Capítulo 14

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Capitulo 14:

Todo iba mejor, Betty por fin podía mantener conversaciones coherentes y hablar de algo más que del tiempo y comida. Poco a poco sus compañeros habían empezado a incluirla en los descansos para el café y hasta la habían invitado a cumpleaños y salidas de fin de semana. Siempre le pedía a Armando que fuera con ella, algunas veces iba y otras no.

Cuando Armando le había contado que los alemanes eran gente seria, no fue consciente de esa verdad. Que razón tenía cuando se burló diciendo que las del cuartel no durarían ni un día aquí.
Sus compañeros trabajaban y no perdían el tiempo en chismes, y había que dar lo mejor de uno y trabajar muy duro para estar a la altura. Y eso le encantaba!

Llegaron las Fiestas y de la mano de su adorado novio bajaba en el Aeropuerto Internacional El Dorado en Bogotá.

Su padre había insistido en ir a buscarlos y llevarlos a casa… bueno en realidad dijo “a usted a su casa y a su novio a la suya”

Pero eso no iba a pasar, después de un año tan duro ella venía a descansar y a relajarse, y la mejor fórmula que tenía para eso eran los brazos del hombre que amaba. Y por nada del mundo renunciaría a despertar viendo su dulce rostro como venía haciendo desde hace meses.
Y por más que lo intento no pudo evitar una nueva discusión con su padre, él quería respeto en su casa y Betty le dio la solución perfecta. A un hotel se irían, pero ella sin Armando no se quedaría.

Armando iba nervioso y desde que subieron al avión en Berlín había estado callado y distraído. Estaba constantemente buscando el contacto con ella, y para Betty no era difícil darle lo que quería. Así que se pasó todo el vuelo, besándolo y consolándolo.

No hacia falta pensar mucho para saber que le pasaba, para Armando este viaje era difícil, si fuera por él se hubiesen ido a algún lugar lejos de Colombia donde nadie los conociera y donde podrían ser felices sin reclamos y cuestionamientos.

Betty lo entendía, si ya sus padres estaban siendo tan difíciles y actuando tan ariscamente con Armando, como actuarían el resto de conocidos?
Los amigos, los padres de él…?

Armando suspiro nervioso y le estrujo la mano. Llegaron al hotel y se bañaron juntos. Su madre les había pedido que fueran a cenar y ambos estaban con los nervios de punta.

Betty lo consoló en la ducha regalándole unos minutos de placer solo para él, Armando intentó levantarla del suelo, pero ella no se dejó y así de rodillas observo su rostro inundado del dulce reclamo del orgasmo, mientras ella disfrutaba a su manera.

Armando había querido ponerse su mejor traje pero Betty se negó, irían informal. Ella con unos Jean y una blusa muy moderna, sus converse y un bolso mochila. Su pelo, que se había cortado a la altura de los hombros y al dejarlo al natural se rizaba formando unas hermosas ondas a las que había acompañado con suaves reflejos unos tonos más claros que su color de pelo, dándole luminosidad a su cara. Su maquillaje natural, su chaqueta de cuero y ese perfume que volvía un zombie a su novio.
Betty lo miró y una vez más sintió fuego en las entrañas, que cosa más rica era su novio! Ahí parado con unos chinos azul marino, un polo blanco puro y sus zapatos informales. Se había peinado desordenadamente, como cuando no tenía que ir a trabajar y con su cara recién afeitada, parecía un niño bueno, y Betty deseaba volverlo malo.

Llamó al timbre y segundos después los brazos de su madre la envolvían cálidamente.

- Ay mija, mi Betty, mi amor…
- Mamá… hola mamita… hola.
- Julia, Julia, dejé de acaparar… hola mija, bienvenida a casa.

Su papá resaltó la palabra casa y Betty suspiro, detrás suyo sintió el nerviosismo de Armando y por él se tranquilizó, ella podía lidiar con sus padres, pero Armando necesitaba ayuda.

Abrazo a su papá y se dio cuenta lo mucho que lo había extrañado. Su papá parecía más viejo y cansado que la última vez que lo vio y ella sintió compasión y se juro no dejarse provocar por él para que este viaje no terminara con ellos discutiendo.

- Papa, mamá, se acuerdan de Don Armando Mendoza verdad?

Armando dio un paso adelante y le tendió la mano a Doña Julia, esta lo saludo tibiamente y luego se giro a Don Hermes.
- Doña Julia, Don Hermes, es un placer volver a verlos.

Su papá ignoro la mano de Armando y se giro a la casa al tiempo que decía un áspero “bienvenido”. Armando se quedó con la mano en el aire y la sonrisa congelada.

Betty se enfado y por un momento mientras le tomaba la mano despreciada, pensó en darse la vuelta e irse de ahí con su novio. Pero él adivino sus pensamientos y le dio un dulce beso haciéndole ver qué no pasaba nada.

Entraron a la casa y se sentaron en los incómodos sofás, Betty dio una vuelta a la sala, mirando sus diplomas y la foto de su graduación. Sonrió tiernamente y le susurro a la vieja foto de la chica tímida y mal arreglada que la miraba, “ Hola Betty, he vuelto”

Se dio la vuelta y se encontró con la mirada de Armando que la observaba amorosamente, se sentó junto a él y no pudo evitar besarlo.

Su papá carraspeo enfadado y su humor se ennegreció. Pero a Betty no le importó, ella amaba a su novio y no podía evitar demostrarlo. Que tenía de malo estar enamorada y que la gente lo sepa?

En algún momento Nicolás había llegado, a Betty le costó reconocer a su amigo, quien ahora ya no usaba unas gafas tan grandes y no se peinaba con kilos de gomina, se vestía mucho mejor y parecía un hombre más joven y se veía muy guapo. Pero le decepcionó que ser el presidente de una importante compañía de moda y tener más dinero, lo habían convertido en alguien superficial y bastante insoportable. Sólo hablaba de mujeres y se le notaban aires de grandeza. Que había pasado con su dulce amigo Nicolás? Donde se había perdido?

Lo peor fue ver como trataba a Armando intentando humillarlo y no parando de repetir que ahora era él el que ocupaba el sitio que él había dejado tan desastrosamente.

Hacía bromas constantes al respecto y se burlaba diciendo cosas como “está es una cena de grandes presidentes, bueno al menos dos de ellos ojojojojo”

Armando había sonreído y Betty vio como bajaba la mirada dolida, pero no dijo absolutamente nada, no se quejo ni una sola vez, no le respondió a ninguna de las provocaciones de Nicolás, sabiendo que podía callarlo cuando quiera, porque Nicolás sería el presidente de Ecomoda, pero Armando seguía siendo uno de los dueños, por no hablar de que era el director de operaciones de una de las compañías de comunicación más importantes del mundo, ni tampoco se enfado cuando los intentos de charla que inició con su papá quedaron sin respuesta, tampoco se amedrento cuando intento ayudar a su mama a poner la mesa y esta enfadada le dijo que ella era muy capaz.

Y aunque toda la noche tuvo motivos más que suficientes para levantarse y mandarlos a todos al carajo, no hizo más que seguir intentado un acercamiento a sus suegros y a Nicolás. Fue amable, atento y muy educado. Tal cual era con ella y con todos en Berlín.

Betty no tuvo tanta paciencia, ni fue tan educada, su promesa hecha antes de entrar había sido rota hace tiempo. Le dolía ver como lo trataban, sin darle la oportunidad de conocerlo. Así que aprovecho cada ocasión para desafiar a su padre, siendo demasiado cariñosa con su novio. Respondió a cada comentario de Nicolás recordándole que un buen sueldo no le borraba sus orígenes humildes. Cuando su mamá se enfado con Armando, Betty lo había tomado de la mano y miró a su mamá mordiéndose la lengua para que no se le escapara que ser un ama de casa era lo único que controlaba en su vida. Y aunque ella no lo dijo, su madre pudo ver el pensamiento en su cara y a Betty le dolió. Se sintió horrorizada por pensar eso de su mama. Y quiso abrazarla, pero Nicolás dijo “ Oiga Doctor que suerte tener un amigo que lo meta casi de jefe a una empresa, bueno pero usted siempre tuvo la suerte de tener amigos y padres que lo pudieran acomodar en puestos así ojojojojo así cualquiera no doctor? Quien necesita demostrar que vale cuando le regalan todo! Ojojojojo”

Betty casi cachetea a Nicolás, quien diablos se creía que era?
Armando había trabajado muy duro en Alemania para llegar a donde estaba, al principio había llegado a trabajar 12 horas seguidas, saliendo de allí y metiéndose a la academia para estudiar alemán. Su vida había girado en nada más que eso. Y cuando empezó a ascender en vez de relajarse se había vuelto aún más exigente con él mismo, trabajando de lunes a lunes cada vez más y más horas, hasta que un agotamiento lo había llevado a enfermarse de estrés y tener que relajarse un poco en su vida.

Betty miró a la sala donde su padre le reía el chiste a Nicolás, donde su mamá la miraba a ella dolida y a Armando desconfiada y donde su amigo no paraba de querer humillar a su novio y se sintió ajena a ellos, no los reconocía. Cuando se habían vuelto tan rencorosos? Era su partida lo que había desencadenado que se volvieran tan ciegos y resentidos?

Ella los amaba y por eso sintió que le rompían el corazón.
Armando se rio y le respondió con la voz tranquila y sin levantar el tono de voz.
- Si, uno puede pensar eso, y reconozco que en ese aspecto siempre he sido afortunado, y aunque la primera oportunidad que tuve de demostrar que era digno de la confianza que me dieron, yo la desperdicie tan egoístamente, por suerte he podido recapacitar y ser lo suficientemente humilde para reconocer que me equivoque y no volver a fallarle a mi amigo que me dio esta oportunidad. Ha sido muy duro, pero también muy satisfactorio, de cualquier manera tuve un gran ejemplo a seguir.
Entonces se giro hacia Betty y le tendió la mano apretándosela tiernamente, le sonrió con amor y dijo con la voz alta para que todos escucharán :
- Si, mi ejemplo ha sido muy grande y aunque nunca estaré a su altura, no por eso dejo de intentarlo. Gracias mi amor.

En la sala se hizo un silencio espeso y los ojos de Betty se llenaron de lágrimas. Y otra vez él, solo unas pocas palabras y todo su mal humor y toda la rabia y la humillación fueron olvidadas, en esa sala, en esa casa, en ese momento, en el mundo solo existían ellos dos, y nada ni nadie nunca podría cambiar eso.
*** *** *** ***
En Ecomoda habían tomado la costumbre de celebrar la fiesta de Navidad, esta sería la tercera. Betty no había querido ir, no por ella, si no por él. Después de la desastrosa cena en casa de sus papas, no se atrevía a pedirle nada más, por eso cuando Aura Maria la había llamado para invitarlos y así poder reunirse todos de nuevo, ella había dicho que creía que no podrían ir.
Pero Armando se entero y le pregunto si no tenía ganas de ver a sus amigas. Claro que tenía, pero se angustio, no quería que él fuera. La presencia de Armando sería cuestionada por todos ahí y les amargaría la noche a todos. A ella por querer defenderlo, a él por no poder hacerlo, y al resto por no tener la delicadeza de meterse en sus asuntos.
No quería que él fuera, y a la vez ella quería ir.
Se encerró en el baño y lloro. Como podía ser tan egoísta? Con él, que le daba absolutamente todo y no le pedía nada más que sinceridad y amor.
Cuando salió Armando se había quedado dormido, parecía sereno y a gusto. Se acomodo a su lado y hundió la cara en su pecho aspirando el aroma que le daba la vida.
Como podía haber pensado eso? No había llegado a la conclusión hace meses de que quien la quisiera la querría feliz?
Si sus amigas, si sus padres, si Nicolás, si todo el maldito mundo tenía algún mínimo de respeto por ella, entonces lo tendrían por él. Después de todo, la felicidad para Betty era este hombre.
Lo beso, y mentalmente le pidió perdón por haber tenido la idea de dejarlo aquí, a resguardo, mientras ella se divertía.
El se dio la vuelta y la abrazo. Betty lo miró durante horas dormir y esa fue la última vez en su vida que ella pensó en poner a los demás por delante de él.
*** *** ***
El viernes de la fiesta llegó y Armando en su impecable traje de corte italiano la miro enojado.
- No es gracioso Beatriz, no es gracioso!
- Pero mi amor, por que te enfadas conmigo? No soy yo la que te obliga a comer como un cerdo! Deja de tragarte tantas salchichas con chucrut y verás como te cierran los pantalones!
- Ja ja que gracioso, me muero de risa… los pantalones me cierran, es el maldito cinto el que no me queda!
- Oing Oing Oing!
- Beatriiiiiiz!
Armando se sacó el cinto con un rápido movimiento y le dio con el en el trasero. Esta aulló de dolor y con la cara roja lo persiguió por toda la habitación con un tacón de 12 centímetros en la mano dispuesta a sacarle los ojos con el.

Llegaron a Ecomoda y antes de bajar del taxi, Armando la tomó de las manos y le pidió un momento.
- Sabes que mis padres, Marcela y Daniel estarán ahí?
- Si, me lo has dicho.
- Beatriz, si esta noche pierdo el control y hago alguna estupidez, me perdonarás?
- Lo comprenderé y mientras esa estupidez no implique que termines con alguna modelo…
- BEATRIZ!... Como puedes pensar eso?
- Lo siento… no sé por qué lo dije, lo siento. Mira los dos estamos nerviosos, pero solo recuerda que somos muy felices, que esta gente no sabe de nuestras vidas y que pase lo que pase en unas semanas estaremos de vuelta en casa y nada de esto importará.
- Para ti si mi amor, se que para ti si, por eso querías venir.
- No te niego que al principio esos eran mis sentimientos, que todos vieran lo feliz que soy y presumir de mi novio sexy. Pero ahora… ahora lo único que pido es respeto.
- Esta bien, tu solo déjame manejar la situación a mi, créeme no sirve de nada enfadarse… de eso yo sé mucho.
Se besaron y se dieron fuerza.

En la puerta un Wilson con la barriga prominente los recibió con sincera alegría y Armando le dio un abrazo fraternal, siempre había lamentado la forma tan odiosa en la que lo trato y se había prometido que si alguna vez lo veía nuevamente, le daría el respeto que merecía.
Wilson sonrió complacido y les deseo una feliz Navidad y le prometió a Armando invitarlo a un trago cuando su reemplazo llegara y pudiera subir.
En la recepción una niña joven los saludo y los busco en la lista. Cuando vio el nombre de Armando lo miró fijamente, este le sonrió y Betty vio la magia de los hoyuelos trabajar. La muchacha ya estaba enamorada, pobre niña.
Se tomaron de las manos y subieron, las puertas del ascensor se abrieron y la música y el bullicio los recibió, dentro los cientos de empleados de todos los departamentos estaban presentes, llenando cada rincón de la planta.
Muchos de ellos los saludaron con sinceridad y Betty reconoció a algunos, pero la mayoría eran desconocidos para ella.
Se sorprendió cuando Armando devolvía los saludos alegremente, recordando los nombres de todos ellos.
El cariño era mutuo.

Un camarero pasó y les ofreció vino. Con sus copas en las manos se fueron abriendo paso, entonces Armando de encontró con alguien y se detuvo a charlar, Betty siguió un poco más, emocionada por ver a sus amigas.
De repente alguien se cruzó en su camino y casi le derrama la copa encima. Iba a empezar a disculparse cuando levantó la mirada se encontró de frente a Marcela Valencia.
Betty se puso en guardia, aquí venía la primera pelea de la noche.
- Doctora Pinzón, buenas noches. Bienvenida.
La volvió a mirar y se dio cuenta que Marcela le sonreía, en su cara no estaba esa agria expresión que siempre tenía cuando la miraba. Sus ojos parecían diferentes, brillaban y no la miraban con sospecha. Marcela miró por encima de su hombro y sonrió ampliamente, estiró el brazo y exclamó al tiempo que lo abrazaba:
- Hola cariño! Mírate que viejo estas!
- Hola Marce, me alegro de verte!
- Pero bueno que bien te veo, que es eso que tienes en tu cara? Felicidad? Puedo imaginarme a que se debe!
Marcela levanto una ceja, y miro a Betty. No había ni ironías ni sarcasmos, quien era esta mujer tan amable y encantadora?
Armando le paso el brazo por la cintura a su novia y le beso la sien.
- Si Marce… supongo que recuerdas a Betty.
- Por supuesto.
- Marce!
- Ay Andrés me llama, bueno luego te busco.
- Claro, me gustaría saludar a tu marido.
- Esta bien. Disfruten!
Betty miro a su novio con la boca abierta, pero antes de que pudiera decir una palabra las del cuartel aparecieron y entre gritos y abrazos la hicieron olvidar de todo.
- Betty, Betty…
- Pero bueno mija, que tal? Que mamita esta!
- Ay amiga esta divina!
- Ay si mija con lo triple mamita que usted está va a tener a todos los hombres locos esta noche, y puede elegir al que quiera!
- Aura Maria!
Todas la miraron como si fuera estúpida. Inesita se enfado mucho, su paciencia con la muchacha ya no era tan grande como en el pasado y cada vez le molestaba más y más que siguiera actuando como una niña de veintitantos. Miró a Don Armando y este le sonrió con cariño.
- Don Armando, que alegría verlo, pensé sinceramente que me moriría sin verlo de nuevo!
- Ay Inesita….
- Inesita, no diga eso… que tal!
- Inés – Armando se inclino y la beso en la mejilla, la anciana se puso colorada y todos se rieron – perdóneme por no venir a verla la última vez que estuve en Colombia…
- No tengo nada que perdonar, pero cuéntenos Doctor, como está?
- Pues muy feliz, en resumen.
Las del cuartel sonrieron y miraron a Betty con los ojos saltones, obviamente querían discutir el chisme de la relación de ellos. Armando se dio cuenta y decidió apartarse. Beso a su novia y le dijo que iba a dar una vuelta a ver si veía a sus padres.
Betty le tomó la corbata antes de que se fuera y lo atrajo hacia ella para darle otro beso.
- No te me pierdas!
- Nunca…
Se fue y Betty suspiro mordiéndose el labio, ese traje le quedaba demasiado bien y sus hormonas se trastornaban. 
Las muchachas le interrumpieron el pensamiento y dejó de abrir la boca por su novio y volvió a la realidad.
Todas querían saber como es que había terminado con Don Armando.
Ella les fue relatando toda la historia desde el coctel en que lo vio hasta cuando se mudo a Berlín.
Sus amigas no paraban de comentar, el interés que mostraban era sincero pero de vez en cuando algún que otro comentario malicioso y envidioso le arruinaba él relato, y la hacían dudar de contarles lo del compromiso, Betty suspiraba y seguía como si nada.
Al final todas parecían complacidas con la romántica historia y le dejaron ver a Betty que estaban felices por ellos dos… pero Aura Maria tan escandalosa como siempre dijo a los gritos:
- Ay no Betty y usted como es que cambio al triple papito del francés por el ogro ese?
- Aura Maria por Dios!
- No Inesita yo solo digo que Betty dejo escapar al hombre de su vida.
- El hombre de mi vida es Armando, Aura Maria.
- Bueno Betty al que podría haber sido el hombre de su vida si la hiena esa no se hubiera interpuesto..
Betty la miró y negó con la cabeza, esa mujer tenía su edad y seguía comportándose como una quinceañera, con sus vestidos demasiados escotados y cortos, sus comentarios tan fuera de lugar y esa risa de niña pequeña y se sintió triste por ella, cuando Betty dejó Ecomoda les dio a sus amigas la oportunidad de cambiar, habían desfilado con ropa de Hugo Lombardi! Era un gran comienzo.
Y sin embargo aquí estaba esta mujer que se negaba a madurar y a cambiar. Que tenía una vida romántica llena de fracasos y que era incapaz de mantener el interés de un hombre fuera de lo sexual, y se atrevía a criticarla, ella no conocía en absoluto a Armando, quizás nunca lo hizo. Pero a Betty no le interesaba contarle como era él en realidad. Después de todo estaba segura que no lo entendería.
La volvió a mirar y sintió que alguien tenía que darle un buen consejo:
- Sabe Aura Maria, quizás algún día usted crezca al fin y se de cuenta que eso que se le pasó entre fiestas y tipos fue su vida. Espero que no sea demasiado tarde y que usted pueda hacer algo de provecho! Pero mientras tanto podría aprender de “la hiena” como usted llama a mi novio y tomar nota de como una persona es capaz de cambiar y superarse… si me disculpan tengo ganas de estar un rato con él.
A su espalda podía escuchar la risa de Sandra y Berta y el reproche de Inés por no ser capaz de mantener la bocota cerrada.
Betty sonrió y pensó que después de todo, la noche no iba tan mal.
*** *** *** ***
“ Soy yo o Doña Margarita con ese peinado es extrañamente parecida a Cristobal Colon?”
Betty miró a su suegra, con su traje pastel y un pañuelo floreado en el cuello, ella y su marido llevaban bastante mal los más de 5 años que habían pasado desde que los vio por última vez.
Ambos parecían muy viejos y muy cansados.
A ella la habían recibido con cariño, la saludaron muy amigablemente, recordando que los salvo de la quiebra. Don Roberto la admiraba y Doña Margarita, no tanto, pero la respetaba.
Le preguntaron que era de su vida y no se sorprendieron demasiado por su actual trabajo, Don Roberto afirmó que con semejante cerebro podía trabajar donde quisiera.
De la relación entre su hijo y ella no hicieron mención, de hecho Armando estaba junto a ella como si fuera una figura de cartón. Sus padres lo habían saludado tibiamente y lo primero que su mamá le dijo en cuanto lo vio fue “ Armando espero que no molestes a Daniel esta noche”
Sin embargo el no paraba de sonreír y de besarle la mejilla cada vez que recibía un cumplido de sus padres. Alguien llegó y distrajo unos minutos a los Mendoza y Betty le susurro:
- Como es que estas tan feliz? Apenas te han dicho dos palabras!
- Si, pero que me importa eso cuando hablan tan bien de mi novia?
Maldito sea él y sus dulces palabras que la volvían loca a cada rato y en los lugares más incorrectos, ahora no podía besarlo como deseaba, seguramente Doña Cristóbal sufriría una embolia viendo como le metía la lengua hasta la garganta a su hijo.
Por el rabillo del ojo vio como alguien se paro a su lado y carraspeo.
Daniel Valencia. Quien con las nuevas luces de Ecomoda parecía extrañamente pálido. Seguía siendo igual que siempre, ni una sola arruga nueva, ni una sola cana. Pero la expresión de amargura que siempre tenía en la boca era más grave.
- Pero si es el hijo pródigo que vuelve a casa!
- Buenas noches Daniel. – Armando saludo firmemente sin dejarse provocar.
- Bueno Armandito has vuelto para quedarte? En tu nuevo trabajo ya se dieron cuenta que eres un inútil?
- Estoy de vacaciones – le dio un trago a su vino y apretó más a Betty contra si.
- Ah bueno, no puedo decir que sea una pena, pero cada vez que te veo siento como Ecomoda tiembla.
- No tienes por qué preocuparte. – la presionó un poco más, y Betty decidió intervenir antes de que Armando perdiera el control y terminará gritando.
Miró fijamente a Daniel y le sonrió. El se quedó un momento desconcertado, aún no la había reconocido. Pero cuando lo hizo, sintió como el la miraba como si fuera un zorro y ella una conejita. Pero no, esta vez no, el sería un zorro, pero ella era una loba.
Y está loba se había comido zorros mucho más grandes e importantes que Daniel.
Betty tenía un secreto con respecto a Daniel, uno que jamás confesaría. Cada vez que habían tenido un encuentro, una discusión, un enfrentamiento de intelectos ella se había sentido excitada, su sangre se había calentado en sus venas y el vientre le había ardido sabiendo como la mayoría de las veces lo destrozaba y solo haciendo alusión a su físico era capaz de dejarla sin palabras.
Pero cuando veía la cara de Daniel recibir un golpe de su afilada lengua y lo veía irse aún más enfadado y sabía que era a causa de ella, eso la hacía desear encuentros verbales con Daniel cada día.
Pero no era la misma excitación que le producía su dulce novio, ni de lejos, porque si algo tenía claro es que a Daniel no lo tocaría ni con un palo de 5 metros.
Más bien era la excitación de saber que ese tipo que se creía irresistible, que pisoteaba a todo el mundo, que era tan soberbio y arrogante y tenía una inteligencia que estaba a su altura, no podía con ella.
- Doctora Pinzón? Veo que cada vez está más… bella.
Los dedos de Armando se le clavaron en las caderas y la presión en su hueso casi la hace saltar. Sus fosas nasales empezaron a temblar con su furiosa respiración. Armando iba a perder el control.
Betty le tomó la mano y la desprendió de su agarre, se la llevó a la boca y sin dejar de mirarlo se la beso, luego se acerco a él y lo beso. Siempre funcionaba.
Armando se relajo y volvió a sujetarle la cadera, esta vez acariciando la zona resentida.
Pero Betty no se dejaba engañar, el seguía enojado y podía ver en sus ojos los celos y la furia brillar. Daniel Valencia era el talón de Aquiles de Armando. Él único que podía hacerlo olvidar de sus ejercicios para controlar sus nervios y los mantras para manejar sus emociones.
- Doctor Valencia veo que usted sigue exactamente igual.
- Gracias, viniendo de usted eso es un gran cumplido.
- Oh perdón, no pretendía ser un cumplido.
Daniel sonrió, le encantaba hacerla enojar, y estaba deseando saber hasta que punto era capaz de llegar antes de que Armando se derrumbara y su careta de hombre renacido cayera ante todos.
- Me han dicho que usted y Armando tienen una relación.
- Si.
- Me alegro, aunque usted haya tenido que cambiar completamente para que él se fije en usted, no deja de ser… romántico.
- Que puedo decir, he tenido suerte, es más de lo que muchos tendrán. Verá Doctor, hay personas que ni volviendo a nacer conseguirían ser deseables.
- Pero no es un consuelo pobre? El saber que uno tiene que cambiar para que lo quieran?
- Para la gente como usted, seguro que si.
- Gente como yo? Eso me interesa, cómo es la gente como yo?
- Bueno así… superficiales, que afirman buscar una mujer inteligente pero sin embargo sólo se fijan en el físico. Eso sí que no es inteligente.
- Que tiene de malo querer las dos cosas? Después de todo, usted las tiene a las dos.
- Ni tanto, no me considero ni hermosa, ni demasiado lista. Solo soy una mujer normal.
- A mi me suena a que esta pescando elogios.
- Cree el ladrón que todos son de su condición.
Armando se rio y la beso. Daniel se bebió el vino de un trago, dejando ver en su garganta lo duro que le estaba siendo tragar.
- Y díganme, como es que terminaron juntos?
- Esa, Daniel, es una historia muy larga, muy aburrida y muy personal.
- Vamos Armando, solo estoy interesado, te prometo que no hay malicia detrás.
- En esa frase hay dos mentiras, tu no sabes lo que es una promesa y tú jamás has hecho algo sin malicia.
- Vaya Armandito, veo que sigues siendo muy gracioso… como un payaso.
- Prefiero ser un payaso antes que un bufón.
Daniel se enfado, Betty se interpuso entre él y su novio y mirando ya cansada a Daniel Valencia le dejó claro que no iba a permitir que siguiera provocándolos. Daniel la miró con deseo y ella con asco.
- Don Daniel, ha sido un “placer” como siempre hablar con usted, pero esta noche no me traje los antiacidos y de verdad que no quiero que me una indigestión. Buenas noches y saludos a sus hijos.
Daniel los miro con odio y se fue como vino, eternamente amargado.
“ Si, eso es, vete y no vuelvas más”
Miro a Armando esperando una sonrisa cómplice y dispuesto a burlarse de Daniel, pero se encontró con su ceño fruncido y la boca en una línea, estaba molesto.
Betty pensó que tal vez era con ella.
- Mi amor, perdóname…-lo abrazo por la cintura y hundió el rostro en su cuello.
- Por qué? No es contigo con quien estoy enojado, es que ese tipo siempre consigue sacarme de quicio, tantos años y aún dejo que me afecte.
- Lo siento, pero lo has hecho muy bien, no has perdido la calma ni una sola vez.
- Pero es que deseo tanto romperle la cara.
- Armando… venga por favor, no pienses más en eso, el no nos arruinara la noche. Que puedo hacer para que te sientas mejor?
Betty comenzó a jugar con su corbata y le dio una mirada sugerente. Armando miró a sus costados y le levantó una ceja.
- Si mi amor, dime que te gustaría que hiciese para que te sientas bien otra vez… hay “algo” en lo que te pueda ayudar?
Betty le paso las uñas por la nuca y le dio una sonrisa de niña buena. Armando la miró fijamente y entonces se mordió el labio y la miró como pensando.
- Bueno si, pero no se… no, no, déjalo, no puedo pedirte eso.
- No, que es? Dímelo, yo estoy dispuesta a ayudarte en lo que sea.
- En lo que sea?
- Aha…
- Bueno pues entonces si estás dispuesta, si hay algo que me gustaría que hicieras por mi.
- Pídemelo!
Armando le acarició la cintura y le beso la frente. Betty sabía que todos estaban mirándolos, pero ella estaba en el séptimo cielo, de repente sintió su sexo latir impaciente ante lo que sea que Armando le fuera a pedir. Podrían ir al baño y pasar un buen rato en alguno de los cubículos.
Armando se acerco lentamente hacia ella sin dejarla apartar la mirada y mirándola como si se la quisiera comer le susurro:
- Podrías mañana encargarte tu de llevar la ropa a la tintorería?
Le sonrió inocentemente. Y toda la magia se evaporo en un segundo. Betty se apartó enojada y mientras le golpeaba el pecho exclamó :
- Oh tu hombre horrible! Eres insoportable!
*** *** *** ***
Un Freddy mucho más maduro y Wilson vinieron a buscar a Armando y se lo llevaron para tomarse un trago con él y brindar por los viejos tiempos. Betty no podía imaginar de qué viejos tiempos hablaban.
Nicolás los había estado rehuyendo toda la noche. Ella se imagino que era por Armando y aunque estaba dolida no iba a dar el brazo a torcer, después de todos eran ellos los que tenían un problema con su novio, este había hecho esfuerzos más que válidos para lograr un acercamiento.
Y por nada del mundo Betty se separaría de su amor.
La realidad era que Nicolás estaba avergonzado. Cuando esa noche se acostó pensó en la cena y en la despedida tan fría y distante que su mejor amiga le había dado. Era su culpa. Era cierto que el cabezón parecía una persona más seria y centrada, y se había pasado la cena entera intentado conversar con ellos.
Cuando el iba a la universidad había tratado muy duro de agradar a sus compañeros y estos en cambio le respondían con burlas y sarcasmos… tal cual había hecho él con Don Armando.
Había extrañado a su amiga, había deseado volver a verla y hablar con ella, y en cambio en unas horas no sólo logró enfadarla si no que también la lastimó.
Y ahora mientras los veía interactuar entre ellos y con los demás se dio cuenta que hacían una hermosa pareja, los dos guapos y elegantes, cada uno inteligente a su manera, y que se complementaban y mimetizaban entre ellos como dos piezas de un puzle.
Betty era feliz, como nunca la había visto y eso sin duda era obra del cabezón.
Cuando tuvo el coraje suficiente se acerco a Betty y le pidió hablar. Ella no tenía ganas pero no le dijo que no.. Tenía que arreglar esto.
- Betty oiga, yo… perdóneme por lo de anoche. Me comporte como un imbécil.
Betty levantó las cejas y lo miró con sospecha.
- Si lo hizo Nicolás, se comportó como un imbécil y un patán. Armando solo quería ser amigable y usted no paro de intentar humillarlo.
- Si, lo sé, por eso le pido perdón y también le pediré perdón a él, actúe mal y lo reconozco. Me he pasado el último mes pensando en su visita y deseando verla y ahora lo he arruinado todo.
- Bueno… no ha arruinado nada Nicolás, es que solo me duele ver como lo tratan sin darle una nueva oportunidad, creo que si yo he sido capaz de perdonarlo ustedes no tienen nada que alegar.
- Si que parece un hombre diferente, no se, tiene algo en su mirada y en sus gestos que lo hacen ver más… no se como explicarlo.
- Lo entiendo, es como si hubiese dejado ese aire de superioridad verdad? Tiene humildad ahora y eso que ve es madurez.
- De todas formas, solo quería pedirle perdón y que bueno, entenderé si no quiere saber nada de mi.
- Hay Nicolás, eso nunca, usted sigue siendo mi mejor amigo. Gracias por entender.
Betty lo abrazo y se sintió un poco mejor. Por eso quería tanto a este chico, después de todo no estaba todo perdido con él, en el fondo seguía siendo el mismo amigo dulce que siempre tenía el hombro dispuesto, tanto para llorar como para ayudar.
Nicolás le dio unas palmaditas en la espalda un poco incómodo con la muestra de cariño de Betty, le sonrió y haciendo su característico chasquido de lengua dijo que iba a pasar el rato con los hombres.
- Usted Betty vaya a buscar a esas brujas que tiene por amigas, vaya, vaya… intercambien reportes. Comercien con información, trafiquen con chismes…
Lo vio acercarse a donde Armando miraba a Freddy con incredulidad por lo que sea que le estaba contando, Nicolás se acerco y le lleno el vaso con whisky, Armando lo miró sorprendido, Nicolás le palmeo la espalda y le tendió la mano. Armando dudo un momento pero al final se la estrechó. Y de esa forma, sin palabras dejaron atrás el pasado y empezaron de nuevo.
*** *** ***
Entraron al hueco y se quedaron sorprendidos de que siguiera estando igual que antes. Betty camino despacio alrededor, dejando que los recuerdos la inundarán. En realidad solo podía pensar en los días que fue feliz, ni un solo mal recuerdo le vino a la mente. Se dio la vuelta sonriendo para decírselo a su novio pero lo vio apoyado contra la puerta y con el semblante serio y avergonzado.
- Que pasa mi amor?
- Nada… solo que… me duele pensar en lo mal que te lo hice pasar entre estas paredes. Recuerdo una noche, creo que fue cuando Inesita se enfermo. Discutimos aquí, yo estaba un poco bebido y no te quería dejar ir, entonces te grite un montón de cosas horribles y te forcé a besarme… eso… me duele mi amor. Me duele recordar a ese hombre. Y ahora aquí, todos esos sentimientos han vuelto a mi. Lo celoso que estaba, me sentía traicionado y no entendía que pasaba, tu no me hablabas y yo me frustraba intentando averiguar que te paso.
Armando comenzó a caminar lentamente hacia Betty mientras hablaba, sin dejar de mirarla, llegó hasta ella y le tomó las manos.
- Desearía poder volver el tiempo atrás y hacer todo diferente.
- Pero entonces no estaríamos aquí, tu serias otro y yo quizás nunca hubiera crecido y vivido tanto.
- Si, puede ser. Tengo que confesarte que muchas veces, muchos días los celos me atormentan, a veces me horrorizo pensando que estoy a punto de soltarte algún reclamo, decir algo que te pueda herir o de prohibirte que hagas algo. Lo odio, odio sentirme así, no quiero por nada del mundo arruinar lo que tenemos y no quiero que tu dejes de ser quien eres ahora porque yo me sienta inseguro. Pero no puedo evitarlo y siento que te fallo por que de alguna manera no estoy confiando en ti.
- Mi amor, no pienses eso, tu no me fallas, me maravillas y aprecio tanto el esfuerzo que haces… Tanto.
- Te amo mucho mi princesa.
Se besaron un rato y la atmósfera cambió lentamente. Volvían a estar felices los dos, perdidos entre sí.
- Sabes mi amor, yo también tengo que confesar algo, también me siento celosa.
- Celosa? De quien?
- Pues de tu… asistente.
- Que? De Dorota? Estas celosa de Dorota?
- Dorota? Tu asistente se llama Dorota? Pero que clase de nombre es ese?
- Pues no se, creo que es polaco.
- Quien diablos le podría ese nombre a su hijo?
- Pues al parecer sus padres… pero no entiendo, por qué estas celosa de Dorota?
- Armando como me preguntas eso? Es obvio que esa niña está enamorada de ti.
- QUE?... Dorota? No, no puede ser…
- Por qué no puede ser?
- Pues por qué yo nunca me he dado cuenta.
- Me estas diciendo que tú, Armando Mendoza, el tigre de Bogotá no sabe cuando una mujer está interesada en él?
- No, digo si, es que… no puedo creerlo, Dorota es muy amable conmigo pero nunca imagine que… oh claro…
- Oh claro que?
Armando miró a Betty, y puso una sonrisa muy falsa en su cara, de repente parecía muy nervioso y apoyándose en el escritorio tomo la grapadora y empezó a jugar con ella.
- Oye esta perforadora no te parece un poco rara?
- Es una grapadora, ahora dime que significa ese “oh claro”
- Pues, nada… mi amor, nada… venga vamos a despedirnos y nos vamos al hotel.
- De aquí no se mueve nadie, deja ese bolígrafo y ni se te ocurra moverte de aquí, habla ahora mismo.
- Mi amor…
- Habla!
- Bueno pues nada, no es nada, que ahora entiendo por qué siempre me está regalando chocolates y golosinas.
- Que? Te regala dulces? Pero si tu odias el chocolate, que diablos haces con ellos! Oh Dios Míos! Dime que no es lo que yo creo que es…
- Mi amor vamos, la gente se preguntara donde estamos.
- Tu próximamente a cinco metros bajo tierra, ahora dime que no es lo que pienso.
Armando empezó a sudar y a tartamudear, la corbata le apretaba mucho y la mirada asesina de Betty lo estaba haciendo sentir muy chiquito.
- Noooo, nooo, mí amor, como crees… pues no, no, no… o si…
- OH Dios Míos tú… TU ME HAS ESTADO REGALANDO LOS CHOCOLATES QUE TE DA LA ZORRA ESA?
- Shhhhhh Betty no grites! Y no llames zorra a la pobre Dorota.
- Ah perdón, no quería ofender a tu enamorada!
- No es mi enamorada, ni siquiera sabía que sentía algo por mi.
- Y nunca te pareció raro que te regalara tantos chocolates? Ah?
- Bueno si, pero no se, ya sabes… ella es polaca, pensé que era una tradición de su país.
- ARMANDO!
- Está bien, perdón, perdón… Beatriz no te enfades, es que solo, me pareció mal tirar comida a la basura, y a ti te encanta el chocolate, no vi nada malo en eso, te juro que no lo hice con maldad… si? Me crees? Mi amor…
Betty estaba lívida, los brazos cruzados en su pecho, la cara de una loca asesina y Armando estaba asustado.
Betty lo miró, con sus ojitos de cordero degollado y su boquita haciendo pucheros y se enfado aún más. Esto no iba a quedar así, ella lo tendría que castigar.
Se acerco amenazante a su cara y lo tomó de la corbata estrechándola más contra su cuello, Armando gimió y el enfado de Betty aumento.
- Tu has cometido un error conmigo, y ahora vas a aprender la lección.
Y con mucho coraje en el cuerpo lo beso violentamente, mordiéndole los labios y apretándolo tan duro que Armando se estaba asfixiando, la lengua de Betty entró dura en su boca y casi lo ahoga. Betty le arrancó la ropa y allí en esa oficina que la había visto reír, llorar y soñar tiro a su novio sobre el escritorio y prácticamente lo devoró.

Veinte minutos más tarde, Armando intentaba acomodarse la camisa para que no se vieran los botones faltantes y Betty sonreía relajada.
Se empezaron a despedir de todos, los padres de Armando los invitaron a almorzar y Marcela a que fueran a su nueva casa a conocer a su hijo.
Freddy y Wilson borrachos como una cuba se despidieron como pudieron y le hicieron prometer al doctorcito de quedar a tomarse unos tragos más, solo hombres, por supuesto.
Nicolás los despidió haciendo bromas que no tenían sentido nada más que para él.
Armando saludo a las muchachas del cuartel y se alejo un poco para darles intimidad con Betty.
Ella las saludo cálidamente a todas y se dio cuenta de que Aura Maria la miraba con recelo y se estrujaba las manos. Betty se sintió mal por lo que le había dicho más temprano, y quiso arreglar un poco las cosas.
- Adiós Aura Maria.
- Ah si… adiós Betty.
- Mire Aura Maria, no se tome en serio lo que le dije, pero no reacciono bien a las burlas hacia mi novio.
- No, si esta bien… usted tenía razón.
Betty la miró y le sonrió y Aura Maria le devolvió la sonrisa y no supo por qué pero algo en su mirada le dijo que está vez, las palabras habían calado hondo en Aura Maria, quizás era el impulso que necesitaba para hacer un repaso de su vida y lo que era importante.

Cuando llegaron al hotel, Armando estaba tan cansado que solo se quito los zapatos y la americana antes de caer casi inconsciente en la cama.
Betty fue al baño y se preparo para acostarse. Cuando salió lo encontró en la misma posición y cariñosamente le quito la ropa y lo tapo. Lo rodeo con sus brazos y dejo la lámpara de su lado encendida, y se quedó mirándolo dormir hasta que el sueño la reclamo a ella. Lo último que pensó fue que al final no había tenido nada que temer, había sido una noche llena de sorpresas y amor.

Un tiempo después. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora