QUINCE

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Resulta que tenía el auto más cerca de lo que pensaba...

Al desesperarme, acorté mi vista y quedé mirando fijamente a casa de los Jacobsen. Pero seguía pensativa, tratando de unir las pocas o escazas piezas que tenía a la mano. Cuando mi mente capto algo.

¡Bingo! Los Jacobsen tienen una camioneta.

Ahora no tenía que idearme sólo cómo salir de acá, sino también como llegar a conseguir las llaves de ese auto.

Sonaba como si iba a robarlo. No quería robarlo.

-Busca otra opción, otra opción, otra opción... -la impaciencia aparecía. -Claro, Q. Ese auto en parte es de Quentin.

Todo cobró sentido, y se aclaró mi mente.

Cada noche subía a ese techo a tocar su ventana, no era difícil.

Lo pensé unas tres veces, y en el 100% de las veces que lo visualicé en mi mente, resultaba exitoso. Mi único problema era el tiempo. Mientras más seguía pensando, más tiempo estaba perdiendo.

-Lo haré. -exclamé en un susurro.

Me aseguré nuevamente de tener todo, tomé mi mochila y abrí mi ventana lentamente, procurando hacer el menor ruido posible. Al estar abierta y asegurada, rapidamente estuve sobre el techo. Bajé el árbol que estaba junto a él y ya en un instante estaba en la calle. Me detuve en medio y miré calle arriba y calle abajo.

-Estúpida ciudad de papel -susurré con rabia.

Margo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora