🌹~ siempre

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Capítulo 07: Siempre.

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—Y bien ¿De qué quieres hablar? —pregunto de manera cautelosa, sentado correctamente en el sillón de cuero negro en mi oficina.

Los antebrazos apoyados sobre el impecable escritorio de roble, ambas palmas una sobre de la otra. Observo fijo e intrigado al nervioso castaño frente a mí, mirando a todas direcciones desesperado, como si se arrepintiera de su petición.

No tengo la más remota idea del porqué él insiste en hablar conmigo, negándose a mi petición de regresar al trabajo, informando necesitaba hablar seriamente conmigo, de un tema que no puede posponer más tiempo.

Acepto que la curiosidad ha comenzado a hacer mella. Pero intento no hacérselo saber por medio de mis gestos al hombre que, por lo que percibo en sus aturdidos y perdidos ojos, va a dar marcha atrás.

Lo compruebo al descubrirle colocarse de pie con torpeza, empujando mas de lo necesario la silla, causando un rechinido molesto contra el piso. Enarco una ceja ante su sonrisa llena de nerviosismo, sus orbes azules pidiendo una muda disculpa.

—Lamento hacerle perder el tiempo, jefe —musitó inaudible.

Doy gracias a mi excelente audición. La delgadez de su voz, sonando tan baja me hubiese sido imposible el poder comprender lo dicho, con al parecer, un deje de vergüenza.

Aioros da media vuelta, caminando a paso apresurado hacia la puerta, con intenciones claras de marcharse sin decir más. Justo cuando su mano derecha gira el pomo me levanto con gracia, abrochando el botón de mi traje azul oscuro, casi negro.

—Espera. —Se detiene ante mi orden, casi como un robot.

Sonrió ladinamente, a sabiendas que no puede ver mi sonrisa al continuar dándome la espalda.

—¿Puedo irme? —Su petición tan a la defensiva me causa estupor.

Relamo mis labios, dándole alcance.

—Aioros ¿Qué sudece? —Su espalda se torna rígida, y sus hombros endurecidos—. Si te aflige algo puedes confiar en mi y contarme. Bien sabes qué, más que tu jefe, soy tu amigo.

No recibo respuesta. Al menos, no inmediata.

Más un murmuro roto, susurrado como el mejor de los secretos, llegando a mis oídos. Retrocedo con los ojos desorbitados y las cejas alzadas en incredulidad.

—¿Qué has dicho? —inquiero con seriedad, rogando escuchar mal. Sin posibilidades que aquello fuese cierto.

Lentamente gira, haciendo frente, con los puños ceñidos sobre su pantalón de vestir negro. Temblando con ligereza. Y, para mi confusión, con el rostro carmín, empapado en un llanto discreto.

—Me gustas, Camus. —Mis pupilas tiemblan, y únicamente atino a caminar en círculos, murmurando un; “Estás confundido”—. No, Cam. No lo estoy. Soy plenamente consciente que mi amor hacia ti es unilateral. Sin embargo, mantengo la esperanza en que un día, no muy lejano, puedas corresponder lo que siento por tu belleza y forma de ser con tanto desespero.

Atonico, detengo mis movimientos, dando negativas con la cabeza.

—No puedo corresponderte. Nunca voy a hacerlo —digo, con toda la intención de hacerle desistir. El que se aferre con tanta voluntad y esperanza no es sano, a sabiendas que nunca podrá ser.

Es un adulto que sabe lo que quiere, y no un adolescente indeciso. Pero el amor que dice tenerme le ciega, a tal punto de crearse una ilusión que solo vive y vivirá en su mente.

Irreal. Y dolorosa.

—Así que, es mejor que desistas cuánto antes y me olvides. Ahora necesito estar solo, por favor. —Cierro los ojos, apoyándome contra una de las paredes blanquecinas, respirando acelerado.

El sonido seco de la puerta siendo azotada con fuerza me hace sisear agradecido.

No quiero lidiar con un pretendiente más, me he cansado de rechazarles. Pero el qué se trate de uno de mis mejores amigos, torna mas complicado el asunto.

Y más difícil.

Un cuerpo cálido impactando contra mi espalda, y envolviéndome en un posesivo abrazo, inesperado. Tomándome con la guardia baja.

—Camus. Te amo.

Mis ojos se abren ante la fuerte palabra, que va mas allá de un simple enamoramiento.

Cuanto logro reaccionar, un rápido giro, y unos labios gruesos impactando contra los propios me recibe.

«Jodida mierda»
























==°🌹°==


Suaves besos en la parte trasera de su cuello, y leves caricias de unos fríos y traviesos dedos colándose bajo el dorso de su camiseta le hacen reír a carcajadas.

—Kardia, me desconcentras —reprendo felizmente, cortando los vegetales con dificultad a causa de su cuerpo ceñido al mío. Rozándose con intenciones de conseguir una tercera ronda de sexo mañanero.

Las agujas del reloj marcando las once de la mañana con cuarenta minutos, el tiempo escapándose de nuestras manos al estar ensimismados entre las sábanas, entregándonos con necesidad y amor. Poniéndole fin a causa del rugido de nuestros estómagos.

De pronto, sus labios besando y mordiendo humedamente mis clavículas me hacen recordar mi mas grande anhelo.

Seguro, y confiado en qué mi esposo accederá con emoción a ella. 

—Kardi. —Llamo, con la emoción burbujeando.

—Humm.

—¿Te has planteado la idea de poder adoptar? —pregunto con ilusión, misma que desaparece tal cual llegó—. Kardia.

Le siento apartarse de golpe, evadiendo responder. Simplemente marchándose sin mirarme.

Siendo frío.

Como nunca antes lo fue.

—Amor... —susurro afligido, con los orbes acuosos. A nada de derrumbarme en la cocina.

Las ganas de cocinar algo rico esfumándose.

«Lo arruiné»























==°🌹°==


Kardia. Que sorpresa que me llames, no creerás lo que...” —Corto mis palabras debido al lastimero sollozo en la otra línea—. “Respira, hermano. Ahora , dime que ocurrió”

“Estoy... en la cafe...tería cerca de tu... casa. Por... favor, ven rápido”

Y cuelga.

¿Qué demonios, Kardia?









































Cumplí. Ven que si soy buena 😅❤

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||11022020||

🍃🌷Camie🌷🍃

El Chico de Cabellos Escarlata © CɑʍմŚ×MíӀօDonde viven las historias. Descúbrelo ahora