Capítulo 27: Fetiches

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¿Cuántos días habían pasado? No lo sabía, era imposible saberlo. Todo se había vuelto negro.

Recién ahora podía sentir un pequeño cosquilleo en las puntas de sus dedos. Finalmente estaba recuperando la conciencia.

¿Pero hace cuanto que no descansaba de esa forma?

En los últimos mil años no recordaba haberse sentido tan tranquilo como lo estaba sintiendo ahora. No había ruido, ni órdenes, ni sentimientos de por medio interfiriendo con la toma de decisiones importantes.

Chanyeol sentía el pecho cálido, como si algo se encargara de mantenerle en un espacio calmo y relajado. Y agradecía muchísimo eso.

Todo estaba oscuro, pero el vampiro podía sentir una débil pero cálida luz chocando contra sus párpados. Sentía como un pequeño cosquilleo acariciaba sus mejillas.

Una sutil fragancia a canela inundó sus fosas nasales. Aquella fragancia que se le estaba haciendo bastante común.

El peliblanco lentamente abrió sus párpados para encontrarse con la tez morena del licántropo frente a él. Estaba completamente desorientado. No había ningún tipo de contexto; y JongIn le estaba besando.

Una media sonrisa socarrona se instaló en la comisura de los labios del vampiro. ¿Por qué no molestarlo un poco?

—No sabía que te tenías este tipo de fetiches, pulgoso. —una pequeña risita se escapó de su boca.

JongIn alzó las cejas, sorprendido y aliviado, cuando se percató de que ChanYeol estaba recobrando la conciencia, que estaba volviendo en sí, una alegría que cosquilleó bajo su piel hasta que, en cosa de segundos, el chupasangre salió con aquel comentario que irremediablemente calentó sus mejillas porque, joder, obviamente la situación era bastante comprometedora.

—Ya quisieras, maldito chupasangre. —murmuró el menor con un gruñido resonando de por medio desde lo más profundo de su garganta. Claramente avergonzado.

Con el puente de su nariz fruncido y aprovechando el agarre que tenía en contra de la nuca del más alto, eliminó la distancia entre ellos pero de una forma distinta, dando más bien un pequeño golpe con su frente en contra de la frente del vampiro antes de apartarse definitivamente, sin salir de encima e ignorando el hecho de que ese tipo de "demostraciones" los alfas de su manada solían hacerla cuando se sentían cómodos con una persona.

Algo intrigado por la acción del menor, Chanyeol se le quedó mirando unos segundos mientras este se alejaba.

—Es bueno ver que despiertas. —dijo el licántropo mientras se cruzaba de brazos y suavizaba un poco su expresión. —¿Cómo te sientes? ¿Debería ir y conseguirte algún animal?

Y ahí estaba, su instinto sobreprotector mezclado con una repentina ansiedad que, esperaba, el vampiro no pudiera oler ni notar porque eso, definitivamente, sería extremadamente molesto y vergonzoso.

—Pica un poco, pero ya no me quema el esófago—el vampiro se sentó con cuidado sobre la cama —supongo que eso es un avance. Pero no es necesario que vayas a buscar algún animal, tengo algunas reservas. —el peliblanco dió una mirada rápida al lugar en dónde se encontraban.

Una cabaña hogareña y acogedora a simple vista. Por un momento, las obligaciones de Chanyeol parecieron desaparecer por un momento. Ahora sólo necesitaba recuperar sus fuerzas.

Con atención, el moreno escuchó a ChanYeol, mirándolo detenidamente. De hecho sí, se veía bien, aunque su voz sonaba algo rasposa, más ronca de lo normal y, de algún modo, eso es bastante agradable de escuchar, más si se tenía en cuenta que por primera vez se encontraban en un ambiente tranquilo, sin alcohol de por medio, sin tener que susurrarse para poder comunicarse sin llamar la atención de las personas a su alrededor.

TRATADO DE PAZ  | [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora