Capítulo 15

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Hola chicas, creo que se me fue la cabeza en este capítulo... No se si es demasiado. De cualquier forma ya queda poco para el final.

Capitulo 15:

- Cariño que viejo estas! – se burló Betty, Armando puso los ojos en blanco y miró el reloj.
- Vaya, es más de lo que esperaba, 15 horas has tardado en mencionar el hecho.
- Dime una cosa, cariño, desde cuando Marcela Valencia es tan agradable?
- Pues en realidad ella y su marido fueron los únicos que me trataron con cordialidad la última vez que estuve aquí.
- Que le habrá pasado?
- Pues según me dijo “mi presencia en su vida era la que la convertía en ese monstruo celoso y controlador”
- Puajajaja!
- Si lo se, resulta que es una mujer encantadora.
- Ay mi pobrecito, pero realmente eres un demonio!
- Si, si, gracias…
- Mi amor… realmente tengo que ir?
- Venga no seas mala, nos ha invitado a los dos, te prometo que la pasaremos bien y además te encantará Cynthia, es una niña estupenda.
- Es que… almorzar con Mario Calderón… amor, líbrame de este castigo.
Armando la tomo de la mano y la arrastró a la puerta.
*** *** ***
Había sido todo una sorpresa, resultó que Mario y su hija eran unos encantos, ni una sola vez Calderón hizo algún chiste de mal gusto, ni sé refirió a ella de otra forma que no sea Betty, los atendió como a dos reyes y la comida que les preparo estaba deliciosa.
Su hija era una niña muy inteligente y muy linda. Armando era su padrino y aunque hace tiempo que no lo veía se acordó de él y se quedó prendada con la atención que este le daba.
En un momento dado le dijo a Armando si cuando ella fuera más grande se podían casar.
Mario se puso rojo, y Armando comentó que sería una buena idea, después de todo siempre había querido ser un viejo verde.
Se habían reído y la habían pasado tan bien que a Betty le costaba asimilar que uno de los ratos más agradables que había tenido en mucho tiempo fuera de la mano del mejor amigo egoísta, cínico y cruel de su novio.
Cuando se estaban despidiendo fijando otra visita antes de que ellos volvieran a Berlín, Mario le ofreció a Betty llevarse de la cremosa tarta de queso que les había preparado. Lo acompaño a la cocina, mientras Armando se quedaba con su ahijada que intentaba que le confirmara si ya eran novios.
Mario le dio el taper y antes de que Betty le pudiera agradecer él le tomó la mano y habló suavemente.
- Beatriz, yo se que no tengo derecho a pedirle nada, pero primero que todo quiero pedirle perdón por lo que le hice hace años. Siempre he querido disculparme y quiero que sepa que ese cretino que era entonces ya desapareció hace tiempo. Y luego quiero pedirle algo, por favor cuide a mi amigo. Armando es una de las personas más importantes de mi vida, y yo… lo amo como a un hermano. Durante años he podido escuchar como sufría desde el otro lado del mundo y me he torturado sabiendo que yo no podría hacer nada para ayudarle. Pero desde que usted apareció, a él le ha vuelto la vida. Por favor Betty le ruego, no le haga daño a mi hermano. Ya ha pagado bastante lo que le hizo, y yo también lo he pagado escuchándolo sufrir. Cuídelo, él realmente la ama.
Betty podría haberse enojado por el atrevimiento de Mario, pero le conmovió profundamente ver cuán sincero era. Y no podía negarle algo que ella misma se había prometido hacer. Era una promesa muy fácil de cumplir.
Y mientras los veía abrazarse y bromear sobre tonterías vio como Mario miró con emoción a su amigo, por lo bajo para que solo él le escuchara le dijo “me alegro de que estés de vuelta hermano, en todos los sentidos”
Armando le había sonreído y le estrechó la mano.
Mario había sido su mejor amigo toda su vida, y quizás lo hizo bastante mal, dejó mucho que desear durante los años en los que ocupó ese puesto. Pero si había algo en lo que siempre había sido fiel, era en su amor por su hermano.
Y ya solo por eso Betty le podía perdonar todo.
*** *** ***
Los días estaban pasando muy rápido, siguieron encontrándose con amigos y visitando a la familia.
Habían comido con los Mendoza en un almuerzo muy trascendental e inesperado.
Resulto que a los Mendoza la muerte de Camila les había pegado muy duro, y sólo el orgullo les impedía acercarse a su hijo. Pero lo deseaban.
La relación con Betty trajo la oportunidad, estaban felices de ver a su hijo con una mujer tan buena y que los había ayudado tanto en el pasado.
Con Marcela Valencia fuera del cuadro y con Armando viviendo a miles de kilómetros de ellos, Margarita se sintió feliz de que sea Betty quien cuidará a su hijo más pequeño. La tranquilizó saber que estaba con una buena mujer, a la que conocía y que sabía que lo cuidaría.
Don Roberto disimuladamente hizo preguntas y se entero de lo que hacía su hijo en su trabajo. Le pareció fascinante y se sintió satisfecho de que Armando fuera tan respetado y apreciado en su trabajo. Su hijo por fin era el hombre que él siempre había soñado, y aunque le dolió más que nada saber que no fue gracias a ellos que Armando se convirtió en un adulto responsable, aún así no pudo evitar mirarlo con orgullo cuando Armando hablaba de su vida en Berlín.
La verdad que con la muerte de su hija se dio cuenta lo mal padre que había sido, que clase de hombre exiliaba a su hija por enamorarse? Estaba avergonzado del padre que fue y se sintió un hipócrita por castigar a Armando por no ser lo que él tampoco nunca había sido.
Lo acuso de mal hijo… y él era un mal padre. Y aún así su niño lo había seguido queriendo e intentando buscar su perdón.
No sería fácil, había muchas cicatrices en su relación, y la distancia que los separaba tanto física como sentimentalmente era muy grande.
Armando sintió el cambio en sus padres y se ilusiono como cuando era niño ante la atención.
Betty vio los ojos brillantes de su amor cuando hablaba emocionado y entusiasmado de lo bien que iban las cosas con sus padres y solo le pudo rogar a Dios que esta vez sea en serio, que sus padres no lo lastimaran. No creía que Armando soportara otro rechazo de ellos. En el fondo sólo era un niño queriendo ser amado por sus papás.
Mientras los Mendoza reflexionaban en todo lo que habían perdido y se abrían a esta nueva oportunidad con su hijo, los padres de Betty iban en dirección contraria.
Don Hermes estaba insoportable y no aceptaba la relación entre ellos. Y Doña Julia aunque más abierta parecía extrañamente reservada con ellos.
Betty no entendía que pasaba, pero esto ya había ido demasiado lejos, estaba muy cerca de perder la paciencia con ellos, su trato con Armando había pasado de ser indiferente a ser insultante. Y aunque él seguía sin quejarse y no paraba de decirle que los entendiera y que no pasaba nada, para Betty no estaba bien.
*** *** ***
Los Mendoza llamaron por teléfono y les preguntaron si les gustaría ir a la finca familiar a pasar el día. Armando se había ilusionado, pero sabía que no podía aceptar la invitación. Ya se habían comprometido con los Pinzón.
Antes de que pudiera negarse, Betty adivinando la intensión tomó el teléfono de sus manos y le dijo a Don Roberto que Armando iría encantado, pero que ella ya estaba comprometida.
Armando había protestado, pero Betty no le negaría un día con sus padres por llevarlo para ser ignorado por los suyos.
Armando había estado feliz, y no había protestado mucho más. Y cada uno fue por su lado.
Cuando llegó a su antigua casa, su papá pasó de la molestia a la alegría al ver que iba sola. Y eso la hizo querer llorar.
Pero no dijo nada, y con los ánimos por los suelos se dispuso a pasar el día con sus papas mientras imaginaba la alegría de su novio en la finca familiar mientras montaba a caballo.
Lo extrañaba.
Nicolás llegó y le preguntó por Armando. Entonces Hermes resoplo y dijo que si ese señor tenía que estar hasta cuando no estaba.
Esa fue la gota que colmo el vaso. Betty estalló y una pelea descomunal se produjo entre ella y su papá.
Este le reclamo por haberse ido tan lejos, por haberse alejado tanto de lo que el siempre le enseño. Le grito que sabía que había estado de hombre en hombre y le grito que si esta broma que se traía con el Doctorcito ese duraría mucho.
Betty se sintió insultada, le echo en cara años de represión y controlamiento, le dijo que era un hombre nefasto, machista, posesivo y ególatra que pensaba que la vida de su hija y mujer tenía que girar alrededor de él, lo llamó dictador y ante la mención de que la relación de ella y Armando era una broma su enfado creció y le grito que se iba a casar con él, un hombre de verdad que la respetaba y la valoraba.
Su padre se sintió dolido por sus palabras y le dijo que sobre su cadáver le permitiría tal cosa, y entonces lo dijo. Le exigió que abandonara al Doctor, tenía que elegir ellos o  Armando.
Y Betty no dudo ni un segundo cuando eligió a su novio.
La sala quedó en silencio, las paredes parecían aún vibrar con los gritos e insultos que se habían soltado. Nicolás y Doña Julia miraban estupefactos la escena, sin poder creer nada.
Entonces Don Hermes camino a la puerta y la abrió tan fuerte que se estrelló contra la pared haciendo saltar el yeso.
- FUERA, FUERA DE MI CASA! YO YA NO TENGO HIJA, USTED NO ES MÁS QUE UNA PUTA!
Betty miró con incredulidad a este hombre que tanto había amado y sintió que era un extraño y que en realidad siempre había sido así, no más que ella no quiso verlo antes, estaba cansada de como seguía queriendo dirigirle la vida y sobre todo, odiaba la forma de la que hablaba de Armando. Lo miró con desprecio y odio y le respondió con mucho veneno.
- Señor Pinzón usted no es más que una mentira y un cobarde, que se pasó años teniendo presas a dos mujeres que lo adoraban, y yo ahora me doy cuenta de esto, lo veo como realmente es y me da asco, usted me da asco.
Y antes de que Betty pudiera parpadear Don Hermes la tiraba al suelo de la violenta cachetada que le daba. Las lágrimas se le saltaron y la cara le ardió ante el latigazo que la piel dura y curtida de la mano de su padre le dio.
-HERMES! – Doña Julia grito y se lanzó para sostener a su marido quien ahora apretaba el puño mientras se acercaba a su hija, ciego de furia.
- Que ha hecho Don Hermes? Que ha hecho, es su hija, es su hija!
Nicolás grito, mientras levantaba a Betty del suelo y la ayudaba a salir de la casa. Detrás suyo su padre le gritaba que para ellos estaba muerta y que no quería verla ni a ella ni a su novio nunca más.
En el ascensor del hotel, Betty con la cara hinchada le pidió a Nicolás que la dejara sola. Él no quería pero Betty se negó a dejarlo entrar. Nicolás le dijo que llamaría a Armando y Betty se puso histérica y le rogó que no lo hiciera. Ella se ocuparía.
Al final pudo tranquilizar a Nicolás y le sacó la promesa de que no molestaría a su novio.
Ya en la habitación camino hacia la cama y se quito los zapatos y la chaqueta, se acostó en la cama y se quedó temblando. En el suelo aún estaba el pijama de Armando, su novio era un desastre y nunca recogía nada.
Betty se estiró y lo agarró en un puño. Se lo llevó al pecho y lo abrazo contra su corazón.
Entonces las lágrimas vinieron y empezó a llorar. No podía moverse, no podía hablar.
No supo cuánto tiempo había pasado, pero la llave en la cerradura le aviso de la llegada de su novio, y para cuando pudo reaccionar ya era demasiado tarde. Armando estaba dentro y parecía una bola de energía llamándola a los gritos. Aún sin verlo Betty supo que había tenido un buen día. Él camino hasta ella y vio la habitación en penumbras.
- Betty por qué no enciendes las luz?
Le dio al interruptor y la vio hecha una bola en el centro de la cama, en sus brazos algo que parecía su pijama.
- Beatriz te sientes mal? Estás enferma?
Y entonces lo vio, un gran moretón de un violento púrpura que le cubría la mitad de la cara, su mejilla hinchada y su ojo medio cerrado. Tenía un hilo de sangre seca que le corría por la boca. Se llevó las manos a la boca para no gritar.
- Que pasó, mi vida que pasó?
La agarró de los brazos y la incorporó para buscar en ella más lesiones o signos de daño. No había nada más que eso.
- Dios mío, que pasó? Tuviste un accidente? Beatriz háblame… esto no es… esto alguien te lo hizo, alguien te golpeó!!!
Entonces Armando se volvió loco, como hace años que no sentía. Comenzó a ir de aquí para allá, la furia lo mantenía en pie. Fue al baño y al minibar y le armo una toalla con hielo. Se la puso con cuidado en su cara y de repente una idea horrible se le ocurrió.
Miró la ropa de Betty e intentó bajarle los pantalones buscando signos de una violencia de iba más allá del golpe en su cara.
Pero Betty comenzó a llorar y negó con la cabeza entendiendo por donde iba.
- No, no… solo tengo la cara… solo fue la cara…
Armando no pudo evitar suspirar aliviado y al instante se volvió a enojar.
- Dime ahora mismo quien te hizo esto.
- No importa…
- QUE NO IMPORTA, QUE NO IMPORTA!
- Por favor… por favor…
- Voy a llamar a tu padre y a Nicolás, ellos tienen que saber de esto.
- NOOO… no llames a mis papas…
- Por qué? Betty mi amor, te lo ruego dime que te paso… dímelo mi vida.
- Ay Armando….
Y entre lágrimas y con mucha dificultad Betty le contó lo que había pasado. Armando se lleno de incredulidad… su padre, su propio padre le había puesto la cara así.. Esto no iba a tolerarlo, una cosa es que lo odiasen a él y otra muy distinta era que lastimasen a Betty. Con ella no.
Pero Betty no paraba de llorar y aferrarse a su cuerpo pidiéndole que la sostuviera.
Y así mientras ella se calmaba Armando también, por lo menos exteriormente, dentro suyo una tormenta de magnitudes descomunales se estaba produciendo.
Don Hermes lo iba a escuchar. Armando le demostraría que Betty no estaba sola, y que nadie, ni siquiera su propio padre la lastimaría mientras él viviera.
Ayudo a Betty a quitarse la ropa y lleno la bañera con agua caliente y jabones relajantes, se metieron los dos, y mientras Betty se quedaba tranquila y devastada apoyando la espalda en su pecho Armando le lavo el pelo y la limpio. La seco y le puso el pijama.
Llamó al servicio y pidió una sopa y si era posible conseguirle alguna pastilla para dormir.
Veinte minutos más tarde un chico le daba el carrito con el pedido.
Disolvió la pastilla en la sopa y con mucha paciencia y amor le dio de comer a Betty. La acostó en la cama y la tapo, acariciándole la cabeza hasta que ella se quedó profundamente dormida. El chico le aseguró que la pastilla duraba 8 horas. Así que se quedó tranquilo y le beso la cara hinchada.
En recepción dijo que su novia se sentía mal, la habían atacado esta tarde y él iba a ir a la policía a denunciar. La recepcionista que había visto llegar a Betty con Nicolás se dispuso a ayudarle en lo que fuera. Armando solo quería que nadie la molestara, él volvería en unas horas.
Cuando llego al barrio de Palermo eran las diez de la noche.
Trémulamente subió las escaleras y llamó a la puerta. La cara enojada de Don Hermes lo recibió, y antes de que este pudiera gritarle que se fuera de su casa, Armando ya le había dado el primer puñetazo. Don Hermes cayó como un costal de harina hacia atrás y Doña Julia grito asustada.
Armando lo agarró del chaleco y lo levantó de un solo movimiento y lo sacó a la calle y comenzó a golpearlo.
Fuera los vecinos salieron alertados por los gritos de Doña Julia y se quedaron asombrados de ver como golpeaban al viejo gruñón.
- Lo va a matar, lo va a matar!
- Llamen a la policía!
Nicolás salió corriendo de su casa y llegó para ver como Armando ciego de rabia estaba destrozando al viejo.
Lo agarró de los brazos y entonces otro hombre se sumo y entre los dos lograron contener a Don Armando.
- Hijo de puta! Cabron! Solo eres valiente con las mujeres no? Por qué no me pegas a mi?... VAMOS A VER EL HOMBRE A VER CÓMO SE ENFRENTA A MI!
Nicolás vio la cara cubierta de sangre de Don Hermes y como se tambaleaba mientras Doña Julia y otra vecina lo ayudaban a ponerse en pie.
Nicolás que también había sufrido los puños de Armando y se acordaba bastante bien de cómo era se compadeció un poco del viejo… pero solo un poco.
- QUE TODOS SEPAN QUE CLASE DE VECINO TIENEN AQUÍ, ESTE “HOMBRE” HOY LE HA PEGADO A SU HIJA, A SU PROPIA HIJA, LE HA DEJADO LA CARA…
Armando se inclino sobre si y comenzó a sollozar. La cara de Betty era algo horrible de describir.
Nicolás lo agarró por la cintura y se lo llevó de ahí, cuando pasaban por al lado de Don Hermes y Doña Julia está lo llamó, pero él la ignoro y se fue llevándose casi cargando a un Armando destrozado.
Llegaron a la esquina y lo apoyo en la pared mientras pensaba en llamar a Betty.
Entonces Armando se dio la vuelta y en otro ataque de furia comenzó a golpear la pared sin poder controlarse, en su mente la cara de Betty y su llanto le ocupaban todo los pensamientos.
- Mierda, mierda… Nicolás, Nicolás….
- Ya Armando ya, cálmate…
Un rato después de haberse lavado y curado las manos despellejadas, Nicolás le dio un trago de Whisky y lo llevó al hotel.
- Esto es grave Armando, esto es grave… podrían denunciarte.
- Lo se, pero no me importa, no podía quedarme sin hacer nada mientras veía a mi mujer deshacerse en lágrimas.
- Ve, sube y cuídala. Mañana te llamaré y te contaré cómo está todo.
Armando le dio la mano y en modo automático subió a su habitación, Betty seguía tal cual la había dejado. Se quito la ropa y se acostó a su lado un poco alejado intentando no molestarla, pero Betty lo sintió y aún inconsciente lo busco. Se acerco a él y lo abrazo, entonces suspiro y Armando creyó verla sonreír. La beso y rezo porque mañana cuando supiera lo que había hecho pudiera perdonarlo.

Un tiempo después. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora