28. Escape

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Me quedé totalmente quieta. Mi vista seguía fija en él. No podía apartar la mirada. Su cuerpo inerte se había quedado en una posición para nada natural. Tirado en el suelo boca arriba y encima de sus piernas. Mis ojos lo revisaban una y otra vez. Comenzaba por contemplar su mirada. Su mirada completamente muerta y sin expresión. Sus ojos se habían quedado con un color más claro del normal. Su boca se había quedado entreabierta, como si antes de morir fuera a decir algo, o a gritarme. Supongo que nunca lo sabré. Pero, lo que más me llamaba y que nunca podría olvidar era el lugar. El lugar en el que había dado con mi visión láser. Su pecho. Observé como la kriptonita se había derretido por todo su pecho y lo había quemado hasta la muerte.

Fue una muerte rápida. No sé si eso me consolaba. Morgan había tenido una muerte rápida. Morgan había muerto. Morgan había sido asesinado. Yo maté a Morgan. Yo fui la que asesiné a Morgan. Yo era una asesina. Asesina. Asesina. La palabra comenzó a rebotar en mi cabeza.

No sé cuando ni cómo pero sentí que me desvanecía de mi cuerpo, que realmente la que estaba en esa habitación con un cadáver no era yo, sino que era otra persona. Me sentía flotando en la habitación y viendo a la persona que antes había sido yo. La persona que estaba ahí era la que había matado a Morgan, yo era inocente. Sí, yo no había hecho nada.

Después de unos segundos, algo me empezó a perturbar. La sensación de que flotaba comenzó a desvanecerse. Escuchaba sonidos a mi alrededor, pero no podía diferenciar lo que decían. Una y otra vez se metían en mi cabeza. Suspiros, gritos, susurros... todos de forma ininteligible. Cerré los ojos intentando alejarlos, intentando quedarme en esa sensación de bienestar y calma en la que había entrado, pero algo me llamaba. Algo me atraía a seguir los susurros, a volver a mi cuerpo.

Entonces, me dejé ir. Volví a mi cuerpo y volví a divisar al cadáver en frente de mí. Nada había cambiado, tan solo había vuelto.



- ¡Kara! ¡Por favor, Kara, contéstame! Dime que estás bien... Necesito que... lo digas...



Ahí fue cuando me di cuenta del contenido de los susurros. Mi nombre. Todos eran mi nombre. Todos eran un intento de Lena para llegar a mí. Para llegar a mi subconsciente. Ella era el motivo por el que había vuelto. Ella...

Salí del trance en el que me encontraba y levanté la mirada... En ese momento, recordé la escena que acababa de vivir. Mi expresión cambió totalmente cuando vi el cuchillo que seguía en la parte izquierda de su estómago clavado. Observé horrorizada como pequeñas gotas de sangre resbalaban por este y llegaba hasta el suelo. Y ahí esta ella, con una mirada débil sin apartar la vista de mí, sin quejarse, tan solo esperando pacientemente a que yo me recompusiera.

Me levanté y me acerqué a ella tan rápido como pude. Mi corazón empezó a latir abruptamente, de tal forma que pensaba que se saldría de mi pecho. Comencé a desatarla con cuidado, no necesitaba que yo le hiciera más daño. En cuanto le desaté las manos, vi como se desestabilizaba, no era capaz de mantenerse de pie. La apoyé con cuidado en la cruz y desaté sus piernas.

La cogí en brazos nada más la liberé. La saqué de esa habitación infernal y la llevé al pasillo. Allí la dejé en el suelo. Me levanté nerviosa y comencé a caminar de un lado a otro. Llevé mis manos a la cabeza. ¿Qué iba hacer ahora? Necesitaba llevarla a un hospital, pero ¿qué le diríamos allí? Tendría que confesar el asesinato y... yo no quería ir a la cárcel. No quería que acabara así, ni siquiera sabía si Lena saldría de esta. Tenía que actuar con rapidez.



- Tengo que llevarte a un hospital. Si quieres vamos a un hospital tuyo, me da igual. - ella se giró y me miró a los ojos.

- No.

Smart Investigations [Supercorp]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora