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Era un nuevo día en el distrito de Boulogne-sur-Mer, la azabache y su amiga abrieron temprano el restaurant para comenzar con su día, era una mañana bastante cálida, el primero en entrar por la puerta fue Paul, hoy tenía trabajo por lo que no desayunaria en el lugar, lo que si podía hacer era pasar a saludar y dejarle un ramo de rosas azules a Nathalie, está lo tomo y agradeció, el hombre tras dar el regalo se retiró del lugar con una gran sonrisa.

─Las prefiero rojas─ comento la ejecutiva observando el ramo

─Bueno, el pobre no tiene la culpa que estén de moda esas rosas reñidas─ replicó la pelinegra ─Se ven bonitas, ojalá a mí me dieran rosas asi─ suspira

Minutos después el que atravesó la puerta con un inmenso ramo de rosas rojas fue Gabriel, este estaba confiado, pero al llegar al mostrador y ver que Nathalie ya tenía un ramo entre sus manos, se quedó congelado.

─Tarde señor─ lo burló Sarah

─Parece que si─ dijo desilusionado

─¿Crees que con un ramo de rosas vas a solucionar las cosas?─ bufo la de mechón rojo

─Pense que si─ dice con desilución, luego le entregá el ramo a Sarah, está lo toma alegre y lo pone en un jarrón que había ahí cerca

─No Gabriel, no lo resuelve en lo absoluto─  dice sin verlo

─Nathalie─ la llama, está lo ignora ─Mirame─ suplico, está lo hace ─Te amo─ dijo en tono dulce

─No pienso lanzarme a tus brazos─ se quejó

─¿Que debo hacer para que me perdones?─ pregunto en tono de súplica

─Irte─ se gira y entra en la cocina para buscar un florero y poner las rosas de Paul

─Te daré un consejo─ susurro Sarah acercandose a el ─Cuando Alex la hacía enojar, le regalaba una caja de arándanos bañados en chocolate y un oso─ hace silencio ─Trata, tal vez te funcione

─¿No te meteré en problemas?─ ella niega

─Nath ni sabe que yo sé eso, porque cree que se le ocurrió a Álex y en realidad soy yo el cerebro detrás de todo─ guiña un ojo ─Ademas no me contó sobre eso, hazlo  será una rara coincidencia pero le gustará

─Gracias─ se va

─Se fue─ grito la de ojos marrones, su amiga salió con el jarrón y la rosas azules

─No me estaba escondiendo─ bufo ─Y por favor tira esas rosas

─¿Estas loca?─ se cruza de brazos ─Se ven preciosas y se qué opinas lo mismo

─Lo que tú digas─ replicó restandole importancia

─Se que sonaré como loca, pero no puedes dejar a ese príncipe tallado a mano irse así nomás.

─Algun día me vas a volver loca Sarah─ bufo

─Bueno, tal vez, pero mi insistencia con Paul era antes de saber que este estaba loquito por ti─ hace una pausa ─No seas tonta

─Rompio mi corazón, ¿y quieres que vuelva así como así con el?, no Sarah, por ahora no puedo, no me importan los regalos, yo quiero alguien que me ame de verdad y no diga palabras vacias─ se cruza de brazos

─Sos extremadamente difícil Nathalie─ se quejó, luego la puerta del lugar se abrió, ahora era turno del rubio, la ejecutiva se quedó perpleja al ver aquellos orbes color verde recaer sobre ella ─Adrien, amigo mío, bienvenido

─Hola Sarah─ ignora a Nathalie ─Quiero tres croissant y una malteada de extra chocolate─ ordenó tranquilo

─Sus deseos son órdenes─entra en la cocina

Miraculous: Quiero estar contigo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora