, parecía estar sostenido por una fuerza invisible que no lo dejaba avanzar.

Betty lo vio tan pulcramente vestido, la camisa blanca almidonada, su traje azul marino de corte italiano haciéndole lucir esbelto y la corbata fina y completamente plateada. Desde su sitio le llegaba el exquisito aroma de su perfume que le hacía que los dedos de los pies se le contrajeran.

Recordó el último mensaje que él le dejó, donde le decía que quería abrazarla, claro si ella se lo permitía. Lo había leído y releído hasta el cansancio.

No pudo evitarlo y camino hacia él y sin permiso le rodeo el cuello con sus brazos y lo abrazo firmemente hundiendo su nariz en la suave carne de su cuello.

Armando le devolvió el abrazo y susurro profundamente.

- Hola Betty, la extrañe

- Y yo a ti.

Ana los había interrumpido por el comunicador. El señor Vidal la llamaba para la cita que tenían programada. Betty le pidió a Armando que se sentará y antes de tomar la llamada le pidió a Ana que le trajera dos cafés.

Un tiempo después. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora