PRÓLOGO

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"Se acerca una tormenta

El deseo se quema

Una guerra está llamando"

Hace mucho tiempo, en una galaxia muy muy lejana...

Tres niñas se encontraban en el amplio jardín de su hogar, la más grande junto a la más pequeña se perseguían mutuamente, jugando a las atrapadas, mientras su hermana del medio solo las observaba en silencio. Eran un gran contraste ella junto a su hermana mayor, Sola eran muy parecidas, cabellos rizados color chocolate, ojos marrones y piel blanca, mientras que su hermana menor, Naileah tenía el cabello ondulado color negro, ojos de un marrón oscuro que a veces lucia más como negro y la piel un poco bronceada.

La pequeña alejó sus pensamientos, al percatarse que de nuevo su hermana menor hacia levitar las cosas, las niñas no sabían a qué se debía, pero desde que recuerdan la menor puede hacer levitar objetos, sus padres le habían prohibido hacerlo sin ninguna razón aparente, pero la menor no podía controlarlo, no sabía cómo o por qué pasaba eso y aunque no fuese un peligro aterraba a la pequeña.
La más pequeña rápidamente dejó de jugar al percatarse que todo flotaba huyendo para encerrarse en su habitación. Era normal que hiciera eso, ella misma se tenía miedo y eso dejaba un desagradable sentimiento de preocupación en sus dos hermanas mayores, pero ninguna sabía cómo ayudarla.

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Las tres hermanas observaban a sus padres hablar con un señor, ambos negaban y decía cosas que las niñas no lograban oír, rápidamente Padmé, la mayor, identificó al señor como un Jedi, por su vestimenta y su arma que colgaba en el cinturón de este, que un Jedi estuviera ahí en su hogar solo podía significar dos cosas, alguien en ese lugar era sensible a la Fuerza o sus padres corrían peligro, después de todo eran senadores representantes de su planeta en la república.

Ella es sensible, tiene que venir con nosotros, la Orden la cuidara bien. —Su padre observó a las tres niñas y llamó a Naileah, su pequeña hermana, Padmé sintió un terrible miedo y tristeza, ella no quería que su hermana se convirtiera en Jedi. Ya que según con la información de la que disponía, ella no podría tener ningún lazo afectivo, y era muy poca la probabilidad de volverla a ver, después de todo entrenará durante años, además de que después se la pasaría por toda la galaxia poniendo su vida en riesgo. La menor se acercó al Jedi y sus padres, el primero se puso a su altura dándole una amigable sonrisa, sabía lo que pasaría, tuvo algunas visiones al respecto, pequeñas, pero sin duda muy claras, algo que no había comentado a su familia pues no sabía si era algo malo.

Hola pequeña, mi nombre es Mace Windu y pertenezco al Consejo Jedi. Tendrás que venir conmigo durante un largo tiempo. — La menor lo miró confundida pues aún no entendía lo que quería decir, era extraño para Padmé pues comúnmente solo hubieran informado a sus padres que su hermana era sensible y se la llevarían, pero en ese momento pareciera que le estaban dando a elegir.

¿on uste?, no entiedo. La pequeña dijo con su voz aniñada y con palabras que apenas y se entendían, el mayor la miró para después asentir con paciencia y ponerse de pie. El tipo al ver que no respondía nada más, decidió continuar hablando.

Tienes un don que pocos poseen, así que tendrás que venir conmigo para entrenarte. La menor miró a sus padres y estos apartaron la vista, fue ahí donde entendió todo era pequeña pero aun así sabía lo que pasaba, no estaba en manos de ella ni de nadie si iría o no, solo del maestro Jedi frente a ella, decidió no oponerse, pues, aunque sus padres quisieran no podrían detener al hombre. Su progenitor le indico que fuese a empacar y así lo hizo acompañada de sus hermanas. Ellas la tranquilizaron diciéndole que sería un tiempo corto, pero sus corazones se rompían por mentirle de ese modo a su pequeña hermana, pero era tarde las lágrimas de la menor ya habían salido y nada podría detenerlas.

EMPIRES  (Obi-Wan Kenobi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora