2. El resfriado

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Al día siguiente, el abuelito se levantó temprano. La semana anterior había bajado a Dörfli para vender todas las cosas que hizo con la madera: cuencos, cucharas, etc. Y ese día decidió bajar hasta Maienfeld para vender todo lo que había hecho en los últimos días. Heidi se levantó un rato después.

-Heidi, hoy bajaré hasta Maienfeld para vender todo esto. -dijo el abuelito mientras metía todos los objetos en un cesto grande. -Con el dinero que gane quiero comprar algunas cosas que no venden en Dörfli. No volveré hasta la tarde. ¿Quieres venir conmigo o vas a quedarte aquí con Niebla? Estarás sola todo el día y hoy Pedro ya no subirá a los pastos.

-Pues... creo que iré a visitar a la abuelita. Quiero ir a leerle los Salmos y también aprovecharé para estar con Pedro mientras trabaja en su taller. -dijo la muchacha. -Espera que preparo mi mochila y bajo contigo hasta la cabaña de Pedro.

Heidi fue corriendo a buscar su mochila, metió en ella algún libro para leer mientras estuviera en casa de Pedro y se la puso en la espalda.

-Ya estoy abuelito, podemos irnos.

-Niebla, vigila bien. –dijo el abuelito al viejo Niebla, el cual estaba como siempre tumbado en la hierba.

-¡Adiós Niebla!

Abuelo y nieta descendieron hasta llegar a la altura de la cabaña de Pedro, en donde la joven se quedaría todo el día. Ambos se despidieron hasta la tarde.

-¡Adiós abuelito, nos vemos luego!

-Adiós, Heidi. Cuando regrese vendré a buscarte y subiremos juntos hasta la cabaña.

-De acuerdo.

El abuelito se fue y Heidi llamó a la puerta de la cabaña de Pedro. Años atrás habría entrado empujando la puerta llamando a voces a la abuelita, como siempre había hecho. Brígida, la madre de Pedro, fue a abrir.

-¡Buenos días tía Brígida!

-¡Que sorpresa! Buenos días Heidi. Pasa, no te quedes ahí fuera.

-¿Quién es, Brígida? -preguntó la abuelita ciega desde el salón de la casa.

-¡Abuelita, soy yo, Heidi! -exclamó la joven, mientras corría para abrazarla.

-¡Qué alegría tan grande tenerte aquí, Heidi!

-El abuelito ha ido hasta Maienfeld para vender sus cosas y no volverá hasta la tarde, así que he venido para haceros compañía.

-Has hecho bien Heidi, así no estarás tan sola ahí arriba en la cabaña. –dijo la abuelita.

-Sí. ¿Dónde está Pedro? ¿Está en el taller trabajando?

-No Heidi, ahora está durmiendo. -dijo Brígida. -Ha cogido un resfriado y está con fiebre. Debió de ser por la tormenta de ayer.

-Sabía que iba a resfriarse, acabó todo empapado de agua.

-Antes se despertó y le hice una infusión, pero se volvió a acostar un rato más. Espero que le ayude un poco.

-Seguro que sí.

-Tengo que ir a Dörfli a hacer unos recados. ¿Puedes quedarte con Pedro y con la abuela? Yo regresaré a la hora de comer.

-Por supuesto tía Brígida. No te preocupes, tú vete tranquila.

-Gracias Heidi, nos vemos más tarde.

Cuando Brígida se marchó, Heidi subió a ver a Pedro, el cual dormía con un trapo húmedo en la frente. Heidi se sentó en el borde de la cama mientras se reía tiernamente al escucharle roncar, estaba profundamente dormido y no se enteraba de la presencia de Heidi. Le retiró el trapo y le tocó la frente, todavía tenía un poco de fiebre. Al lado de la cama había un cuenco con agua tibia, la muchacha mojó el trapo, lo escurrió bien y se lo volvió a poner a su amigo en la frente. Pedro siempre cuidaba de Heidi en cualquier momento y ahora ella quería cuidarle a él. Después del abuelito, Pedro era la persona más importante para Heidi. Ella le tenía un cariño muy especial por todos los años de amistad y momentos que habían compartido juntos. Durante unos segundos, Heidi le miraba, le parecía muy tierno dormido a pesar de no tener buena cara por el resfriado. Se fijó en que en algunas partes de su cara le estaba creciendo la barba nuevamente y no se había afeitado bien. Heidi se rió tiernamente, a veces él era un poco desastroso. Aún así, Pedro era un joven atractivo. Heidi no era tonta, sabía que él también había cambiado con los años. Pero parecía no prestarle mucha atención a eso, al menos por el momento.

Heidi está creciendo (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora