|Advertencia:
El siguiente capítulo contiene violencia explícita que podría ser demasiado gráfica para algunos lectores. Se recomienda discreción.|Corrió lo más rápido que sus cuatro patas le permitieron, con sólo una idea en mente: Encontrar a Lucien.
Los pasillos serpenteaban de una forma extraña y elegante bajo las blancas paredes de aquella mansión extremadamente lujosa. El aroma a sangre inundaba cada rincón del lugar y, los destrozos, hacían que todo pareciera un escenario de guerra.
Y lo era.
Los chupasangre habían llegado más rápido de lo esperado, y si bien estaban preparados, siempre su plan principal era escapar antes de que pudieran existir bajas dentro de sus filas.
Realmente esperaba que todo en el muelle estuviese yendo mejor de lo que aquellos aullidos y desgarradores gritos, le hacían imaginar.
Siguiendo el aroma del jefe del ejército enemigo, Casper dobló en el siguiente pasillo. Sus sentidos en su forma animal eran mucho más agudos de lo normal, así que no le costaba saber que Lucien ya estaba solo, que aquellos vampiros que entraron con él se dispersaron por la mansión para buscar licántropos.
Y él, se había encargado de dejarlos en bandeja de plata...
"Traidor". Susurró una vocecilla dentro de su cabeza, pero la ignoró por completo. Los hijos de puta que se había encargado de encerrar en distintas habitaciones de toda la mansión, eran tres de los hijos de puta que noches atrás habían atacado a Lucien.
Debían pagar con la misma moneda.
El problema era que, los otros dos lobos, estaban cerca de Lucien, y si bien sabía que el chico podría con ambos -no por nada era el jefe del ejército- quería ser él quien le entregara la ofrenda.
Sí. Estaba traicionando a su manada de la peor manera.
En cosa de segundos entró a un enorme salón que, al parecer, servía para celebrar estúpidas y ostentosas fiestas. Y allí, en medio del salón, estaba Lucien, tras él, un lobo inconsciente, al parecer los dos bastardos restantes ya habían encontrado al vampiro. Delante del peligris había un lobo mostrando sus afilados dientes en amenazantes gruñidos; cuerpo en posición de ataque.
No lo iba a permitir.
Su corazón latía con fuerza dentro de su pecho y la ansiedad se lo estaba comiendo desde el momento en que sintió el aroma de Lucien al entrar a la mansión, y se vio en la obligación de mandar a Simon y a Leona con los demás lobos en el muelle. Siempre supo que el primer lugar que Lucien pisaría, sería aquel donde se encontrase la familia que debía proteger, y por lo mismo él, había decidido encargarse de ese lugar con sus propias manos.
Era tiempo de actuar.
Cuando el lobo frente al vampiro recargó el peso de su fornido cuerpo en sus patas traseras para poder impulsarse y atacar, Casper se abalanzó contra él en un movimiento extremadamente rápido. Su negro pelaje contrastaba en medio de todos aquellos colores claros que adornaban el salón y, por sobretodo, ayudándole a verse como una tremenda y poderosa sombra negra sobre aquel lobo grisáceo.
Todo fue muy rápido. Todos los sentidos del vampiro estaban alerta. Pero ver a la enorme sombra negra abalanzarse sobre el lobo gris, había tomado a Lucien completamente por sorpresa.
"... ¿Casper? "
Primero dio un fuerte mordisco sobre el lomo de su subordinado, y antes de que este pudiera ver siquiera de quién se trataba, lo agarró del cuello con su hocico y se apresuró en tirarlo hacia uno de los gruesos pilares del lugar. Lo levantó como si pesara menos de un kilo, pero en el momento en que el lobo gris se azotó contra aquella blanca superficie, su cuerpo provocó un sonido desagradable, rompiendo parte de la estructura con su lomo que crujió como si un par de costillas de hubiesen comprometidas con aquello.
Y esperaba que fuera así.
La adrenalina, la ira y la frustración palpitaban dentro de sus venas. Haciéndolo hervir. La decisión había caído sobre él pesadamente, y le hacía estar completamente seguro de que, lo que estaba haciendo, aquellos hijos de puta se lo merecían.
No necesitó comprobar si es que el lobo estaba inconsciente, era claro que lo estaba, así que inmediatamente se volteó hacia el vampiro que no parecía entender ni mierda de lo que acababa de suceder en una simple fracción de segundos.
Sus amarillos ojos, que algo de naranjo también parecían tener, quedaron fijos en el rostro del peligris mientras avanzaba hacia él con un paso lento y casi hipnotizante. No estaba seguro de si Lucien lo reconocería de aquel modo, así que antes de que el vampiro decidiera atacarlo, tomó su forma humana, importándole una real mierda quedar desnudo frente al más bajo; después de todo, estaban lo suficientemente cerca como para que, si Lucien no miraba hacia abajo, no le vería más que del torso hacia arriba.
Y, aún así, se acercó más. Hasta que sus descalzos pies chocaron con las elegantes botas del chupasangre.
Sus extremidades cosquilleaban por haber cambiado tan repentinamente cuando aún se sentía más animal que humano. Pero no se iba a arriesgar a ser atacado. Y como debía ser todo rápido para no levantar sospecha, ni siquiera esperó a que Lucien dijera algo, simplemente le puso un dedo bajo el mentón y lo obligó a alzar la cabeza en su dirección.
—Son tuyos —comenzó a decir. Su voz sonando grave y rasposa. —Están los cinco imbéciles que te atacaron, aquí, dentro de la mansión. Y puedes hacer con ellos lo que te venga en gana, capitán. —arrastró la última palabra en una especie de siseo seductor que fue aún más claro con la forma en que entrecerró los ojos y esbozó una ladina sonrisa. Lucien se veía salvaje, y eso le gustaba. —Yo cubriré sus muertes, así que... —se inclinó hacia el frente para susurrarle al oído. —Disfrútalo, cariño.
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TRATADO DE PAZ | [En edición]
FanfictionLos territorios Norte y Sur conflictúan desde hace siglos en la historia, y la zona de paz es lo único que evita una guerra capaz de extinguir a una raza completa. Pero luego de que alguien cometiera sacrilegio a sus reglas de convivencia, los enem...