En el que se encuentran.

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Cinco años se decían rápido. Cinco años podían transformar cualquier cosa, a una persona por ejemplo.

Beatriz silbo contenta mientras se miraba en el espejo, la radio en la sala sonando con una estación de clásicos de los 80.
David Bowie y su starman colándose por los huecos del departamento y saliendo por la ventana del balcón.

"Dios tengo tanto calor que podría ir a la nevera y dormir una siesta entre la cerveza y ese maldito y endemoniado cheescake"

Una nueva tira puesta, fijada y puff... Otro tirón. El dolor de aquellos primeros días de depilación había disminuido, claro que seguía sin ser agradable, pero ese vestidito negro se merecía deslizarse por una piel sin barreras.

"Bueno esto ya casi está, será que realmente puedo dormir un rato? ... Las 5 de la tarde, va a ser que no Betty"

Un vecino asomado al balcón gritaba a su hijo que iba por la calle, el chico fingía ignorarlo y el hombre alzaba más la voz mientras veía a su vástago alejarse.

- Quieres cerrar la maldita boca, maldito gordo?!!!
- A quién diablos crees que le hablas estúpido esqueleto, ven a decírmelo a la cara si te atreves...

Allí estaba Rafa, el vecino ecuatoriano del 5. Trabajaba de noche y dormía de día, no pasaba una semana sin que mandara a callar a alguien.

Betty dio el último tirón y la banda de cera salió limpiamente, refresco la piel y después de limpiar decidió que iba a acabar con el pastel de queso, y ya que estaba aniquilando enemigos también acabaría con la cerveza que tenía.

"Bueno Betty sabías cuando lo compraste que esto pasaría, no hagas un escándalo y solo comételo y disfrútalo y que sea lo que Dios quiera"

Apago la radio y encendió la tele, History Chanel y una buena historia de alienígenas ancestrales la esperaba.

"Veamos que más construyeron, estoy seguro que esa verruga que Don Abelardo tiene en la nariz no es de este mundo, si eso es obra de estos intrépidos extraterrestres..."

Unas horas después ya cambiada, maquillada  perfumada y perfectamente peinada salía a la avenida principal a tomar un taxi.

" Estaría loca si sacará el auto del garaje, además tengo ganas de una buena copa de vino tinto. "

Hace 5 años atrás se había emborrachado en contadas ocasiones, y realmente no había disfrutado... No es que ahora fuera una bebedora, o si, pero no de ese modo, controlaba perfectamente sus puntos, sabía hasta donde era capaz de llegar y cuando tenía que parar, y si se pasaba siempre estaba Sarita.

Unos 45 minutos después estaba arribando al salón donde se celebraba la reunión, busco discretamente un baño (la cerveza) , y una barra... realmente hacia calor.

-Betty aquí!

Sarita agitaba la mano, mientras con la otra sostenía una absurda boquilla que podía medir unos 20 centímetros con un cigarro fino y apestoso en la punta, ella decía que en París todos lo llevaban, lo había visto en un programa de Cosmopolitan y según ella era "cool"
Betty había asentido neutralmente y pensó que los franceses debían ser personas muy bromistas para hacerle creer eso a alguien.

Al lado de Sarita estaba Maquiavelo. Betty lo observo y pensó que hoy era una de esas noches, Maquiavelo tenía puesto lo que el llamaba su "traje de funerales". El traje que se ponía cada vez que alguna novia rompía con él.

"Este maldito llorón nos arruinara la fiesta!"

Sarita la miró brevemente y supo que las dos estaban de acuerdo.
No es que no lo quisieran, pero estaban a día 20 y el ya había usado el traje 3 veces.

- Betty Dios mío estas que explotas! Ven bebe esto a ver si se te quitan esas ridículas manchas rojas de la cara, a que no sabes quien me peino? Siiii fue Gérard! Te lo puedes creer? Te dije que haría que me atendiera, bueno esta noche ira tranquila, dicen que este hotel está embrujado, Dios tenemos que ir a investigar en la medianoche, quizás veamos un fantasma, aunque me dan mucho miedo y no se, quizás deberíamos quedarnos aquí, bueno bueno escucha esto, la procesión viene de tu país de origen! Siii Betty este grupo es de Colombia, pero también hay venezolanos y creo que un argentino o uruguayo, por mi vida que no podría distinguirlos, esa gente habla toda igual. Betty, Betty me estas escuchando? Beatriiiiiz!

- Por Dios quieres hacer el favor de cerrar el pico?!!!

- Bueno solo estás de mal humor porque Chichi o Chachi te dejo!

- se llamaba Jennifer y ella no me dejó... Me pidió un tiempo.

- por Dios Maquiavelo madura de una vez!

Betty intervino en la pelea antes de que fuera a más, sabía de lo que eran capaces estos dos y no quería que esto terminará con un cigarro apagado en una mano y una copa de vino volcada en una cabeza.

- Chicos chicos! Hey calma, este no es momento ni lugar, por favor, el señor Vázquez debe estar por llegar y no podemos estar envueltos en una pelea de lucha libre.

Sarita se calmo ante la mención del nombre de su jefe y continuo dando caladas a la ridícula boquilla que cada vez parecía ser más larga. Maquiavelo dio un sorbo a su coctel y se apoyo contra la pared. La situación fue controlada.

Beatriz trabajaba para un banco internacional, su trabajo le había cumplido uno de sus sueños, viajar. Había estado en Italia, Portugal, Argentina, Los Ángeles, Londres, Japón y su último destino Málaga en España.

Claro que no había sido fácil, pero ella lo sabía cuando acepto y estaba decidida a sacar adelante este sueño.

4 años y 6 meses atrás había salido de Bogotá dejando una empresa saneada, un grupo de amigas acongojadas, un mejor amigo de presidente, una madre triste pero feliz y un padre que hasta el último momento quiso impedir que se fuera.

- Usted es una señorita decente Betty, yo la crié para que siempre estuviera con su familia, que es eso de que se va? No y no, yo no le doy permiso y es mi última palabra.

- Lo siento papá, pero yo no estoy pidiendo su permiso, si acaso usted me quiere dar su apoyo pero si tampoco quiere pues igual me iré.

Aquella noche la de "la despedida" como ella la llamaba había llegado a su casa, su cara mostraba cansancio, pero ella estaba feliz, sentía que esta vez sí había vuelto a nacer, y no iba a desaprovechar la oportunidad y volver a ser la misma. No esta era una nueva Betty, y esta Betty haría lo que quisiera pensando en ella primero, tenía que aprender a amarse y respetarse.

Su madre la acorralo y le preguntó que pasó, Betty dedujo que fue su madre quien le dijo al doctor donde encontrarla. Como es que está mujer paso del más infinito odio a darle la ubicación de su hija al hombre que juro odiar por siempre?... Ya no importaba, el doctor era capaz de convencer a cualquier mujer. Betty no pudo enfadarse con su mamá, él era irresistible y no había más que hacer.

Pero Betty no quería hablar de eso, ella no quería decirle a nadie los últimos momentos con don Armando, de alguna manera eso era suyo y solo suyo, todo el mundo, su mamá, Nicolás, Ecomoda entera sabía lo que había pasado entre ella y el doctor y no quedaba nada para ella...

"No, esto es mío y solo mío, ese doctor parado frente a mi y diciéndome esas cosas son solo para mi y no puedo compartirlo con nadie más"

Entonces Betty le hablo de lo que sucedió dentro y concluyó con un "- no hay rencores mamá, Don Armando se va de Ecomoda y yo terminaré mi trabajo, no hay malos sentimientos, pero las cosas son así y es todo lo que diré, por favor no me cuestiones más, estoy cansada y quiero mi cama... Por cierto mamá, descansa y prepárate porque mañana va a ser un día difícil"

El día siguiente Betty les dijo a sus padres que en unos meses se iría a Cartagena y trabajaría para Michel. Su padre puso el grito en el cielo, pero no había nada que hacer, se iba. Ella no estaba pidiendo permiso.

Con Michel estuvo trabajando 1 año completo, hasta que la rutina la aburrió y se dio cuenta que quería más.
Tuvo un romance con el francés, estuvieron saliendo casi 8 meses, Y Beatriz disfruto mucho, pero no tanto como para que eso la detuviera de firmar con IBOA e irse a conocer mundo. Se sintió mal por Michel, él le dijo que la amaba y que quería casarse con ella, Betty se asustó y pensó en otro hombre, el que ella seguía amando... No, no era por él, era por ella que no siguió con Michel. Si en 8 meses no había logrado un sentimiento más lejano que la gratitud y un cariño inmenso, que le hacía creer que lo lograría en los próximos 8 años de matrimonio?

Y la verdad que ella amaba a Michel, pero amar a alguien no significa estar enamorado. Y ella nunca estuvo enamorada de ninguno de los siguientes hombres que pasaron por su  vida.

Allí estaba Pablo, un hombre impresionante y gracioso, que tenía una carrera en leyes y hablaba italiano como un nativo, le gustaba el fútbol y la música latina y hacia el amor como un loco.
Y también estuvo Esteban y luego Jeff, los amigos ocasionales y ese tipo pesado de aquella noche que era su pequeño secreto.

Y casi a todos ellos los quería, pero era lo suficientemente sincera y libre para reconocer que no era amor y darse permiso para continuar.

Betty era feliz, como nunca lo fue. Tenía a sus amigos y compañeros, tenía juventud belleza y mucha inteligencia. Sabía que era capaz de valerse por sí misma, sin un padre, sin un hombre que la guiara... Sólo ella y el mundo. Y no necesitaba más.

Pensó en Ecomoda y en Colombia, seguía queriendo a toda la gente que dejó allí... Ni un solo día de su vida había dejado de darles un pensamiento y un " Que Dios los proteja" a todos ellos, y cuando decía a todos también decía Él.

Si, Armando Mendoza... Hace mucho que no pensaba en él como Don o Doctor... "Ahora estamos en el mismo escalón", solía pensar.
Cuando Betty pensaba en Armando lo hacia con una sonrisa, siendo justos esta vida no existiría si no fuera por él.

Si era cierto que sufrió y que no se lo merecía. Pero fue como la depilación, tuvo que sufrir para convertir a la vieja Betty, esa niña tímida e ingenua que no podía pararse por si misma, en esta mujer que estaba llena de vida y seguridad en si misma.
Si, si no fuera por Armando Mendoza nada de esto hubiera pasado. Así que hacia mucho tiempo que lo había perdonado, realmente perdonado, y ya no quedaba en ella vestigio de rencor y dolor hacia él.

Y aún lo amaba...por supuesto que lo hacía, recordaba esa sonrisa pícara y esos ojos tan cautivadores, su voz hermosa y calmante... Pero también recordaba su sentido del humor y la fuerza que tenía, las ganas de seguir y su buen corazón, él no era un mal hombre, allí estaba la prueba de que se preocupaba por Ecomoda y por sus trabajadores, aunque se mostrara duro él siempre intento proteger a todos ellos.
Y Betty le creyó, cuando le dijo que lo sentía, fue sincero.
Hacia tiempo una noche que no podía dormir reflexionó sobre él en profundidad, se dio cuenta que el doctor carecía de algo básico en la vida de cualquiera. Un apoyo, un verdadero amigo, una caja de resonancia, alguien que le dijera la verdad y le mostrará cuando se estaba equivocando.

Tenía un padre que condicionaba su amor según sus logros, una madre que prefería el estatus social que los sentimientos de su hijo, y ellos dos juntos lo delegaban por debajo de la que fue su prometida, Betty se preguntó como habrá sido de niño Armando, como habrá crecido en una casa con unos padres tan distantes teniendo que ver como el amor que le correspondía, que cualquier niño espera de sus padres se perdía en otros niños que para colmo ni siquiera eran sus hermanos.

Luego estaba Calderón, quien era un mal amigo, un hombre que disfrutaba del cinismo y era cruel. Siempre vivía provocándolo y seguramente nada podía ser tomado en serio por él.

Marcela Valencia era otro asunto, lo machacaba y lo controlaba, lo perseguía y lo asfixiaba. Era cierto que Armando la convirtió en una mujer celosa, pero Betty no podía pensar como es que ella aguantaba un novio cuyas infidelidades eran de conocimiento público. Al final había perdido el derecho a quejarse. En opinión de Betty Marcela Valencia estaba en esa relación con los ojos abiertos.

No, el doctor no tenía alguien como ella tuvo a Nicolás...
Esa noche se dio cuenta que estaba justificándolo y hasta defendiéndolo, como hacía antes, cuando ella llevaba capul y su deseo más intenso era proteger a Don Armando de todo... Y se sintió bien.

Él le había dicho que donde fuera tenía que saber que había un hombre esforzándose por ser mejor persona gracias a ella y a Betty le gustó la idea de que donde sea que él estuviera había una mujer que lo comprendía y creía en él.

- Betty, chiquilla estas en la parra, venga deja de estar soñando y pongámonos manos a la obra, bueno este grupo de empresarios son muy importantes para hacer negocios, traen una buena cantidad de billetes para invertir, y estamos aquí para ofrecerles nuestros servicios. El señor Vázquez me pidió que no la jodieramos, si estos empresarios quedan contentos no sólo IBOA estaría contento si no que también se extendería al gobierno, una inversión que beneficiaria a muchos.

- Si una inyección de capital muy suculento.

- Exacto, así que tenemos que trabajar para conseguir que se queden con nosotros, bueno como ya os dije yo los conocí, en su mayoría son colombianos así que espero que la carta de la añoranza funcione en ti Betty y puedas entablar buenas relaciones.

- Si lo entiendo, pero no hace falta, realmente tenemos un buen negocio para ofrecerles.

- Bueno de todas maneras nunca viene mal usar todas nuestras cartas. Son gente muy simpática y bueno no voy a callármelo más, hay entre esos hombres algunos a los que no me importaría en absoluto explicarles "muy a fondo" cualquier duda...

- Sara por favor tenemos que ser profesionales.

- Dios Betty es que tu no los has visto, hay uno entre ellos que me dio con una flecha directo al corazón, fue amor a primera vista, estoy deseando volver a verlo.

- Ay por favor, no empecemos...

- Esta bien, no importa, por que cuando me case con ese hombre y tenga todos sus hijos me envidiaras y sabrás que hablaba en serio... Mira ahí vienen, miralo Betty y dime que ese hombre no haría unos bebes hermosos, por no hablar del placer que sería hacerlos con él... Es ese el del traje negro carbón.

Beatriz se dio la vuelta y localizo con la mirada al nuevo amor de Sarita, porque si Sara decía que le gustaba, ese hombre debía prepararse, a Sara nunca se le escapaba uno.

Betty se quedó hipnotizada por el sujeto, ese andar tan masculino y decidido, su presencia llenaba la habitación y quitaba más de un aliento. Era un cuerpo magnético llevándose con el cualquier estrella y a cualquiera que lo mirara, robaba miradas, robaba corazones... Betty lo perdió por completo sin duda.

- Tienes razón Sara, ese hombre es para casarse.

Allí a unos cuantos metros, con un traje negro carbón, perfectamente arreglado y con el mundo a sus pies estaba un hombre que Betty podía amar.

Allí estaba Armando Mendoza.

Un tiempo después. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora