Capítulo 4

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- Que harás que?!!!!
Betty le dio a Sara una mirada cada vez más molesta. Se fue al baño y comenzó a quitarse el maquillaje.
- Ya me oíste, quedé con Armando para pasar el día este sábado.
- Beatriz pero tu te estás oyendo? Dios mío, la historia que me has contado es por lo menos para denunciarlo, y aún así dices… Beatriz ese tipo es un bastardo !!! .
- Oye Sara, que tal si te calmas y me dejas de gritar?
- Es lo mínimo que puedo hacer, debería darte con una sartén en la cabeza, quizás así vuelvas a tus cabales.
Betty termino que limpiarse la cara y procedió a quitarse los imperdibles de su pelo.
- Escucha Sara te he contado una historia que pasó hace 5 años, la gente cambia, y además tengo muchas ganas de hablar con él y saber que ha sido de su vida…
- Oh  Dios mío, no me lo puedo creer, deberías no querer verlo nunca, no querer hablar con él, y mucho menos que ha sido de él. Betty no puedes verlo, quien sabe…
- Perdóname pero en algún momento de esta charla te he pedido yo permiso, o viniendo al caso tu opinión? Tú me has preguntado por nuestra historia y yo te he contado y ahí acaba tu participación.
Betty se dio la vuelta y siguió a la cocina, no debería haberle hablado así a su amiga, pero hacia mucho tiempo que había dejado de tomarse bien la inmiscuicion de la gente. Durante muchos años tuvo que acatar que su padre le dijera con quien podía salir y hablar, que le marcara horarios que le permitiera ir a los sitios, hasta que criticara y opinará sobre su forma de vestir y arreglarse.
Ella se había prometido que no dejaría que nadie la intentará controlar nunca más.
“Tengo 30 años, no necesito ni quiero que nadie por muy amiga íntima que sea me diga lo que puedo o no hacer”
Sara se sintió ofendida, ella solo se preocupaba por Betty, y pensaba que estaba cometiendo un error al volver a encontrarse con un tipo, por muy guapo que fuera, que le había jugado tan miserable y horriblemente en el pasado. En su opinión Betty debería seguir y olvidarse de Armando Mendoza, para Sara el pasado y todo lo que había ahí, era un camino sin vuelta atrás.
- Perdona Bea, no intento decirte lo que debes hacer, pero no actúes como si  fuera algo comprensible, me duele lo que me has contado, estoy indignada en tu nombre y en el de todas las mujeres… un tipo y su amigo te utilizaron, te humillaron… no entiendo como es que no le has pateado los huevos aún.
- Y arriesgarme a arruinar una parte de su anatomía que puede hacerme muy feliz?
Betty le guiño un ojo y abrió una cerveza.
Sara suspiro y se resigno. Cuando Betty usaba el humor para evadir una discusión era porque para ella esa pelea ya estaba cerrada y por supuesto la ganadora era Betty.
- Prométeme que no dejaras que te vuelva a tratar así.
- Solo vamos a hablar, no es que vaya a fugarme para casarme con él, quiero verlo y saber como está. Hace mucho tiempo que no se de él. Entiendo tu preocupación pero en serio, yo ya no soy esa mujercita ingenua a la que engañaron y utilizaron.
- Si lo sé, bueno se quien eres ahora, pero prométeme que aún así no le perdonarás tan fácilmente, debe de sufrir más.
- Ay Sara, hace mucho tiempo que he perdonado a ese hombre.
Sara estaba enfadada, Betty debería continuar con su vida como estaba, no había necesidad de traer a su vida gente descartable como ese tipo.
- Dime una cosa Betty, que harás si te das cuenta que él sigue siendo el mismo.
- Nadie es el mismo para siempre.
- Que harás si te das cuenta que sigue siendo el mismo tipo tan arrogante y orgulloso capaz de usar a una chica para salvarse el pellejo?
- Ummm… verás Sara no creo que eso pase, porque imaginar cosas que ahora mismo no me ayudan de nada? Que sentido tiene plantearme algo antes de tiempo? Si algo así sucediera simplemente seguiría, como he hecho siempre.
- Beatriz nunca te he visto así por ningún hombre.
- Bueno, él no es cualquier hombre. Él es mi principio y de alguna manera creo que también mi final.
- Dios mío Bea, tu todavía lo sigues amando!
- Si lo hago, pero no creas que es una insana obsesión ni que llevo esperándolo, o que él es el único que me podría hacer feliz, no es así, uno puede amar muchas veces a muchas personas, y estoy segura que yo podría enamorarme de otro hombre mañana y estar contenta, por favor no pienses que llevo 5 años en reposo.
- Entonces que es? Ciertamente eso parece.
- Dime Sara, si pensaras que las almas gemelas existen, preferirías vivir pensando que hay un 50 por ciento de posibilidades de encontrarlo? O qué hay un 50 por ciento de nunca hacerlo?
- Qué dices? Es lo mismo.
- No, no es lo mismo. Si piensas que puedes encontrarlo, siempre estarás a la espera del hombre ideal y te cerraras a los otros, en cambio si piensas de la otra manera puede que vivas tu vida sin esperar nada y te conformes con el primero que quieras.
- No entiendo a donde quieres llegar.
- Bueno, la cuestión es que yo sé que él es mi alma gemela, es el amor de mi vida, lo he sabido desde que me admití que lo amaba, lo he sabido durante 5 años y aún así preferí vivir mi vida siguiendo adelante. Pero ahora que lo he vuelto a encontrar, creo que merezco darme otra oportunidad. Lo que él y yo vivimos fue muy grande y muy intenso. Yo no estoy en ninguna de esas dos posibilidades, no tengo que esperar que aparezca la persona indicada o conformarme con alguien que se asemeje… porque ya se quien es el hombre que me mueve el mundo entero.
Mientras Betty hablaba se quitaba la ropa y se ponía su ligero pijama de verano, la tela desgastada parecía deshacerse en los suaves toques de sus manos.
Sara observo a su amiga, tan decidida, sabía que no había fuerza en el mundo que la convenciera de lo contrario, así como a ella no había, por el momento, charla o sentimiento que la hiciera desistir de que Betty estaba cometiendo un error. Pero quería ser una buena amiga y comprendió que a veces las amigas aceptan los actos de los demás sin cuestionar.
Se acerco a Betty y le beso la mejilla, camino hacia la puerta y tomó su bolso.
- Bea la gente no cambia, el seguirá siendo el mismo hombre que dejaste.
Abrió la puerta y la voz de Betty la detuvo, segura de sí misma, hablaba como si la verdad fuera solo suya, tan decidida y fiera en sus pensamientos.

- Te equivocas Sara, si lo hacen, la persona que regresa no es la misma que se fue.
Y con eso se dio la vuelta apagando las luces de la sala mientras se metía en su habitación y cerraba la puerta.
“Linda forma se cerrar un tema Betty “

*** *** *** *** *** *** *** ***
Málaga era una ciudad española y europea por excelencia destino de miles de turistas. Sus paisajes y sus playas, así como su arquitectura medieval hacían de ella una ciudad atractiva, llena de gente joven con ganas de divertirse y familias paseando por sus calles, su paseo marítimo y su puerto.
Betty había pensado que era más Miami que la propia Miami. Las playas llenas de cuerpos de todas las formas y tamaños pasando días entero curtiéndose al sol incesante del mar Mediterráneo.
Oh si, la costa del sol, quien no se enamoraría de una ciudad que tenía playas de arena amarilla y un mar con carácter propio y unas aguas cálidas. La Alcazaba custodiando la ciudad, remanente del dominio moro de siglos atrás. Una catedral fascinante que podías pasar tardes enteras contemplando. La semana santa, el festival de cine, las ruinas romanas, los boquerones, el fútbol, el flamenco, la Navidad y la cabalgata de reyes, pueblos enteros dedicados a atender turistas, algunos de hoteles y otros plagados de pubs y discotecas donde las noches duraban un verano entero.
Cuando Betty aterrizó en la ciudad no sabia que encontraría, en el aeropuerto pudo ver gente de todas las nacionalidades y clases sociales, yendo y viniendo, y se sintió inmediatamente acogida. Los malagueños eran muy sociables y amistosos y pronto quiso quedarse ahí como si volviera a casa.
Su empresa siempre se encargaba de conseguirle casa y transporte, para su satisfacción descubrió que viviría en un piso a 15 minutos del centro de la ciudad y a otros 15 de la playa.
El primer fin de semana que tuvo libre se puso su biquini y se fue a la playa.
La arena en sus dedos se sentía caliente, allí un mundo de gente se relajaba en hamacas de alquiler, con latas de cerveza y sándwiches de jamón serrano, los niños iban y venían con sus palas y sus cubos y lo más alucinante de todo era que había mujeres haciendo toples tranquilamente parecía que todo era normal y sin prejuicios. Don Hermes se volvería loco.
“ Algún día yo también me animare y me quitaré el sujetador”
El sábado se levanto muy temprano y muy ilusionada, una noche de descanso como hacía mucho no tenía, desayuno y paso 1 hora probándose modelitos, biquinis, blusas, pantalones cortos, faldas y vestidos, y un sin fin de sandalias. Quería estar perfecta y no dejo ni un solo detalle descuidado.
Al final se decidió por su biquini blanco que combinaba tan bien con su piel morena. Un vestidito muy ligero con estampados floreados en diferentes tonos azules, anudado en la cintura y que cubría hasta poco más abajo del muslo y sus sandalias negras con una buena plataforma.
“ Así podré mirarlo bien a los ojos”
Tomo su bolso con la toalla, el bronceador, llaves billetera gafas y ya estaba lista.
Aún faltaban unas cuantas horas hasta que Armando llegara, así que decidió relajarse tumbada en la arena y refrescarse con un buen baño.
Se puso la crema solar y se tumbó boca abajo, muy pronto el ruido de los coches y las olas la relajaron a tal punto que no sintió ninguna inquietud.
Un par de horas más tarde se sentó en un chiringuito y pidió una sangría. Mientras revolvía con  un dedo los hielos de su bebida observo a lo lejos.
Un hombre bajaba de un taxi, miró con curiosidad hacia todos lados buscando algo. Entonces la vio, se detuvo unos momentos y luego camino con confianza y paso decidido.
Armando llevaba unos Jean oscuros de diseñador y un polo blanco Fred Perry, unos zapatos casuales Timberland  oscuros.
“Dios mío Armando Mendoza, como es que eres aún más atractivo?”
Cuando Betty vivió en Buenos Aires conoció a Solange, una porteña de 36 años sin pelos en la lengua. Solange era una mujer descarada, que no tenía límites a la hora de hablar, parecía ser que la parte del cerebro que controlaba lo que uno  piensa y lo que uno dice no se comunicaban entre si, no había nada que no mereciera su opinión, y por lo general esas opiniones eran polémicas y cuanto menos vulgares.
Betty adoraba a Solange, con ella aprendió a ser menos introvertida, se desató y relajo mucho a su lado. Con ella aprendió a dar cumplidos a los hombres y dejarlos con la boca abierta a la hora de los juegos de seducción.
Solange solía decir que no había decepción y satisfacción más grande en un solo hecho como el de ver a un ex. Si este estaba gordo viejo y arruinado uno podía sentirse realizado consigo mismo por haber terminado con un perdedor, en cambio si este estaba mejor que cuando eran pareja uno podía pasarse el mes entero odiándolo por no haberse tomado la molestia de arruinarse para satisfacción de su ex pareja.
Betty pensó que tenía razón, pero esta vez ella estaba ganando. Sin duda que el doctor fuera aún más atractivo que hace 5 años a ella solo la podía alegrar y que alegría!
Armando se paro frente a ella, sus oscuras gafas de sol y el pelo desordenado. Por la patilla y por el costado de la nuca Betty podía ver unas gotas de sudor deslizarse lentamente y se le hizo agua la boca, dio un trago a su sangría e imagino como sería lamer esa gotas.
- Buenas días Beatriz…
- Armando, siéntate por favor.
Armando seguía pareciendo extrañamente complacido con la cercanía y familiaridad que Betty le daba, pero aún parecía indeciso de darle el mismo trato.
Betty llevaba mucho tiempo viviendo en países donde la gente usaba el “usted” solo para mostrar respeto y eran todas con relaciones impersonales… ella por supuesto que no quería eso con el doctor.
- Hace mucho calor hoy Armando, no tenias una ropa más cómoda? – Betty comentó mientras le servía un vaso de sangría de la jarra.
Armando agradeció el gesto con un asentimiento de cabeza y prácticamente vacío el vaso de un solo trago, tomó una servilleta y se seco el sudor.
Betty volvió a lamerse los labios.
- Bueno es que yo cuando prepare mi maleta no imagine nunca pasar el día en una playa, así que esto me tomo desprevenido, esta es la ropa que mejor se adaptaba, no creo que un Armani o uno de los trajes de Lombardi le hagan justicia a este clima.
Betty sonrió y se puso sus gafas de sol. Quería poder observarlo descaradamente, quizás tal cual estaba haciendo él bajo las suyas.
- Bueno entonces supongo que no llevarás un traje de baño o un slip para bañarte en el mar debajo de esos pantalones no?
Armando pareció volverse de piedra, entonces tomó el vaso recargado y lo dejó a la mitad de un trago.
Sonrió y se aclaro la garganta.
- No, yo… no estaba al tanto.
- Bueno es una lástima, entonces tendremos que permanecer a resguardo de este violento sol, aquí bebiendo sangría y comiendo pescado… te gusta ese plan?
- Suena como lo que necesitaba.
- Ummm y eso por qué?
- Bueno hace mucho que no me tomo un día libre.
- Me alegro de ser de ayuda.
Betty volvió a sonreír y el le devolvió el gesto. Entonces se quito las gafas y le mostró esos hermosos e intensos ojos oscuros delineados por sus tupidas pestañas y cejas, brillaban intensamente y parecían llenos de vida y sobre todo alegría, esos ojos no le mentían, él estaba feliz de estar ahí, realmente feliz.
Betty volvió a beber otro trago de sangría para intentar apagar el fuego que se forjaba en su vientre y en su sexo.
“ Oh Dios, gracias por no dejar que este hombre se haya arruinado con los años”
*** *** *** *** *** *** *** ***
- Entonces tuvo una hija y fue como el Karma llamando a la puerta.
- Dios mío no lo puedo creer… Mario Calderón padre de una pobre criatura, que crueldad.
- Jaja! Bueno cualquiera podría pensar eso, y estar en su derecho por supuesto, Calderón, Dios no hace falta que le explique nada, pero extrañamente fue su remedio, él vive por y para esa niña, se ha convertido en su centro, dejó de ir de fiesta y de cama en cama, él quiere que su niña esté el máximo de tiempo con él, la lleva y la trae de la escuela, hacen los deberes juntos, hasta hizo un curso de cocina para prepararle la comida a la niña, si se ha convertido en un buen padre y la niña, bueno la pequeña Cynthia es adorable y muy inteligente, esa niña adora a su padre y él a ella.
- Bueno me alegro por él, realmente hubiera sido lo último que hubiera imagina para él, de todas formas no es que tampoco haya estado pensando en él y en su vida.
Armando cambio el gesto y pareció un poco decaído de repente.
- Si, me imagino que usted no debe pensar mucho en la gente de su pasado.
- En él no… en otros si.
Betty le dio una mirada cargada de significados dejándole saber que si bien Mario Calderón no había ocupado quizás mas de tres pensamientos en su vida, no era lo mismo con otras personas de su pasado… personas como él tal vez.
Armando le devolvió la mirada fijamente y se lamio los labios. Betty se retorcido en la silla intentado liberar la tensión.
“ Maldita sea doctor, estas jugando un juego peligroso, si sigues sacando esa lengua así no se si podré aguantar sin saltar encima tuyo y mordértela “
Armando volvió a tomar el tenedor y mientras pinchaba la lechuga de la ensalada, ajeno al peligro que corría, continuo hablando.
- Daniel Valencia también fue padre.
- Y quien es la pobre víctima?
- Parece ser que dejo embarazada a una chica que era secretaria en donde él trabajaba, ya sabe su trabajo en el gobierno, bueno él no quiso reconocer al niño, y la chica espero a que el bebé naciera para hacer los exámenes correspondientes y hubo un juicio. El niño era suyo y tuvo que responder por él.
- Vaya el intachable Daniel Valencia haciendo juego sucio.
- Dicen que intento intimidar a la chica para que se fuera del país y él le pasaría un dinero todos los meses como pago. La chica por supuesto no acepto. Muchos comentaron que no era la primera vez que intimidaba a una de sus conquistas con lo mismo, hay un rumor que dice que tiene un hijo no reconocido viviendo en EEUU.
- Maldito bastardo, siempre fue un tipo que intentaba controlar todo.
- Bueno no todos piensan así, hay gente que cree que él es la víctima en todo esto.
Betty observo como Armando miraba a los costados para intentar cubrir el dolor en esas palabras. Si ella podía imaginar quienes eran los que defendían a Daniel Valencia.
- Tus padres?
Armando sonrió con dolor y asintió, dejó el tenedor y pareció concentrarse en algún punto detrás de Betty.
- Bueno con todo lo que pasó cuando yo fui presidente de Ecomoda y luego mi partida, mis padres… ellos nunca me han perdonado, yo intenté muchas veces buscar su perdón y demostrarles que había aprendido la lección y que me sentía mal por haberlos decepcionados, pero a ellos simplemente… les da lo mismo.
Betty se sintió mal por esto. Él era su hijo, no se merecía otra oportunidad?
- El año pasado volví a Bogotá por Navidad, mis padres apenas mostraron alegría por mi presencia, en realidad fui un fastidio para ellos con mi sorpresa. Vea, Marcela se caso hace 2 años y tuvo un bebé, así que ella y su marido y Daniel y su hijo junto a Maria Beatriz estaban allí… todos como una gran familia feliz y yo puse tensión al asunto. Así que me tuve que ir, de todas maneras con tanta gente en la casa no había alojamiento para mi, así que me fui con Mario y su terremoto… mis padres, ellos parecían aliviados cuando les dije que me iría… ellos… le dicen a todos que los hijos de Daniel y Marcela son sus nietos…
Betty se sintió terrible por él, se notaba cuán lastimado estaba. Se enfado con esas personas que habían sido unos malos padres siempre y luego castigaban de esa manera a un hijo que sólo les pedía una oportunidad y que además había demostrado que podía ser un buen hombre, Armando solo quería el amor de sus padres y eso se lo negaron. No se pudo resistir y se inclino sobre la mesa y le tomó la mano, estaba tan cálida y suave que simplemente tuvo que acariciarla. Armando levantó la vista y la miró, sus ojos estaban húmedos, pero Betty sabía que ni una lagrima caería de ellos.
“No lo hagas, no te atrevas, no le des tus lágrimas a esas personas, ellos no las merecen”
Armando pareció entender el mensaje, sonrió y entrelazo sus dedos con los de ella sin dejar de mirarla.
Betty no podía despegarse de esa mirada tan clara. Ella no podía resistirse, tenía que hacerle sentir bien, quería que él no pasara ni un segundo más angustiado por el recuerdo de sus indolentes padres.
- Gracias Armando.
- Por qué?
- Por no decepcionarme, por no mentirme esa noche en el Almirante, tú dijiste que serias una mejor persona, y cumpliste con tu palabra.
Armando dejó de acariciar sus dedos y sin soltar su mano se levantó de su silla y se sentó en la que estaba a su lado, envolvió su mano con las suyas y se las llevó al corazón. Lentamente se acerco a ella y le beso la mejilla, un beso caliente y lleno de amor.
- No me de las gracias Betty por algo que usted creo. Porque yo no soy nada si no un hombre que solo quiere ser el mejor para una mujer que lo merece todo.
Betty pensó que moriría en ese instante y si quedaba alguna duda de lo que estaba haciendo, de haber destapado el pasado, de dejar que Armando Mendoza volviera a entrar en su vida, fue borrado y ella simplemente se olvidó por qué alguna vez no quiso saber nada de este hombre.

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