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Capítulo 14: En.

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Notre-Dama International High School.
París, Francia
Año 2007


Con un característico resplandor lleno de ilusión en los ojos, tornándose acuosos de un instante a otro, le contemplo fijo y sin parpadear. Tiro de mi labio inferior una y otra vez, chupándolo en un acto de nerviosismo.

Asiento con calma, dándole a entender que le escucho perfectamente, no perdiendo detalle de sus gestos.

—Entonces... ¿Si podrás? —preguntó rascando su nunca, apartando la mirada con un sonrojo en sus mejillas.

El calor golpea mi rostro sin consideraciones; obligo a mis pestañas a sacudirse con fuerza, apretando los ojos en señal de vergüenza. Aquel castaño de uniforme escolar desordenado frente a mi, hace que el corazón quiera escapar por mi boca.

Desde el primer instante en que le vi, supe con seguridad, el calorcito que me hacía reír y gritar por las noches ante su simple recuerdo, era un enamoramiento genuino y puro. No me cautivo su cuerpo tonificado y musculoso, tampoco esos orbes verdes en los que sucumbo en ocasiones. Su personalidad alegre para con todos, y su alta capacidad de hacer amistades. Fue un flechazo.

«Aioria», murmuro para mis adentros, bajando el rostro por necesidad.

El no puede descubrir que me encuentro tan, o mas avergonzado que él mismo. Ni pensar.

—Cla... Cla-claro —respondo titubeante, maldiciendo por actuar con tanta timidez, a sabiendas que estoy en su presencia.

Pego un brinquito al contacto de sus grandes y morenas manos, tomando y envolviendo las propias. Encajando a la perfección.

—Camus... —susurró con su caliente aliento golpeando en mi oído derecho, estremeciéndome de pies a cabeza.

—¿S...sí? —inquiero, conectando miradas a causa de su tenue y tibio agarre en mi mentón, levantándolo con una sonrisa genuina.

—Te estaré esperando, ansioso. —Trago fuerte debido a sus palabras. Clavando las uñas pintadas de un carmín en mi pantalón encolar, respirando de forma rítmica—. Se puntual, y, por favor, no te atrevas a osar el dejarme plantado —soltó en broma, brindando una palmada corta mi el hombro.

—No... No lo haré —afirmo, acompañado de un asentimiento.

—Confío en ti, pequeño —comunicó, para seguidamente, alejarse y perderse entre los pasillos del Instituto.

Una vez compruebo se encuentra fuera de mi campo de visión libero el aire retenido en mis pulmones. Dando firmes golopesitos en la zona del órgano que me mantiene con vida, sintiéndolo acelerado.

—Tranquilizante, Camus. No debes sacar conclusiones, bien sabes que existe una alta posibilidad de ser solo una conversación como las anteriores. —Me recuerdo, sacudiendo la cabeza y encaminándose al aula correspondiente.

El Chico de Cabellos Escarlata © CɑʍմŚ×MíӀօDonde viven las historias. Descúbrelo ahora