Capítulo 15: Castigo [Editado]

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|Advertencia:
El siguiente capítulo contiene violencia explícita que podría ser demasiado gráfica para algunos lectores. Se recomienda discreción.|

En sus fosas nasales aún predominaba el aroma de Lucien por sobre todas las cosas que le rodeaban; un aroma que tan bien le hacía sentir, por lo general, pero que en ese momento le hacía sentir el peso de la culpa por... Bueno, muchas cosas. Y es que, esta vez, el aroma de Lucien estaba manchado de sangre, recordándole como una fuerte tortura de que eran enemigos. Enemigos naturales.

Con movimientos lentos y algo torpes terminó de ponerse los pantalones. Su mirada estaba fija en el claro delante de él donde los primeros rayos del amanecer se reflejaban con un bonito color rosáceo. Algo que no estaba apreciando al estar pensando en la cantidad de heridos bajo su mando, y toda la mierda en la que estaba metido. Y si bien los heridos no habían sido demasiados, sólo unos cuántos, si estaban bastante graves.

Y como no había querido caminar de vuelta a su casa, sólo tomó uno de sus uniformes de guerra que estaban guardados en el lugar donde practicaban la batalla cuerpo a cuerpo, y se fue a bañar al riachuelo más cercano.

Tan ido estaba, que no se percató de que no estaba solo hasta que sintió unas calientes manos apoyándose en sus desnudos hombros.

Dio un respingo y volteó rápidamente a mirar, encontrándose con la preocupada mirada de Nicola.

—No creí que estarías acá. ¿Todo bien? —preguntó el pelinegro mientras deslizaba suavemente sus manos por la espalda de Casper, hasta retirarlas por completo cuando llegó al dobladillo del pantalón.

Casper, en aquel extraño estado en el que estaba, frunció el ceño y se dio media vuelta para mirar de lleno a su jefe y mejor amigo. Encogiéndose de hombros.

—No lo sé. No me gusta esto, Nic. Lo sabes.

Si bien decía aquello, nunca había dicho tan directamente que no estaba de acuerdo con la guerra. Pero para él era obvio que el líder del clan lo sabía, se conocían de toda la vida, ¿cómo no se iba a dar cuenta?

Sentir las manos de Nicola sobre sus hombros le ayudó a saber que, efectivamente, estaba en lo correcto.

—Lo sé —comenzó a decir el moreno. —Pero hay que hacerlo.

Casper frunció el puente de su nariz, bajando la mirada, acongojado. Nicola presionó los labios en un rictus.

—Tuve cinco heridos y cinco muertos, Nicola. ¿De verdad lo estoy haciendo bien?

Se sentía casi como un cachorro al estar preguntando algo como eso, pero era, quizás, la única pregunta que podía expresar frente a Nicola, porque algo respecto a Lucien... Imposible.

—Casper... —El mayor rodó los ojos. —Cinco heridos y cinco muertos es nada. Eran vampiros, y según lo que me dijeron, el líder del ejército de los vampiros se volvió loco.

Vaya. Si tan sólo Nicola supiera el porqué...

Casper se humedeció los labios y miró al moreno directamente. La culpa siendo una bomba ácida en la boca de su estómago.

—¿Cómo fue que tuvimos cinco caídos? —Nicola le preguntó casi con dulzura.

¿No estaba molesto? ¿Histérico? ¿Qué mierda estaba pasando? ¿Era normal que le preguntara sobre algo tan serio con aquel aire tan despreocupado?

Olfateó un poco el aire.

Ahora todo tenía sentido.

Nicola estaba usando su encanto para hacerlo sentir más tranquilo. No era que no estuviese enojado o preocupado, era que estaba tan centrado en hacerlo sentir bien, no culpable, que sus feromonas parecían rodearlo para dominarlo y, así, hacerlo sentir en confianza.

¿Tan mal se veía como para recurrir a algo como eso?

Suspiró con suavidad. Incluso si ambos eran Alfa, las feromonas de Nicola eran mucho más poderosas al ser el líder de la manada.

Quizás, estaría bien permitirle el paso a ese relajo.

—Uhm... —dijo de forma pensativa antes de continuar hablando. —Tuve que matarlos porque estaban infectados de sangre de vampiro. Quisieron matarme, así que...

—Uh. Entiendo. No importa. —Nicola se apresuró en hablar, dándole unos golpecitos amistosos en los hombros. —Deberíamos ir por algo de comer y luego te vas a dormir. Más tarde debemos planear el próximo ataque.

—Nic... —Casper puso sus manos sobre las de Nicola, tragando saliva con pesadez. —Lo siento.
Hubo un momento de silencio, donde sólo se miraron fijamente, hasta que el mayor negó.

—Tranquilo. Nos aseguraremos de que no vuelva a pasar, ¿si?

Y como sin nada, Nicola se soltó de su agarre y se dio media vuelta para caminar hacia el centro del pueblo.

Mierda.

Esa situación le hacía sentir aún peor.

Aún peor por estar muriendo de ganas por saber si es que Lucien estaba bien...

TRATADO DE PAZ  | [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora