Capítulo 8

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Beatriz no entendía nada, las palabras de Armando no atravesaban la barrera que sentía crecer a su alrededor, de pronto sintió que el aire se espesaba y la empezaba a aplastar, él hablaba y hablaba y ella no escuchaba nada.

Solo sentía dolor y traición, ¡era absurdo!

" es absurdo, nada de esto es lógico,  estuvo por casarse y que tiene eso que ver conmigo? Por que me siento traicionada? Y encima dice que no lo hizo, por mi… no no, tengo que salir de aquí, me ahogo, me ahogo…"

La presión en su cabeza fue insoportable y de repente todos sus sentidos volvieron a ella como en una caída libre y se la llevaron por delante. Se levantó de la silla en la que había caído en shock y llena de una energía nerviosa corrió a su habitación.

"las zapatillas, donde están mis zapatillas…"

Lo único que podía pensar era en salir de ahí, no quería verlo, no quería escucharlo… él estuvo a punto de casarse, quería huir de esas palabras, correr y correr y dejarlas atrás… él se iba a casar.

En verdad no tenía derecho a sentirse así, hace dos años ella no podía recordar que estaba haciendo, tal vez estaba con algún hombre, no recordaba, pero si sabía que no estaba planeando una boda, y si se iba a casar o pensó en hacerlo era porque estaba enamorado, había querido a una mujer lo suficiente como para querer pasar su vida con ella… no lograba entender su reacción, no tenía lógica ni era justo, pero no le importaba, su corazón se sintió herido y ese sentimiento era más fuerte que la lógica.

Armando la había seguido desesperado intentando que ella le hablará, vio como buscaba su calzado.

- Beatriz, no por favor, escúchame, hablemos… por favor que haces, contéstame!

Pero ella no atendía a sus palabras y paso junto a él y se dirigió a la puerta. Él se asustó entendiendo cuál era su objetivo.

- A dónde vas? Betty qué haces, a dónde vas?

Pero ella no contestó e intentó abrir la puerta, Armando la tomo del brazo impidiéndole salir, estaba al borde de un ataque de nervios, los dos estaban con los nervios alterados y ninguno de los dos podía pensar con claridad.

Betty se zafo violentamente de su agarre y le replicó fuera de si:

- NO ME TOQUES! NO VUELVAS A PONER TUS MANOS EN MI!

Armando se quedó pasmado con su reacción y se enfado. Podía sentir como el viejo Armando estaba saliendo a flote, estaba al borde de la furia, un momento antes ella estaba consolándolo y siendo la Betty que tanto amaba, tan dulce y tierna y que lo hacía sentir protegido e invencible. Él se volvía loco por ella, y la quería de todas las formas posibles, como amiga, como mujer, compañera y sobre todo como amante. Él no podía recordar como era la vida antes de ella, como era vivir sin amarla. Ese sentimiento viajaba con él a todos lados y estaba incrustado tan dentro y tan fuerte que para él, amarla, era tan básico como respirar.

Y al siguiente instante ella estaba fuera de sí, queriendo huir de él y sin dejarlo hablar. No podía entender, había querido ser sincero con ella, no dejar ni una sola parte de su alma y de su vida oculta. Quería mostrarle cada rincón de su ser y que ella y solo ella entrara por completo en su vida y tomara el control de todo lo que quisiera. Y quiso empezar por contarle como hace dos años había estado a punto de casarse, pensó que se sentiría curiosa al respecto, que quizás le recriminara una vez más su cobardía y quizás se decepcionara de él, pero a pesar de eso estaba decidido a contarle todos y cada uno de sus secretos.

Un tiempo después. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora