Capítulo 5

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- Leo y yo fuimos juntos prácticamente toda la secundaria y el primer año de universidad, era un muchacho muy amigable y de esos chicos que no tienen un mal pensamiento para nadie, todo el mundo lo amaba. Entonces una noche fue a una fiesta con otros chicos, y… el chico que conducía estaba muy borracho… bueno… Leo murió al instante.
Betty y Armando caminaban pausadamente por el paseo marítimo, el sol seguía calentando pero ya se podía caminar más calmadamente, la tarde estaba llegando a su fin, y después de un aperitivo, el almuerzo, la sobremesa y otro café más habían abandonado el chiringuito en la playa y habían decidido dar un paseo esperando la noche. El tiempo se había convertido en algo irreal, ninguno de los dos supo  donde fueron todas esas horas, tan pronto como había empezado estaba acabando. No querían dar fin al reencuentro y aunque no lo dijeron ambos acordaron continuar con lo que quedaba de tarde y pasar a la noche y luego… luego ya se vería, pero por ahora seguían en su pequeño mundo y era todo lo que importaba.
Armando le contaba a Betty que había sucedido con él cuando dejó Ecomoda.
Betty lo escuchaba atentamente.
- Yo había pasado unos cuantos veranos con Leo y su padre en su casa de campo y un invierno viaje con ellos a Berlín. Él era colombiano pero su padre es un alemán que llegó a Colombia en los años 70 y se hizo un imperio inmobiliario. Don Schein Es un hombre muy serio, la mamá de Leo murió en el parto y desde entonces sólo habían sido Don Schein y Leo. Fue un golpe muy duro perder a su hijo tan joven. Yo seguí visitando a Don Schein y me mantuve en contacto con él, creo que a él siempre le consoló mi presencia, yo le recordaba a Leo supongo… y a mi me gustaba estar con él, bueno cuando yo acabe la universidad y me fui a especializarme a EEUU poco a poco fui perdiendo el contacto, aunque cuando regrese a Bogotá Don Schein me llamó y volvimos a comunicarnos, un año antes de que yo asumiera la presidencia de Ecomoda él se fue a vivir a Berlín y perdimos el contacto de nuevo.
Armando y Betty se detuvieron un momento a observar a un hombre maniobrar unas marionetas, la gente a su alrededor pendiente de los hilos que las movían y los niños emocionados acercándose cada vez más y mas intentado descubrir cómo funcionaban esos inquietantes muñecos.
Luego de unos minutos siguieron con su lento camino.
- Unas semanas después de dejar Ecomoda aún no había decidido mi destino, quería hablar con mi hermana y quizás ir a verla, pero mi hermana y yo a pesar de tener una relación cordial en verdad somos unos desconocidos, ella es 6 años mayor que yo y cuando mis padres la exiliaron ella acababa de cumplir 19 años y no tuvimos mucho tiempo para forjar una relación más fuerte, en ese entonces yo estaba en un internado y apenas la veía. Además yo no quería tener que explicarle a nadie porque me iba, que había pasado, no estaba listo para hablar de todo lo que sucedió en Ecomoda.
Al final lo único que tenía claro es que me dedicaría a trabajar de lo que había estudiado. Entonces una mañana recibí una llamada, era Don Schein que había vuelto a Bogotá por una semana y quería verme. Bueno en resumen le conté que ya no trabajaba para la empresa familiar y que estaba intentado saber que hacer de mi vida. Él no me preguntó mucho, supo que yo no diría más que eso. Me ofreció ir con él a Berlín y ponerme en contacto con un amigo español suyo que tenía un puesto muy importante en Telefonica. Una cosa llevo a la otra y al final terminé trabajando para GC y poco a poco hice mi camino, fue muy muy duro, los alemanes son muy estrictos y muy exigentes, tuve que aprender alemán, hasta entonces me comunicaba en inglés pero no lograba avanzar mucho… y tuve que dar el cien por cien de mi, pero fue muy satisfactorio y no me arrepiento de nada, ya no extraño Ecomoda y tampoco Bogotá.
A Betty le encantaba escucharlo hablar, tan serenamente, concentrado en lo que decía, con seguridad y emoción, dejándole ver lo importante que había sido esa etapa en su vida, haciéndola sentir parte de ella y queriendo que fuera parte de sus logros. Él estaba orgulloso de lo que había conseguido, y quería que ella también estuviera orgullosa de él. Betty sentía que la candencia de su voz la transportaba y la mecía suavemente haciéndola entrar en un trance donde podía ver como en una película todo lo que él le contaba.
- Alguna vez a trabajado con algún alemán Betty? Son personas muy serias, creo que ninguna de las secretarias de Ecomoda pasaría la prueba Jeje! Tuve que aprender a controlar mi temperamento y dejar de ser tan explosivo. Mi vecina Greta me habló de un terapeuta que me podía ayudar a canalizar mis emociones y así a través de mucho trabajo de relajación he podido poco a poco mantener a raya mi neurosis, supongo que la edad también es un factor no?... De cualquier manera ahora veo la vida de otra manera y hace mucho tiempo que no pierdo el control, mi garganta lo agradece!
Betty rio fuertemente, imaginar al Doctor sin su neura y sus gritos era casi imposible y casi le admite que a ella más que asustarla siempre de alguna manera retorcida y extraña la excitaba escucharlo gritar. Bueno quizás en otro momento se lo diría, ahora no quería que él pensara que ella era una loca con alguna parafilia extraña.
Se sentaron en un banco con vista al puerto y vieron en silencio el sol terminar de ponerse. Betty estaba muy cerca de él y podía sentir su perfume inundando el aire a su alrededor, poco a poco se fue perdiendo en ese aroma tan varonil que hacía las delicias en sus sentidos.
“Es su perfume o su aroma natural? que exquisito hueles Armando, me pregunto como será tu aroma cuando estás sudando en alguna actividad”
Cerro los ojos y lo imagino poniéndose su colonia en su cuerpo, en lugares estratégicos, sabiendo que volvería loca a más de una mujer. Si, seguro que sonreía sabiendo que las mujeres desearían hundir la nariz en cada hueco de su cuerpo para aspirar su olor.
“Hombre malvado, tú sabes que puedes volverme loca”
Cuando abrió los ojos se encontró con su mirada puesta en ella, inclinado sobre ella la miraba de una forma que hacía que la piel se le erizara.
Poso la vista en sus labios y deseo más que nunca poder besarlo.
“si solo me acercará unos centímetros podría morderle la boca, y saborear su lengua… su saliva siempre fue dulce… si solo…”
Armando seguía mirándola buscando algo, y ella seguía deseando besarlo… pero ninguno de los dos rompió la distancia y así se quedaron mirándose y buscándose.
Pero aún era muy temprano, y quedaba mucho para acabar el día, aún era pronto para tener solo una única oportunidad, la noche estaba por nacer y ellos dos vendrían con ella, el puente que estaban construyendo con sus confidencias se hacía cada vez más fuerte, solo tenían que aguantar un poco más, si lograban hacerlo más fuerte entonces sabrían que nunca nada más podría destruir la conexión que estaban comenzando a forjar.
*** *** *** *** *** *** *** *** *** ***
Un par de horas después mientras comían un helado y caminaban cerca de la casa de Pablo Picasso, recordando la exposición en la que Armando fue a buscarla, sono el teléfono.
La asistente de Armando lo llamaba.
Betty observo la interacción, la tranquila charla de parte de él y como le hablaba con respeto y profesionalismo a la muchacha. En un momento la cara del doctor cambió y Betty vio una decepción que le agrio la noche.
De alguna manera supo que el tiempo que habían dado por sentado, había llegado a su fin.
Armando colgó y suspiro.
- Tengo que volver a Berlín mañana por la mañana.
- Oh…esta…todo bien?
- Si, es que hay problemas con los nuevos equipos y el espacio de instalación, son máquinas muy delicadas y no puede haber ningún fallo, la entrega se adelanto y el jefe de sección necesita que esté presente para que estudiemos la instalación.
Se hizo un silencio espeso entre ellos y por un momento Betty se sintió molesta con él.
“Justo ahora debes irte? No entiendes la importancia de este momento?”
Se sintió estúpida y caprichosa.
- Lo siento Beatriz.
- Por qué?
- No se yo… ojalá pudiera quedarme un día más, he disfrutado tanto este día, como hacía mucho que no lo hacía y tenía la ilusión de que mañana fuera igual o mejor.
Betty sonrió y estuvo de acuerdo con él.
- A qué hora sale tu vuelo?
- A las 8 de la mañana.
- Bueno aún podemos pasar un par de horas más juntos o debes ir a prepararte?
- No, no, quisiera aprovechar el tiempo con usted al máximo, tiene algún plan?
- Si, que te parece si nos vamos de tapas?
- De tapas?... Tapas de qué?
- Jaja! Las tapas son algo típico en España, en realidad deberían existir en todo el mundo, mira nos sentamos en un bar y pedimos una bebida entonces el camarero nos traerá un pequeño aperitivo con alguna especialidad, puede ser un poco de queso con aceitunas o paella, etc. Venga iremos por la zona céntrica de bar en bar bebiendo sangría y probando las diferentes tapas. Que dices?
- Umm tapas, si quiero probarlo.
- Te van a encantar, siempre están riquísimas.
- Cualquier cosa junto a usted me encantará Beatriz.
Betty sonrió pícara y lo tomo del brazo arrastrándolo por las calles malagueñas.
Bebieron y comieron, disfrutando de espectáculos que iban desde músicos ambulantes con acordeones, bailaores de flamenco y acabaron en un pub escuchando a un grupo local de rock que versionaba a grupos como Aerosmith o Metallica.
En la madrugada ya bastante mareados por los litros de sangría y cervezas y unos cuantos chupitos de ron Betty acompaño a Armando hasta su hotel, bajaron del taxi y se pararon en la entrada.
Se miraron sin saber como acabar la noche, de repente toda la complicidad que mantuvieron en toda la noche se evaporo y quedaron como dos personas incómodas y casi desconocidas.
Betty quería besarlo, lo había querido desde que lo vio en la mañana bajar de aquel taxi. Ella sabía que el también lo deseaba. Pero tenían miedo, miedo de arruinar todo prematuramente, sabía que la cosa no acabaría con un beso, eso los llevaría a más y aún era demasiado pronto.
La idea implícita era construir algo sólido, no hablaron de una relación ni un romance, en realidad ninguno de los dos toco el tema, pero ambos lo daban por hecho.
Necesitaban más tiempo para aclarar que pasaría con este reencuentro. Si tal vez Armando no se tuviera que ir…
Él se aclaro la garganta y con la lengua trabada por el alcohol y el miedo, la tomó de la mano suavemente, entrelazo sus dedos y mientras parecía luchar con que decir observaba fijamente el pelo de ella.
- Beatriz vea, de pronto decirle esto no sea una buena idea, y no quisiera que usted se sintiera incómoda de repente, pero no me quiero ir sin decírselo, me… me encanta la mujer que veo, me gusta mucho la mujer que he encontrado, tan segura y fuerte, con una confianza de acero, es divertida e interesante, inteligente, independiente y autosuficiente y aun así sigue siendo la misma Betty de antes, con dulzura en sus actos y ni una pizca de maldad. Además de espectacularmente hermosa por supuesto… es usted una mujer increíble y yo no quiero volver a perderme de su vida. Podemos mantener el contacto?
El doctor parecía un niño pequeño rogándole a su madre por un caramelo más, pero Betty sabía muy bien que debajo de esa mirada inocente y su hermosa boquita haciendo pucheros, había un demonio de hombre.
“y a mi me encanta este hombre”
- Armando déjame decirte dos cosas, la primera es que me sentiría muy decepcionada y enfadada si perdiéramos el contacto y la segunda que tú también eres terriblemente guapo y cada vez estás más hermoso… crees que será por el alcohol?
Armando había reído aliviado y divertido por el descaro que estaba descubriendo en ella y que le encantaba cada vez más y más.
La abrazo suavemente y fue una tortura para ella sentir su cuerpo caliente y no poder meter sus manos debajo de su polo y acariciar su piel.
“me estas volviendo tan loca, me has revolucionado las hormonas tanto que creo que no hay duchas frías que puedan aliviarme este deseo tan incontrolable”
*** *** *** *** *** *** *** ***
La distancia mata el amor, o eso decían, ciertamente lo enfriaba, pero en el caso de Betty seguía seco y fértil para que la más mínima chispa ardiera incandescente.
Las primeras semanas de distancia la comunicación había sido rara y escasa, a pesar de que todos los días intercambiaban algunos SMS, unos pocos mails y unas cuantas e incómodas llamadas de teléfono donde la frase “y como esta?” se repetía una media de 5 veces en dos minutos. Parecía que no había nada de que hablar y eso le preocupaba, la conexión que la había vuelto loca ese sábado caluroso parecía una ilusión y hasta llegó a preguntarse si no fue que en realidad había bebido demasiado vino y cualquier cosa le hubiera parecido maravillosa.
Una noche Betty dormía plácidamente mientras una inédita brisa movía lentamente las finas cortinas de lino blanco. Un ruido electrónico rompió el silencio en la habitación y Betty se incorporó asustada, acostumbrada al ruido de su alarma su cerebro dormido sabía que aún no solo no era la hora si no que era otra cosa. Tomó el teléfono torpemente y como pudo intentó contestar.
- Hola?...
- Beatriz.
- Si, quien es?
- Armando.
Betty miró la hora en su radio reloj, las 2:16 de la madrugada.
Que diablos hacia Armando llamándola a esta hora?
Betty se sintió molesta, estas no eran horas de llamar para una charla de 5 minutos donde le preguntara “como estaba” y que había comido hoy.
Por un momento estuvo tentada a colgar, pero algo la detuvo. Era tan extraño que él la llamara a estas horas, Armando, el nuevo Armando era un hombre muy respetuoso con su tiempo, jamás la llamaba cuando sabía que la molestaría, es más le había pedido que le indicará cuales eran los mejores horarios para comunicarse. No, algo pasaba…
- Armando que pasa, son más de las 2 de la madrugada.
- Lo sé, lo siento, perdóneme, yo… es que… me han comunicado hace un momento la noticia y yo no sabía a quién llamar, y solo he podido pensar en usted Betty y fue un impulso, un impulso muy desafortunado, por Dios soy un atrevido, perdóneme Betty voy a colgar no quiero molesta-
- Hey hey hey! Un momento, no cuelgues, tranquilízate… que pasa? Que noticia te han dado?
- Mi cuñado me ha llamado hace un rato, ya sabe el esposo de Camila, ella… ella murió hace un par de horas.
Armando comenzó a sollozar y Betty se quedó muda, se levantó de la cama y encendió las luces, comenzó a caminar por el cuarto sin saber que hacer pero teniendo que moverse.
Armando seguía llorando y ella solo deseaba abrazarlo y besar sus lágrimas, en la distancia se sintió impotente.
- Armando… Armando escúchame, cariño por favor escúchame, calmante y cuéntame que pasó.
- Un auto… un auto la atropello, la llevaron al hospital pero ella…. Murió en la cirugía … solo tenía 43 años Betty, y su hijo, Dios mío su pobre hijo, no puedo dejar de pensar en él, debe estar desolado.
- Lo siento, lo siento tanto, deseo poder estar ahí contigo, dime si quieres, y yo arreglaré mañana mismo para ir a verte, podría tomar un vuelo a Berlín mañana y estar por la tarde ahí –
- Le agradezco pero no se preocupe, mañana volaré a Suiza, para el funeral y….
Él calló y Betty cerró los ojos sintiéndose mal por él, si bien le había dicho que apenas si conocía a su hermana eso no significaba que no la quisiera. Sabía que estaría pensando. La única familia que aún le daba la palabra y que no pensaba en él como una decepción había desaparecido. Él estaría sintiéndose despojado y huérfano, solo en el mundo.
Hablaron un rato más sobre el viaje, cuando sería el funeral y cuanto tiempo estaría allí. Armando se quedaría dos semanas para ayudar a su cuñado en todo lo que hiciera falta y aprovecharía para conocer a su sobrino y de alguna manera también a esa hermana ausente de su vida pero que quería.
Después de esa noche comenzaron a mantener largas conversaciones telefónicas, Armando le contaba como era ese sobrino adolescente y su cuñado, le contaba lo querida que era su hermana y la cantidad de amigos que acudieron a su funeral. Como era la vida de ella allí y en qué clase de mujer se convirtió.
Con los días empezó a hablar de lo que recordaba de ella de niño y como ella siempre lo llevaba de la mano a la cocina de la casa familiar y robaba galletas para compartirlas con él escondidos en el jardín. Como fue ella la que le enseño a andar en bicicleta con 5 años y le mostró los rincones y escondites de la gran casona mientras inventaba historias de como los antiguos dueños guardaban tesoros en ellos. Le contó de la última vez que la había visto, el tenía 12 años y se iba a un internado de élite y ella fue a su cuarto a despedirse, le dio un abrazo y un beso y le dijo “muñequito no te olvides de la pesada de tu hermana y sobre todo no te desvíes del camino, no dejes que esos niños ricos y malcriados te conviertan en algo que no eres”
El le prometió que no lo haría y ella se fue. Esa fue la última vez que la vio y sintió un dolor abrumador al recordar que no cumplió su promesa y que además sólo le basto un año para olvidarse de ella y solo tenerla como algo que existía en las periferias de lo que era su vida.
En un intento desesperado por alejarlo de esos recuerdos Betty lo cuestiono sobre cómo era de niño, si era tan pícaro como de adulto, si traía loquitas a las otras niñas, quiso saber cual era su golosina favorita y si le gustaba nadar. Terminaron hablando de música y programas y caricaturas que disfrutaban de niños, de amigos y aventuras, algunas vergonzosas, Armando le confesó secretos como cuando tenía 17 años y su novia de entonces lo hizo escalar la fachada de la casa para que entrara por la noche, como en medio del sexo su padre se levantó y como la chica lo escondió debajo de la cama y tuvo que pasar la noche entera tiritando de frío y mirando las tablas del somier porque el padre de la muchacha sospechando algo la había obligado a dejar la puerta abierta y había cerrado la ventana echando abajo la persiana.
Betty se río encantada de todo lo que él le contaba, ella como una niña tímida y sobreprotegida que era marginada y solo tenía un amigo igual o más solitario que ella no tenía mucho que contar. Pero Armando había sido un niño, un adolescente y un joven universitario bastante aventurero y se había metido en tantos líos que podía escribir una trilogía.
Pero él también le contó sobre el amor que tenía por los animales y como siempre quiso ser veterinario hasta que su padre lo bajo de la nube diciéndole que ese no era un trabajo ni siquiera una profesión y él como siempre intentado complacerlo había decidió dedicarse a la ingeniería industrial. Aunque eso tampoco complació al anciano.
Le confeso que su pasión era la ciencia ficción y que no había libro de este género que no hubiese leído, Asimov, Bradbury, Philip K. Dicks Arthur C. Clarke… y cualquiera que escribiera sobre futuros distopicos robots viajes espaciales etc era leído por él.
Betty rio hasta llorar cuando le contó que cuando estaba en la universidad había descubierto un programa de televisión que iba sobre alienígenas y conspiraciones gubernamentales, y que esa era la razón por la cual cuando ella era su asistenta le había pedido que siempre le dejara despejada la agenda para que los miércoles por la tarde pudiera irse temprano. Ese era el día de estreno de un nuevo episodio de los X-files y que de esta pasión que tenía no sabía nadie, ni siquiera Marcela con su servicio de inteligencia había podido descubrirlo.
En un mes Betty aprendió más de Armando que en todo el tiempo que pasó trabajando para él y como su amante.
Y cada día, cada minuto le gustaba más y más.
Armando le dijo que tenía que volver unos días más a Málaga y que como luego ya se tomaría vacaciones había pensado en pasarlas en Málaga y terminar de conocer la ciudad, y antes de que Betty supiera le había dicho que podía quedarse en su cuarto de invitados y que lo llevaría a conocer otros sitios de España.
Cuando colgó no supo o no quiso saber si había hecho bien o mal, pero se sintió emocionada. En un mes él estaría durmiendo en la habitación de al lado y compartiendo desayunos y cenas con ella, Betty sintió que ese solo pensamiento la transportaba a un lugar cálido y esperanzado. Quería más que nada en ese momento volver a verlo.
“puede que esta vez si sea nuestro momento”
Y con esa nueva esperanza tomó su agenda y empezó a planear sus vacaciones para dentro de un mes.

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