Capítulo 13: Sospechas [Editado]

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Casper estuvo peleando con su animal interno entre sí debía o no masturbarse. Su cabeza estaba hecha un lío, así como también sus sentimientos. ¿Qué sentía por Lucien? ¿Por qué lo necesitaba cerca? ¿Por qué se excitaba con él de aquella manera? Estaba mal, joder, estaba jodidamente mal. Aún su cuerpo ardía, aún cada parte que había sido tocada por el vampiro, ardía; su agradable aroma aún inundaba sus fosas nasales, aún se impregnaba en él y le hacía sentir mareado, así que dando una rápida mirada a su entrepierna, negó, metiéndose rápidamente al agua que ya estaba helada, aprovechando que su ropa ya había terminado en el suelo hace varios minutos atrás.

Un fuerte siseo salió de entre sus labios con el primer contacto que tuvo con el agua. Luego, poco a poco se fue acostumbrando. Y a medida de que la temperatura bajaba, su mente se iba aclarando.

Y no estaba muy seguro del camino que esos pensamientos estaban tomando.
Así que se lavó lo más rápido que pudo. Una vez salió del agua, se vistió con la misma rapidez. Lo mejor, era no pensar en ello.

Al salir del baño, no le costó percibir que la presencia del vampiro ya no se encontraba allí; y fue como un puñetazo a su estómago. Casper se humedeció los labios y caminó con fingida tranquilidad hacia aquel papel que había llamado su atención. Pero estaba conteniendo la respiración, conteniendo aquellas desagradables sensaciones que se instalaron en la boca de su estómago.

Con dedos temblorosos tomó la nota, y con el corazón siendo presionado por lo que parecían ser las fauces de su propia bestia interna, leyó aquel mensaje.

Maldición.

Rodó los ojos y soltó un bufido, pero aún así guardó la nota en el bolsillo de su pantalón.

Si las cosas eran así para Lucien, mala suerte, pero él no daría vuelta atrás. Con urgencia tomó sus pertenencias, sin llegar a abrigarse; la ira ya burbujeaba en su sangre como para no sentir el frío que golpeaba el bosque cuando por fin se vio a sí mismo fuera de la cabaña. Movió la cabeza de un lado a otro, haciendo sonar su cuello, lo cual hizo también con sus muñecas. Inhaló profundamente y, con aquella molesta, dolorosa y desagradable sensación en su pecho, corrió hacia la villa de los licántropos...

Decidido a encontrar a los hijos de puta que habían dañado al precioso vampiro.

***

Medio tropezando, Lucien entró por el ventanal de su oficina, todo estaba tal cual la había dejado. A excepción de la nueva presencia en la habitación.

Estaba jodido.

Estático en su lugar, el peligris observaba como Theodore se acercaba rápidamente y a paso firme con el ceño fruncido en su rostro. El más bajo podría jurar que recibiría un golpe inolvidable; no se quejaría, se lo merecía. Y bastante.

—Chanyeol, puedo explicar...

Las palabras del más bajo se vieron silenciadas por el abrazo imprevisto del peliblanco. Lucien se encontraba sin palabras. Theodore era una persona de poco contacto físico. Incluso, a pesar de sus varios siglos de amistad, nunca se había visto en aquella situación.

—Idiota... —la voz del mayor se escuchaba ronca y con nerviosismo. El más bajo podía escuchar el corazón acelerado del contrario —¿Dónde te habías metido? —Theodore suspiró pesadamente para luego tomar por los hombros al peligris y alejarse un par de centímetros, encontrándose con la mirada sorprendida de Lucien.

Las facciones de Theodore se habían suavizado, al menos hasta que sintió el olor a sangre seca. Su ceño se volvió a fruncir, fijándose con escrutinio en las prendas del contrario; la fuente del olor.

—Maldición Lucien, ¿En qué te metiste? ¿Estás bien? —con tono preocupado, Theodore comenzó a palpar el cuerpo del menor sobre su ropa, como en busca de alguna herida.
—Estoy bien, estoy bien —con suavidad, Lucien tomó una de las manos del contrario para tratar de calmarlo.

"Vamos Lucien, con qué mierda de excusa vas a salir ahora."

—Es sólo que bebí demasiado, cuando volvía a la mansión me desvié, ya sabes como soy cuando me emborracho —explicó el peligris —de alguna forma terminé en el borde del acantilado Oeste y resbalé... Quizás debería reconsiderar cambiar mi cama por una de ramas y rocas puntiagudas —bromeó tratando de alivianar un poco la tensión, pero sólo recibió un puñetazo suave en el abdomen.

Ahí estaba, eso estaba esperando. Ese era el Theodore que conocía.

El peliblanco nuevamente suspiró.

—Lamento haber estado ausente tanto tiempo —Lucien realmente parecía apenado, no le gustaba mentirle a su mejor amigo, y sabía que le había hecho preocupar, pero si le contaba la verdad... Mierda, ni siquiera quería pensar en eso.

—¿Por qué no vas a dormir? Mañana el Consejo de Originales se reunirá para discutir sobre tu última misión y una posible segunda. Tienes que descansar. —Con suavidad, le dió un par de golpes en el hombro izquierdo como dándole apoyo. Lucien sólo asintió.

—Nos vemos en la sala de reuniones —confirmó el vampiro más joven mientras observaba a Theodore abrir la puerta principal.

—No llegues tarde.

Con esa última frase el peliblanco desapareció de la visión de Lucien. Este no pudo evitar soltar un suspiro pesado.

TRATADO DE PAZ  | [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora