Capítulo 16

1.5K 117 14
                                    

Betty lloraba desesperada en el regazo de Armando. Se había enfadado muchísimo con él y hasta hubo un momento donde pensó en darle una cachetada. Pero se detuvo a tiempo. Le haría a su novio lo que su papá le había hecho a ella?
Jamás. A pesar de todo y sobre todo lo amaba, y nunca le haría daño. Podía entender porque lo había hecho, si Armando viniera con la cara rajuñada por ejemplo,  buscaría a la persona que lo hubiese lastimado y le haría lo mismo.
Pero era su papá de quien hablaban, y no podía evitar enfadarse.
Habían tenido una pelea descomunal, Armando enojado por lo que su padre le había hecho y ella enojada por lo que Armando había hecho.
Discutieron durante horas, Betty lloro y le grito y hasta tiro cosas contra la pared, pero Armando ni una sola vez levantó la voz y no paró de repetirle que él no iba a discutir con ella, que sabía que había actuado mal, pero simplemente no se podía evitar.
No se podía evitar, la nariz dislocada y la retina desprendida en la cara de su papá, simplemente no se podía evitar.
Betty lo había echado de la habitación y segundos después de haberle cerrado la puerta en las narices la abrió y desesperada lo agarró de la camiseta y lo volvió a entrar. Lo abrazo temerosa por qué no se fuera.
A veces sentía que si cerraba los ojos el desaparecería y eso la aterraba.
- Armando… Armando…
Lloro sobre su pecho. Pero él solo la abrazo y le repitió que la amaba.
No se pudo evitar, no era culpa de Armando, él solo había hecho lo que muchos en su lugar. Era su papá quien la había pegado y la había llamado puta. Quería que Betty terminara su relación con el Doctor y si seguían discutiendo Don Hermes obtendría su deseo.
Betty no iba a permitir que eso pasara, porque si no dudo ni un momento en elegir a Armando sobre su familia, entonces no dudaría ni un segundo en perdonarlo a pesar de que tal vez no se lo merecía.
Pero había sido su papá quien la había obligado a elegir. Armando jamás la pondría en esa situación, y ya solo por eso y por todo lo demás, Armando tenía la devoción eterna de Betty.
Y así esperaron a que Nicolás llegara con las noticias.
Este apareció con la cara demacrada , estaba cansado y se notaba que había tenido una mala noche. Había llevado a Doña Julia y a Hermes al hospital.
Su papá tenía la cara bastante maltrecha pero se recuperaría bien.
Betty estaba angustiada pensando en que denunciarán a su novio, si eso pasara entonces él tendría antecedentes penales y eso le traería problemas en su permiso de residencia en Alemania, seguramente le denegarían la renovación y él perdería su trabajo, su casa, todo…Betty ya estaba planeando que hacer si Armando no podía volver a Berlín, ella tendría que pedir otro traspaso y lo más probable es que se lo denegarían, entonces estaba decidida a renunciar.
Pero Nicolás los sorprendió.
- Cuando llegó la policía a preguntar que había pasado Doña Julia tomó la palabra, nunca la había visto así, el oficial la interrogó y su mamá Betty dijo que era un problema de familia, cuando el policía le preguntó si iba a cursar la denuncia su papá estaba a punto de responder que si y entonces Doña Julia grito que no. Nadie le llevó la contraria.
- Entonces no han denunciado a Armando?
- No Betty, su mamá le dijo al viejo que si él denunciaba a Armando ella misma le prepararía la maleta y se la pondría en la calle.
- Que?...mi mamá, ella...
- Es que Betty resulta que cuando salimos de ahí su mamá y su papá tuvieron una pelea peor que la suya y la del viejo. Su mamá está de su lado dice y me ha pedido que le diga que deje que la venga a ver.
- No, Nicolás, no yo-
- Dile que si Nicolás.
- Armando!
- Betty, tu mamá está preocupada, no fue ella quien te puso la cara así. Escúchala… por favor mi amor.
- No, no quiero verlos nunca más!
- Beatriz… ya perdiste a tu papá por mi culpa, no pierdas también a tu mamá por mi.
Betty lo abrazo fuertemente, ojalá nunca hubiesen venido. Maldita sea la hora en la que lo convenció de venir a Colombia en vez de ir a donde él quería.
Si no hubiera sido tan terca ahora mismo podrían estar haciendo el amor en algún hotel de una ciudad Europea, solo los dos, sin unas manos magulladas y una cara hinchada.
Nicolás los dejo un momento y dijo que ahora venía. Y cuando volvió lo hizo con Doña Julia, quien había estado todo este tiempo esperando en el hall del hotel.
- Ay Bética, mi amor como me la dejo!
Betty no respondió y se resistió al toque de su mamá y no le permitió a Armando alejarse de ella.
Su madre lo entendió y lloro pidiéndole disculpas. Entonces Betty le preguntó porque no había dicho ni una sola palabra en todos estos días, el por qué de su actitud.
Su madre la miró apenada y le confeso. Doña Julia, estaba celosa.
Si, celosa de su hija que había encontrado el coraje para enfrentar a Hermes, celosa de que no hubiera tenido miedo de empezar una y otra vez de nuevo, celosa de Betty convirtiéndose en esta mujer tan hermosa y con tanto carisma, celosa de su vida en países lejanos, celosa de ir y venir como quisiera sin darle explicaciones a nadie y celosa de la relación que tenía con Don Armando, quien la respetaba y la valoraba como una mujer independiente por encima de cualquier cosa.
Todas las cosas que Julia Solano quiso ser y que Julia Pinzón nunca fue.
Lloro y rogó el perdón de su amada hija, solo ella era la culpable de lo que se había convertido su vida, ella le había permitido una y otra vez a su marido controlar cada vez más cada aspecto de su vida hasta que solo fue una cáscara vacía esperando las órdenes de su marido.
La verdad era que Doña Julia ya no sabía cómo vivir, ni ser su propia persona. Y eso a Betty la hizo darse cuenta, todos estos años y a ella nunca se le ocurrió, nunca le preguntó… , viviendo feliz y despreocupada en otros países mientras su mamá sufría en silencio.
Como se volvió tan ciega? Se había concentrado tanto en su persona que dejó de ver los problemas de los demás.
En algún momento de todo este cruel descubrimiento madre e hija habían terminado abrazadas llorando y pidiéndose perdón.
Nicolás y Armando habían salido hacia rato y Armando fue a recepción y pidió otra habitación junto a la suya.
Esta noche las dejaría a las dos solas sanar la distancia que se había producido, él se sentía culpable y no iba a permitir que nadie le quitara a Betty su mamá.
Para cuando Betty y Doña Julia pudieron calmarse, Nicolás apareció un momento para despedirse, ya era muy tarde y el estaba agotado y hambriento. Betty le preguntó por su novio y este le contó cual era el plan.
Nicolás se fue y le prometió vigilar a Don Hermes y volver mañana con más noticias.
Pero Betty no estaba contenta, miró a su mamá y le dijo:
- Mamá, yo a usted la quiero mucho, y no sabe cuanta falta me ha hecho, y aunque desearía pasar la noche abrazada a usted yo-
- No tiene que explicármelo mija, yo ya me di cuenta, no es a mi a quien más necesita ahora.
Betty la beso y se fue en busca de su novio, y antes de salir su mamá habló.
- Es un buen hombre, Don Armando, mi yerno… es un buen hombre.
Betty solo sonrió. Si que lo era, perfecto para ella.
*** *** ***
Nicolás aparco su coche en la calle, la casa estaba en penumbras pero él sabía que dentro nadie dormía.
Subió las escaleras agotado y abrió la puerta.
Hermes estaba sentado en la cocina, la cara hinchada y llena de gasas y esparadrapos. Un vaso en la mano y la botella de whisky casi terminada.
Miró a ese hombre que había sido un padre para él, que le había abierto las puertas de su casa y en el que Nicolás veía un ejemplo de un hombre recto.
El recuerdo de Betty cayendo al suelo por el golpe, le recordó que no era tan bueno como pensó.
En esta casa Doña Julia, su segunda madre, lo había alimentado miles de veces y lo había consolado otras mil más. Como era posible que Hermes no se diera cuenta de lo que tenía y que lo perdería?
O tal vez esa era la cuestión, que sabía que perdería lo que tenía y por eso no quería que nadie ajeno se interpusiera.
Don Hermes lo miró con el ojo bueno y le preguntó con la voz ronca si había visto a su mujer.
- Esta con Betty y con Armando y esta noche no va a volver.
Hermes cerró los ojos y no dijo nada. Volvió a beber y se relleno el vaso.
- Dígame mijo, como está mi hija?
- Y como quiere que esté?
- Ese novio suyo tiene un buen gancho.
- Dígamelo a mi que aún me duele la mandíbula de recordarlo.
- Al menos me consuela saber que no teme pelearse con quien sea por defenderla.
- Eso es lo único que le consuela?
- Entiéndame mijo, de repente me di cuenta que ella ya no me necesitaba, ahora mi hija tiene otro hombre que la defienda… es muy duro de asimilar.
Nicolás se burló y se dio la vuelta para irse.
- Cuando va a entender que Betty no necesita quien la defienda? , ella sola puede. Ese es el problema Hermes, ese es el problema.
Don Hermes lo vio salir con lágrimas en los ojos, todos estaban en contra suyo.
Mientras la puerta se cerraba escucho a Nicolás:
- Sea un hombre Hermes y reconozca su error, por que si no tal cual ahora como es esta noche para usted, será el resto de su vida.
*** *** ***
Betty no había querido salir, no quería que nadie le viera la cara magullada, y para cuando se sintió segura que el maquillaje le cubría todo y la hinchazón habia bajado, solo les quedaban dos días en Bogotá antes de ir a Cartagena a ver a Doña Catalina y regresar a casa.
Casa, que bien sonaba eso. Allí en su pequeño apartamento en Berlín, con un cocina pequeña, con un cuarto pequeño, pero donde ella y Armando eran tremendamente felices…
Se vistieron y salieron intentado hacer en esos dos días lo que tendrían que haber hecho en una semana.
Se despidieron de los amigos de Ecomoda y Betty se alegro cuando vio a Aura Maria con un traje sastre en su puesto de trabajo.
Fueron a ver a los Mendoza y almorzaron con ellos y con Marcela y su familia y Betty comprobó que lo de Marcela no era una fachada, ella era feliz con su marido que la adoraba y su hermoso hijo.
En un momento dado se quedaron solos con sus suegros y Doña Margarita estiró las manos por encima de la mesa y le tomó una mano a cada uno.
Miró a su hijo con lágrimas en los ojos y simplemente le confeso.
- Hijo, nunca me perdonaré lo de Camila, y créeme cuando te digo que no me importa rogarte aquí y ahora que me perdones. Quiero que te vayas sabiendo que te amo y estoy orgullosa de ti.
Armando se levantó y abrazo a su mamá llorando por la confesión. Don Roberto miró a su familia unida y se emociono. Cuando su esposa soltó a su muchacho él también lo abrazó, para Don Roberto las palabras eran más difíciles de decir. Pero lo miró fijamente y le palmeo la nuca, solo le dijo “lo estás haciendo bien muchacho, muy bien”
Armando no pedía más.
Los Mendoza prometieron visitarlos en unos cuantos meses, tenían un nieto que conocer y aprovecharian para ir a Berlín.
Esa noche después de hacer el amor tiernamente Betty sostuvo a su amor con la cabeza en su estómago. Armando no emitía ningún ruido mientras los dedos de Betty bailaban en su cuero cabelludo y Betty tampoco dijo nada cuando sintió la humedad de las lágrimas de su novio en su estómago.
Le dio gracias a Dios porque sus suegros no le habían roto el corazón a Armando y así se quedaron dormidos.
Mañana prepararía todo y pasarían el día con Mario quien los esperaba con un almuerzo en el que también estaban invitados Nicolás y Doña Julia.
Fue una buena despedida, Betty no podía evitar contagiarse de la alegría que impregnaba la casa de Mario y Cynthia. Se olvidó de todo con una copa de vino en la mano y se rio hasta las lágrimas con las payasadas de Armando y Mario. Todos estaban felices y fue un día que quedaría en su memoria atesorado para siempre.
Ese día en esa casa no se derramó ni una sola lagrima de tristeza.
Se despidió de su mamá y Nicolás con el corazón encogido. Los extrañaría, pero realmente necesitaba llegar de una vez a su casa.
Aún no podría ser, una semana más en Cartagena.
*** *** ***
Armando no había dicho mucho y Betty se maldijo por ser tan estúpida. Pero ella realmente se había olvidado de Michel y todo lo que pasó con él.
Habían quedado con Catalina en uno de los restaurantes de él y cuando entraron los vieron a los dos sentados esperando.
Michel no había registrado a Armando y emocionado había intentado abrazar a Betty, quien le saludo pero manteniendo la distancia.
- Betty, mi amor, como te he extrañado.
Y entonces intento besarla.
Betty se había apartado como si estuviera tocando fuego. Lo miró con reproche y Michel no entendió su enojo.
Entonces se dio cuenta de que ella no estaba sola. A su lado Armando Mendoza, el hombre por el que Betty nunca había logrado amarlo.
Betty se puso al lado de Armando y le tomó el brazo. Armando no dijo nada y simplemente los saludo a todos con un movimiento de cabeza. Cata intentó aliviar la tensión y saludó cariñosamente a su amiga y a Armando, al que a pesar de no ver hace tantos años lo seguía queriendo como un buen amigo.
Michel lo saludo escuetamente y no se dejó vencer. Sin duda estaba feliz de ver a Betty y nadie le arruinaría la noche.
Pronto la compañía se relajo y cuando Betty se quiso dar cuenta se estaban riendo como antes. Bueno, todos menos Armando quien parecía ajeno a todo. No podía aportar nada, porque los recuerdos y las anécdotas que recordaban no lo incluían a él, las personas de las que hablaban él no las conocía y las fiestas y los sitios que mencionaban eran lugares donde él nunca estuvo.
Lo miró y él le sonrió. Pero podía ver que no la estaba pasando bien. Armando estaba enfadado, no había probado bocado y si su mano seguía apretando de esa forma el tenedor, iban a tener que sacárselo quirúrgicamente.
Cuando Armando la llevaba a alguna fiesta o reunión con sus amigos en Alemania y se daban las mismas situaciones que estas, Armando siempre interrumpía la historia o al que hablaba para explicarle a Betty quien era la persona de la que hablaban, donde quedaba el lugar o porqué era tan gracioso lo que habían dicho.
Siempre la hacía sentir parte de todo.
En cambio ahora él estaba ahí, bebiendo de su copa y mirando a todos con una sonrisa en su boca y con los ojos tristes. Porque Betty le dijo que había salido con Michel casi un año, pero no que con él fue a Brasil o que había sido Michel quien la cuido cuando se quebró una pierna.
De todo eso se estaba enterando ahora, y le dolía que él que era su novio ni siquiera supiera que Betty había aprendido a hacer esquí acuático con Michel. Se moría de rabia y de celos y solo el más profundo respeto por Cata y sobre todo por Betty le habían impedido levantarse de esa mesa e irse sin mirar atrás.
De pronto a Betty nada de esto le pareció bien. Ella se había enfadado con él cuando se entero de Katrina, y aún recordaba con vergüenza como se había comportado dejándolo solo, sin permitirle explicarse, cuando no tenía ningún derecho a reclamarle por hacer lo que ella misma había hecho y en cambio Armando nunca le preguntó por su pasada vida amorosa, a pesar de que tendría que haberse dado cuenta que Betty ya no era la misma chica tímida que le pedía que apagará la luz para hacer él amor. Él era un hombre experimentado, tendría que haber sabido que Betty había estado con otros hombres, pero nunca la cuestiono.
“Quizás porque siempre ha esperado que seas tú la que le hable de esto sin que él te tenga que interrogar? ”
Dejó la servilleta en la mesa y mientras Michel hablaba de esa vez que se quedaron dos días tirados camino a Bogotá y tuvieron que dormir los dos apretujados en un pequeño saco de dormir, Betty se levantó.
Todos la miraron y ella les sonrió.
- Me van a disculpar, pero ha sido un día muy largo y estoy tan feliz de verlos, pero estoy cansada y antes de irme a la cama me gustaría dar un paseo con mi novio, la verdad es que pareceré mezquina pero hoy apenas hemos tenido un minuto a solas y a pesar de que me he pasado el día con él a mi lado, lo extraño…
Le tendió la mano a su novio.
- Mi amor, me complaces con un paseo por la playa?
Armando le tomó la mano y le sonrió, esta vez si fue de verdad.
Se despidió de una divertida Cata y un celoso Michel y se fue con su amor a buscar un rincón solitario en la playa en el que hacer el amor.
Mañana sería otro día, y Betty le contaría absolutamente todo de su pasado. Ningún secreto más, no volvería a permitir que se repitiera otra situación como esta, porque Armando no sólo era su novio, su amor, su compañero, también era su mejor amigo, con él que más se reía, con él que más tiempo deseaba estar, quería que Armando supiera absolutamente todo de ella, que nadie en el mundo la conociera como él.
Él se lo merecía y ella haría lo imposible por estar a su altura.
Así era el amor y Betty no tenía nada que objetar.

*** *** ***
Bueno chicas, mañana el último capítulo.

Un tiempo después. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora