🌹~ ahora

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Capítulo 16: ahora.

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—¿Piensas decir algo, o es que acaso has decidido dar marcha atrás a todo esto? —pregunto tranquilo, mirándole con una mueca de seriedad. Aun si por dentro me carcome la curiosidad al querer descubrir que fue lo que le obligó a regresar, y mostrarse de nuevo ante mí, pese a ya tantos años sin vernos las caras.

Su regreso no causa efecto alguno en mi cuerpo, mucho menos en mi corazón. Si hace tiempo él me hubiese buscado con demasía, arrepentido o no de sus actos y de su traición. Siendo una puñalada que se incrustó sin piedad ni misericordia alguna en el órgano que me mantiene con vida, amenazando con detenerse al no contar con la suficiente resistencia.

Soportar sus mentiras, tragándome cada una de sus míseras palabras, mismas que me endulzaron el oído, creyéndomelas completas. Resultando lo más doloroso su infidelidad, que no vi venir de ningún sitio, muy seguro que aquello nunca pasaría en nuestra relación.

Siendo un chico soñador y juguetón, que tomaba las cosas a broma, no teniendo nada que ver con ser una persona doble cara que le mostraba una personalidad diferente a la que en verdad era. No. Podría ser infantil, pero nunca faltaría a quien tuviese mi corazón en sus manos; porque Kanon lo poseía sin saber, y sin apreciarlo cual mágico y especial tesoro, destruyéndolo sin un ápice de titubeo o remordimiento. Asegurando con certeza, no lo pensaría dos veces para lanzarme a sus brazos, rogándole el darnos una segunda oportunidad. Pero todo quedo en el pasado, pisoteado. Al ser en ese entonces alguien que no poseía una experiencia amorosa truncada o no correspondía, y, por ende, no empleaba el raciocinio. Era capaz de rebajarme y rogar por que las cosas fuesen como anteriormente. Incluso si todo se volvía tóxico. Me importaba muy poco.

El aislamiento y reclusión al que me sometí por voluntad propia, no deseando asimilar la pérdida inesperada de mamá, quien murió guardando el secreto de su enfermedad, llevándolo con ella a la tumba. Misma que acabó por matarla en silencio, sin nosotros sufrir desde un principio los estragos de sus malestares diarios, con ella aludiendo no era nada. Le creímos, y cuanto nos arrepentimos Kardia y yo de ser tan crédulos.

Si pidiésemos retroceder el tiempo, no cabe duda que permaneceríamos a su lado; siendo el soporte que necesitaba para sonreír son sinceridad, no aquellas sonrisas que nos regalaba a cada uno, falsas, pero haciéndonos verla se trataba de una genuina y albergada en dicha y felicidad. Demostrándole cuán importante es para nosotros, sus amados retoños, que dejaron atrás la niñez y adolescencia, velando por ella hasta el trágico final, y que hoy en día, son hombres hechos y derechos. Pero así lo tuvo previsto, soportando todo, sola.

Kardia nunca quiso trabajar, no culminó siquiera la secundaria, mucho menos obtuvo un título universitario para llenar de orgullo a mama. Nada puedo desaparecer el brillo en sus azules ojos, tras comprometerse con Deguel, y, posteriormente, contraer matrimonio con él; desprendiéndose del nido que mamá tuvo que formar para nosotros a una edad temprana, enorgulleciéndola al saber, su primogénito encontró a la persona adecuada con quien compartir sus alegrías y tristezas. Un compañero por toda la eternidad.

—Lo siento, Milo. —Rio secamente a sus cortas palabras. No significan nada ya.

—Es muy tarde para disculparse, Kanon —musito en un bajo suspiro—. El pasado debe quedarse atrás. Ni siquiera se el por qué te permití hacer esto. —Colocándome de pie, y dirigiendo mis pasos a la entrada, le invito a abandonar mi hogar.

El Chico de Cabellos Escarlata © CɑʍմŚ×MíӀօDonde viven las historias. Descúbrelo ahora