Capitulo 38

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Que diferente se siente cuando quitas las cerraduras del corazón, cuando dejas fluir los sentimientos, cuando sientes sin miedo aunque sea por un momento, cuando no te limitas y vives, solo vives y sonries. Que bonito cuando dejas que el momento fluya contigo y te lleve a perder la razón, y sabes, él es una de las forma más bonitas de perder el sentido...

Y sí que había perdido la razón al decir eso, o quizá no tanto, aún no lo sé. Lo que sí sé es que lo que me encontrababa viviendo era algo fuera de mis sentidos, de mi razón, de lo que soy, era una versión distinta de mi la que actuaba, la que me guiaba y me decía como debía de vivir el momento, ese en el que me perdía en sus magicas pupilas.

- ¿Oyé no deberíamos de irnos ya? Tu mamá nos va a descubrir - dije preocupada y empecé a ponerme las cosas para cubrir mi rostro.

- Sí, tienes razón vamos - me tomó de la mano y nos fuimos rápidamente hacia el frente de su casa.

- Gracias por todo, me la pase increible - le dije sonriendo.

- Gracias a ti, por querer quedarte y permitirme vivir esto feliz - me dijo muy elegre.

- Te quiero mucho - le dije mientras lo miraba a los ojos, un impulso me hizo perder el control y sin pensarlo me acerque hacia él y lo besé.

- Y ahora, ¿esto por qué? - Me pregunto sorprendido.

- Porque te lo mereces - dije ignorando lo loco que podría ser.

- ¡Wao! No sé que te paso hoy, pero te desconozco - dijo aún sorprendido.

- ¿Erick? ¿Donde estás? - Gritó su mamá desde su casa.

- Es mejor que me vaya - dije nerviosa.

- Sí, es mejor. Te veo luego - me dijo y me besó. Yo solo me perdí en ese último beso, un beso lleno de locura, lleno de todo lo que no quería permitir.

- ¡Hasta pronto! ¡Te quiero! - le dije, le di un fuerte abrazo, me acomode las gafas oscuras y me fui rápidamente.

Me quede a un lado de la casa de Lucia porque era un poco peligroso salir a la calle a esas horas de la noche, así que preferí esperar al chofer allí. Erick me hizo señas desde lo lejos y luego entro a su casa.

- Dios mío, me volví loca - dije depués de ver a Erick entrar a su casa - no puedo creer todo lo que hice, todo lo que me permití hacer - me mordí las uñas un poco nerviosa.

Vi un carro a lo lejos, era mi chofer, así que camine rápido antes de que entrara a la calle, me quite todo lo que me cubría el rostro y lo guarde en mi bolso. El chofer me alcanzó casi en la salida.

- ¡Que alivio que pude salir a tiempo! - dije para mí misma.

- ¿Que haces aquí? ¿Pense que ibas a estar en casa de Lucia? - me dijo sorprendido.

- Iban de salida, así que como vi que venías decidí no incomodar más y me vine antes - dije disimulando.

- Entendido. Sube señorita - dijo abriendome la puerta.

- Muchas gracias - dije y subí al auto.

En el camino iba perdida entre pensamientos y remordimientos. Amaba haber sacado todo y ser libre de mí misma, me sentía aliviada de por fin callar esas voces malignas; pero a la vez me sentía estúpida y con asco de mi misma por romper cada una de mis promesas, por olvidar mi orgullo y perder la dignidad con quién no debía, con el menos indicado, con quién solo me lastimaría. Ese día no sabía sí amarme o odiarme por todo lo que hice, pero entre más lo pensaba, más se torturaba mi alma y más me remordia la conciencia. No pude dormir durante toda la noche, solo pensaba una y otra vez en los besos de Erick, en mis impulsos y en aquel beso que se me escapo del alma, aquel que di sin pensar aquella noche de luna llena.
Recien salía el sol cuando sin pensarlo me quede dormida, perdida entre las contantes pesadillas con su nombre, su rostro y sus besos. Aún no sé si eran pesadillas o deseos.
En mis sueños todo tenía mucho color y brillo, pero a veces aparecía una sombra negra aplastante a la que yo le tenía mucho miedo, Erick me tomaba de la mano y me decía que no tuviera miedo, que ibamos a vencer esos monstros del pasado, esos a los que yo tanto temía y me llevaba corriendo por los campos llenos de flores, que al paso de la horrible sombra se iban marchitando poco a poco. "No mires atrás" me decía, mientras tomaba mi mano con más fuerza, dejaba de mirar la sombra por un minuto y observaba como las flores se llenaban de un intenso brillo a nuestro paso reía y todo tenía más color... De pronto sentía un golpe en la espalda, una sacudida o un ruido irritante, se escuchaban cuchicheos, voces lejanas y conocidas, todo procedia de mis espaldas, entonces sentía una impotencia que me hacía mirar y ignorar las palabras de Erick, que me  gritaba: "¡No lo hagas! ¡No voltees¡ ¡No mires!". La sombra ahora tenía un rostro, uno que yo conocía, era Sebastian y junto a él estaba Margaret, ambos se reían y se burlaban de mi pena, se burlaban de mis sentimientos... Al fondo había una rubía de ojos azules y profundos que llevaba un arma en su mano. De los lados salian chicas distintas, todas llenas de vergüenza y a la vez de ira... "¿Ira contra quién?", me preguntaba.
Sebastián me tiro de un brazo y caí en medio de toda la muchedumbre. Erick gritó lleno de panico y su imagen se me iba desvaneciendo mientras se me acercaban más las chicas. Me levante y vi frente a mí a la chica rubia. Me apunto decidida a acabar conmigo, mientras las otras chicas decian en coro: "¡Hazlo ya!". Yo cerré los ojos esperando el tiro, se escuchó un disparo dejando un eco y un silencio profundo. Pero no sentí nada, Erick se había atravesado frente a mi y ahora estaba tumbado en el suelo, sangrando de su pecho... Desperté exaltada y muerta de miedo, lloré contra la almohada minutos antes de que mis papás entraran a mi habitación a darme su beso de despedida. Ahí me di cuenta de que nada podía hacer, lo que sentía por Erick crecía como la mala hierba y me consumía por completo todo mi ser.

_Llamada Entrante de Erick_

"¿Por Dios qué hago? ¿Contesto o no contesto?" - dije para mí misma.
Recorde aquel horrible sueño y contesté de inmediato para saber que estaba bien.

《¡Hola! ¿Cómo amaneció la niña más hermosa del mundo?》

Se me dibujo una enorme sonrisa en el rostro. Pero tuve miedo de mis sentimientos de nuevo y no pude decir nada.

《¿Hola? ¿Estás ahí? ¿Hola?》

《Ehh... ¡Hola!》

- ¿Qué haces estúpida? - me dije y corté la llamada de inmediato. Me sentí completamente absurda y apague el celular porque quería paz. Me mantuve acupada con cosas para evitar tocar mi celular, pero podian más mis pensamientos conmigo que yo misma. Sin embargo logré controlarme y me mantuve todo el día lejos de todo. Salí a caminar, con mucho miedo de encontrarlo, sin saber que decir y volverme a perderme en sus labios sin pensarlo. Pero a la vez en el fondo de mi alma deseaba con todo mi ser encontrarlo y perder la razón de nuevo a su lado, pero para la desgracia de mis caprichos no lo encontré en ninguna parte.
Me fuí a mi lugar favorito, el conocía muy bien aquel bosque, yo lo sabía, sabía que me buscaría ahí primero y que me encontraría, pero quise engañarme a mi misma haciendome creer que le huía. Fui allí a buscar fragmentos de recuerdos con su nombre y de momentos que vivimos allí. Recuerdos del día en que desnudamos nuestra verdadera alma el uno con el otro, de el día en que le dije todo lo que llevaba por dentro y él a mí, de el día en que guardo mi secreto y yo guarde el suyo. Recuerdos de momentos en que mis lagrimas empapaban su camisa y me acurrucaba entre sus brazos hasta quedarme dormida. Recuerdos del día en que dijo quererme y me beso. Recuerdos de ese beso que me dejo el alma en pleno vuelo y colgando del cielo. Recuerdos de risas y lagrimas, de alegrías y tristezas, de días grises y de días soleados. Los mejores recuerdos estaban allí junto a mí.
Escribí en mi diario olvidado, aquel que hace años no tocaba para escribir ni una sola palabra y le dedique miles de versos, unos con inquietudes sobre mis sentimientos, otros con tristezas y remordimientos y otros con alegría, dulzura y encanto.
Y así se me fue el día entero, el día en que prometía olvidarlo por un momento y tomar un respiro, pero no pude, no lo hice. Él estuvo presente en cada uno de mis actos.

Amantes Bipolares ♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora