Avaricia

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—¡A un lado, herida abierta! —gritaba un médico llevando en una camilla a Jake.

Me quedé estático en el pasillo viendo como todo pasaba en cámara lenta. Todo era un alboroto en el hospital. Personas heridas suplicando, médicos corriendo tratando de calmarlos, internos nerviosos y despistados; ajeno a todo eso estaba Louis quien recién caía en la gravedad de la situación.

—¡Niall! Gracias a Dios viniste, tenemos mucho trabajo. ¡Un techo derrumbado! ¡Cirugías por montones! ¿Podrías ayudarnos? —casi me rogó de rodillas mi amiga pelirroja, April.

—Bien —tomé el expediente de sus manos—. Me encargaré de él —señalé a Harry quien venía en una camilla y una rubia intentaba calmarlo.

Los seguí hasta que se adentraron en una habitación.

—Niall, es mi paciente —me dejó en claro. Lo había olvidado. Competencia y avaricia es algo derrochaba este hospital.

En otra camilla iba Jake completamente inconsciente y con médicos alterados a su alrededor. Su camisa estaba rajada y con sangre. Pasaron tan rápido que no alcancé a ver qué le ocurría. Cirugía de urgencia, no se veía bien.

—¿Mi esposo? ¿A dónde lo llevan? —inquirió Harry levantándose de la camilla bruscamente. Hizo un quejido de dolor y volvió a recostarse.

—Nos avisarán pronto, señor —dijo la residente.

La puerta se abrió de golpe.

—¿Qué hay? —se acercó la especialista.

—Respiración disminuida izquierda. Posible neumotórax.

—Inserte tubo en el pecho si es necesario. Llámame si es quirúrgico.

Y se marchó dejándonos solos. Vi y Harry y supe que tomaría medidas desesperadas solo para ser yo quien lo atendiera. No dudaba del talento de la rubia, pero yo conocía casi a la perfección al rizado y sabía calmarlo. Alguien familiar le serviría y mucho. Además, lo hacía por Louis.

—Oye, Halsey, este joven solo tiene unos golpes. Nada que unas horas en espera no solucionen. Yo conseguí un caso mejor que esto y te lo regalaré si eso quieres. Un niño llegó con un tumor inoperable en su médula. Me habían elegido a mí para que lo atendiera, pero creo que tú eres mucho mejor que yo. Tienes más capacitación y experiencia.

—¿Estás bromeando?

Bien, brillo en sus ojos. Un poco más y estaría a mi merced.

—¿Por qué quieres quedarte con él?

—Es un amigo.

—¿De veras me darás esa cirugía única?

Asentí y ella salió corriendo para buscar una cirugía inexistente.

Cada viernes por la noche [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora