29. Pensamientos

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Lena se acercó a mí con la llave en la mano y con un gesto de su cabeza me indicó que la siguiera por la enorme recepción del hotel. Nunca había estado en un hotel tan lujoso, y una parte de mí agradecía que no hubiera nadie en la recepción ya que no sabría cómo comportarme. Lena caminaba con una gracia felina hasta el ascensor, por segundos se me olvidaba que estaba gravemente herida. Supongo que la gente no debería enterarse de su estado para nuestra seguridad. Solo, rezaba, para que la actuación que estaba llevando a cabo no fuera un problema para su herida o demasiado dolorosa para ella.

Pronto llegamos a nuestro piso, después de un incómodo silencio en el ascensor. Notaba cierta tensión por parte de ambas. Había tantas cosas por decir y a la vez, tenía tanto miedo de sacarlas al exterior... Supongo que ella sentía lo mismo... O, por lo menos, eso esperaba. Esperaba que no fuera la única en tener miedo de lo que iba a pasar entre nosotras, en cómo lo ocurrido hace una hora podía cambiar nuestra relación.

Salí del ascensor detrás de ella. Su caminar seguro contrastaba con el mío nervioso. Era increíble cómo podía manejar sus sentimientos tan bien. Nadie estaría así después de un intento de asesinato. En cuanto dejé de observarla, me di cuenta de que ya habíamos llegado a nuestra habitación. Nuestra, sí. Al parecer, Lena solo había cogido una habitación, por lo que tocaba compartirla. Supongo que sería lo mejor para permanecer desapercibidas y más seguras.

La habitación era una suite enorme. En el centro de la estancia se encontraba una gran cama doble que miraba hacia el ventanal. Había muchos muebles y electrodomésticos repartidos por la habitación, pero estaba tan exhausta como para ponerme a investigar el terreno. Preferí dejarlo estar, no necesitaba controlar esta estancia, para eso ya estaba Lena aquí.

Entré en la suite y me fui directa a los ventanales mientras escuchaba a Lena meterse en cama. Ella tenía que descansar... Observar San Diego de noche era algo muy diferente a hacerlo con National City. Había mucha más gente y un bullicio mayor. No era tan relajante como lo podía ser mi cuidad. Nunca pensé que podría echarla de menos...

- Sabes que no necesitas mantener esa faceta de seguridad aquí, ¿verdad? - le lancé a Lena sin apartar la mirada de las luces de la calle.

- ¿Qué quieres decir con eso? - dijo con un tono algo serio.

- Entiendo que delante de la gente te muestres firme, impasible; pero conmigo no hace falta que lo hagas. - me giré y la observé. Estaba tumbada en la cama tapada con el edredón. Me fijé en cómo su expresión fue cambiando mientras hablaba hasta que, finalmente, un rastro de nerviosismo apareció en su cara. El cual, rápidamente, lo eliminó.

- No tienes idea de nada.

- Pues entonces explícamelo. - le pedí acercándome a ella. - Sé que ya no confías en mí cómo antes, pero siempre fui yo. Todo lo que vivimos, todo lo que te dije, todo lo que sentí y compartimos era verdad. Era yo realmente. Y sigo siendo esa misma persona. Tan solo, Lena, déjame ayudarte. Aunque no confíes en mí, aunque nunca vuelvas a hacerlo. Tan sólo déjame ayudarte hasta que te recuperes y entonces, si así lo deseas, no me volverás a ver. - le solté intentando controlar mis lágrimas. No quería mostrarme tan afectada por esto.

- Eso no es lo que quiero, Kara.

- Es que no sé lo que quieres, Lena.

- ¿Podríamos dejar esto ahora? - suplicó - Por favor... - asentí con la cabeza. Supongo que el silencio me había afectado demasiado. Me acerqué a la cama y me senté en la esquina opuesta a ella para no molestarla. - ¿Podrías tumbarte conmigo? - la miré interrogante - Me haría sentir algo más segura. - mintió. Lo noté por su tono de voz, pero no le di demasiada importancia.

Smart Investigations [Supercorp]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora