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Adrien se despertó muy temprano en la mañana, para su suerte Frank ya estaba despierto y desayunando en el pequeño recibidor que tenía el hotel, le dejo dicho que saldría a caminar y a dar vueltas por la ciudad, que se lo dijera a su padre apenas lo viera para que no se preocupe, el castaño asintió y continuo bebiendo su café.

El rubio camino y camino, se sentía feliz estando ahí, nadie lo paraba o lo miraba raro, era solo el y no tenía que vivir a la sobra de su carrera como modelo; de tanto caminar llegó a la estatua del prócer que Frank mencionó, se tomó una selfie allí, y luego decidió visitar su museo, el cual estaba hecho en la casa en la cual vivió el emblemático héroe, después de eso volvió caminando al centro y entro en el restaurante que habían visitado la noche anterior, tenía mucho hambre.

─Buenos días Sarah─ saludo apenas vio a la pelinegra

─¡Adrien!─ grito fuertemente para que Nathalie la cual estaba acomodando unas cosas en el mostrador escuchará y se esconda ─Que bueno verte─ sonríe

─Lo mismo digo, tengo bastante hambre, ¿sirven desayunos?─ pregunto crédulo

─¿Crees que estaríamos abiertos si no lo hiciéramos?─ ríe ─Ven por aquí, ponte cómodo y pide lo que gustes─ lo sienta sobre el mostrador, lugar típico en donde las personas se sentaban a desayunar

─Quisiera una malteada de chocolate con dos croissant─ dijo cerrando el menú ─Y otra cosa, ¿podrías abrirme una cuenta?, luego mi asistente pasa y pága, olvide mi tarjeta

─Claro, no hay problema─ guiña un ojo y entra en la cocina, allí le da la orden al cocinero y luego mira a su amiga

─Dile que no hay, llevale un te con dos galletas de avena─ bufo la ex ejecutiva mirando fijamente a su amiga

─¿Y que se de cuenta que estás acá escondida?─ rodea sus ojos ─Dejalo vivir

─Tiene una dieta estricta a la cual seguir─ se quejó

─No hoy─ sonríe

Con la orden lista, la mujer salió de la cocina y le entrego al modelo su pedido, luego se sentó en el lugar de Nathalie y lo observó, el chico miraba la malteada con culpa.

─¿Sabe mal o algo?─ pregunto preocupada

─No, perdón, no es por eso, es que yo antes solía tener una asistente que no me dejaba comer estas cosas, y me recordó a ella─ sonríe con melancolía ─Me imaginé que si la probaba ella entraría por la puerta para retarme y cambiar mi pedido por un té con galletas de avena y miel─ agarra su croissant

─Que aburrido─ comento jocosa

─Si. . .odiaba esa tonta dieta, pero sabes, era divertido, solía comer cosas a escondidas para hacerla enojar, y ahora que tengo un nuevo asistente que ni siquiera me nota, la extrañó.

─¿Que pasó con ella?

─Se peleo con mi padre y se fue─ suspira ─De verdad la extraño─ mira a Sarah ─No quiero abrumarte con mis problemas, pero perdí a mi madre, y ella se convirtió en una para mí, por eso comia cosas fuera de la dieta, cuando me retaba me sentía bien, porque lucía como una madre preocupada y eso me gustaba 

─Suena como una gran persona.

─Lo es─ muerde el croissant

─¿Y por que no vas con ella a buscarla y decirle todo esto?

─No se dónde se fue, pareciera como si la tierra se la hubiera tragado─ bebé la malteada ─Me gustaría volver a verla pero cada vez se vuelve imposible

Miraculous: Quiero estar contigo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora