EMPIRES (Obi-Wan Kenobi)

CAPÍTULO 8

Batalla de Geonosis

Obi-Wan

Cuando aquellas palabras salieron de la boca de la joven mi cuerpo se quedó inmóvil, mi cerebro procesaba lo que acababa de decir y mi corazón había comenzado a latir tan rápidamente que sentía como si se fuese a salir de mi pecho. Sentía como si todo fuese un sueño, no podía creer que ella sintiese lo mismo que yo salí de mis pensamientos al ver como su cuerpo caía de repente, actué rápido y la sujete con dificultad debido a las esposas que apresaban mis manos, la observe cerrar los ojos y fruncir el ceño.

No sabía que pasaba, pero la preocupación me invadió, si había pasado como en Kamino que toda su energía se esfumo sin razón aparente sería un problema pues debíamos luchar para salir de aquí y si ella estaba en ese estado sería muy difícil lograr huir, escuche como susurraba cosas que no podía entender además de que se removía ligeramente. De un momento a otro abrió los ojos, se veía confundida y aturdida, asintió levemente, me impulse para levantarnos logrando ponernos de pie otra vez, aunque intente saber que pasaba ella evito mi pregunta y siguió con su semblante aturdido. Respondí ante lo que me había dicho antes, sentía mi cara arder y sin duda mi corazón desbocado ella me miro para decir algo, sus orbes oscuros brillaban, pero fue interrumpida por el movimiento del carruaje, este avanzo saliendo por la puerta para ser recibidos por ensordecedores gritos de una gran multitud de soldados geonosianos, nuestro escape comenzaba a tener bastantes complicaciones.

Naileah

Los ensordecedores gritos seguían, varios soldados geonosianos ataron cadenas a nuestras esposas para después sujetarlas a un par de pilares, había cuatro de estos en total, a mí me habían puesto a un pilar de distancia del castaño haciendo imposible que pudiéramos comunicarnos sin tener que gritar, el sol ardiente golpeaba nuestros rostros haciendo que los tuviéramos que entrecerrar, cuando acabaron de sujetar las cadenas a los pilares nos dejaron así amarrados, el tiempo pasaba mientras planeaba un escape no sería fácil pues había soldados por todo el lugar. Una hora paso para que escucháramos de nuevo como se abría la puerta, el carruaje avanzaba de nuevo, a mis ojos llego la vista de Anakin junto a la senadora en este, un suspiro abandono mi ser. Una sola orden tenía debía cuidar de la senadora y la trae a el lugar más peligroso por el momento, el me miro con una de sus características sonrisas, pero yo le di una mala mirada, al Skywalker lo sujetaron al pilar que estaba entre Obi-Wan y yo y a la senadora al pilar que estaba a mi lado, los gritos habían aumentado en demasía.

— Eres increíble. — Hable yo a mi amigo quien me miro con inocencia.

— Lo sé, llego tu salvador, Nai. — Contesto despreocupado e incluso pude percibir orgullo en su respuesta.

— ¡Debías mantenerla a salvo! — Reclame con molestia.

— Eso hago. — Hablo esta vez con seriedad, yo solo rodé los ojos, en esta ocasión mi amigo había sido un idiota.

— ¡En serio! Oh, ¡Claro! La trajiste a una ejecución, el lugar más seguro en toda la galaxia. — Anakin ya no pudo responder pues esta vez su atención fue llamada por su maestro, yo suspire y mire al frente, ignore lo que decían y me gire levemente para verificar que la senadora se encontrara bien.

— Veo que su discusión va para largo. — Hablo la castaña llamando mi atención asentí en su dirección y pude ver como comenzaba a intentar abrir sus esposas, yo solo suspire y me relaje necesitaría toda mi Fuerza para lo que hare.

— Supongo que se callaran en algún momento. — Respondí, pero me detuve al ver en un balcón al conde Dooku.

Cuando lo que supuse era el líder de los geonosianos comenzó a llamar su atención haciéndolos callar, para que después dijera algo y de nuevo los gritos estallaran. Tres compuertas comenzaron a abrirse y de estas comenzaron a salir tres enormes bestias, vaya que sería un gran show el que daríamos además que alguien comería doble porción.