🌹~ único

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Capítulo 13: Único.

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—Entonces, ¿le contaste? —pregunto sereno, cogiendo el vaso de refresco que me ha ofrecido, llevándolo a mis labios, e ingiriendo la bebida en pequeños sorbos.

—Lo siento, Aioros. Asumo mi error, no me correspondía decirle nada. Pero te vi tan hundido en la culpa que, me fue imposible evitar quedarme sin hacer nada por ti —explicó, con una sonrisa de lado, situándose a mi par, tomando mis manos con delicadeza—. Mi pecho se oprime al verte tan infeliz, tan desdichado, y sin ganas de salir a flote.

—No entiendes nada, Shura —contesto por lo bajo, percatándome de la acuosidad de mis ojos azules. Me deshago de su agarre, colocándome de pie.

—Creeme, te entiendo como ningún otro. —Se lamentó, con tanta pena y tristeza que las lágrimas surcan mis mejillas.

—Shura —susurro en un hilo de voz, contemplándole derrotado, y sin fuerzas. Entendiendo que también está enamorado—. Si amas tanto a esa persona, por favor, lucha por ella cueste lo que cueste. Mientras no ame a alguien más, no hay nada que te impida ganarte su amor —aconsejo, con una mueca de pesadumbre.

—Él no me quiere, ni está al tanto de mis sentimientos —negó con amargura—. Tan ensimismado en otro que no es capaz de verme, y percibir en mis ojos todo lo que tengo para darle. —Le doy una mirada de compasión, sentándome de nuevo y envolviendo mis brazos en su cuello. Apoyándole.

Su cuerpo tensándose me hace presionarle mas contra mi, enterrando la nariz en la lateral de su cuello. La fragancia impregnada en aquella zona, me hace suspirar de gozo.

La calma y tranquilidad llenando mi ser, no dispuesto a separarme por que sé, es aquí dónde pertenezco.

—A... A-Aioros. —Su tartamudeo me obliga a abrir los ojos de golpe, el jadeo que escapa de su boca avergonzándome.

—Lo... Lo siento —murmuro con el rostro caliente, descendiendo la vista, sin poder sostener la suya.

Pellizco los dedos de mis manos, un gesto que acostumbro a realizar cuando algo me avergüenza, y los nervios hacen de mi una gelatina incapaz de pronunciar bien una oración. 

—Aioros, mirame. —Sacudo la cabeza en oposición, mordisqueando mis labios—, por favor —suplicó con voz demandante.

Obedezco, conectando mis orbes con los suyos, nublados y cristalinos. Me asusto.

—Shura ¿Qué tienes? —acuno su rostro entre mis manos, invadiendo su espacio personal. Su caliente y acelerada respiración golpetea contra mis labios, hormiguean.

—Aioros —dijo en un quejido.

—¿Sí? —respondo, sin tener la voluntad necesaria para dejar de apreciar aquellos verdes fanales, poco usuales. Pero que le hacen especial.  

Relame sus resecos labios, encorvándose.— La persona a la que amo, y por quién sufro, eres tu —reveló, rompiendo la cercanía, y escabulléndose a su habitación en silencio.

Permanezco en estupor, sin mover un solo músculo. Él lo ha entendido, y se ha alejado al saber, sería rechazado.

No intentó nada, tan solo, se confesó.

El Chico de Cabellos Escarlata © CɑʍմŚ×MíӀօDonde viven las historias. Descúbrelo ahora