capítulo 1

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Si existiera un premio a la mayor torpeza, definitivamente la mía ganaría ¿Cómo se me ocurre lanzar un zapato en la calle? ¿Por qué no hice como una persona común y corriente haría? Pero no

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Si existiera un premio a la mayor torpeza, definitivamente la mía ganaría ¿Cómo se me ocurre lanzar un zapato en la calle? ¿Por qué no hice como una persona común y corriente haría? Pero no... si Amalia Sandoval no se roba el show con su torpeza, el mundo no giraría como debiera de ser.

Odio mi vida en este momento, odio mis zapatos, odio al que me robo, odio el no haber despertado temprano, odio a mi ex por romper conmigo el día de nuestro compromiso, argh... odio el haber golpeado al chico lindo y odio mi vida... Ah ya lo mencioné.

—Lo siento... otra vez —vuelvo a repetir al ver como Hale (así me dijo que se llamaba) se queja cuando la doctora vuelve a poner el algodón con alcohol en su herida ensangrentada. "Gracias a Dios y no lleva puntos"

—Todavía no logro entender ¿Cómo se te ocurre lanzar un zapato en plena avenida? —El idiota se burla de mi torpeza y eso me molesta.

—Ya dije que fue autodefensa, vi la oportunidad de recuperar mis cosas y no la dude ni un segundo —la doctora termina su labor y se va dejándonos solos.

Hale clava su grisácea mirada sobre la mía intimidándome un poco. Desde que tuve la oportunidad de ver su rostro, no puedo negar que todo él transfiere un aire de superioridad e intimidación impresionante.
Su tez pálida en conjunto a su fría mirada grisácea le dan un aire de total intimidación. Su cabellera dorada en conjunto a sus labios frambuesa cautivan a cualquiera. Pero lo que más me impresiona es su porte... no se como explicarlo, su simple presencia capta la atención de las personas a su alrededor, en especial la mía.

—¿Cuál es tu nombre? Me golpeaste con tu zapato, me trajiste a emergencias y aún no se tu nombre —. Ese repentino interés me emociona y no tengo razones para está reacción.

— Amalia... mi nombre es Amalia —me pongo de pie dispuesta a ver de cerca su herida ya vendada. El frunce el ceño confundido por mi cercanía— creo que no te quedará marca.

El hace una mueca— por tu culpa tendré que cancelar mi viaje a Inglaterra.

Me encojo de hombros— ¡no es para tanto!

—Dile eso a mi familia —lo susurra por lo bajo para sí pero no puedo evitar escuchar. De repente Hale se pone de pie como si de algo se hubiera olvidado causando que su torso me empuje hacía atrás.

Sus buenos reflejos evitan que caiga de bruces en el frio suelo de la clínica — lo siento.

Su aroma bloquea mis sentidos por un momento— no hay problema.

No puedo evitar el rubor que cubre mis mejillas al darme cuenta de sus manos en mi cintura. Mis manos en sus pectorales hormiguean deseosas de explorar.

¿Qué rayos me pasa?

Por un segundo creo notar su mirada en mis labios pero el timbre de un celular nos saca de la burbuja en la que nos sumergimos por un instante.
El carraspea mientras suelta mi cintura y yo me alejo torpemente— disculpa —él atiende la llamada algo irritado— ¿Qué sucede? —empieza a caminar hacia el otro extremo de la habitación. Yo me siento nuevamente luchando con mis hormonas ¡Amalia cálmate! ¡Dios! ¡parezco una adolescente hormonal! No puedo evitar pensar al notar el redondeado trasero que porta Hale.

Por culpa de unos zapatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora