17. Confesiones

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Heidi corría sin parar hacia a los pastos. Cuando por fin llegó, vio a Pedro tumbado en el suelo y a las cabras pastando alrededor. La joven silbó y lo llamó.

-¡Pedro!

Este se levantó del suelo al escuchar su nombre y se sorprendió al ver a la muchacha correr hacia él.

-¿Heidi? ¿Qué haces aquí, qué ha pasado?

Sin llegar a contestarle, Heidi se tiró a él, abrazándolo fuertemente. Pedro no se lo esperaba, pero sin decir nada la abrazó él también.

-¡Pedro, perdóname! ¡Soy una tonta por no haberme dado cuenta antes! ¡Lo siento! -exclamó Heidi llorando.

El muchacho la miraba desconcertado, no entendía nada de lo que estaba pasando.

-En mi vida solo ha habido dos hombres importantes, uno de ellos es el abuelito y el otro eres tú. Pedro, eres parte de mi vida. ¡No puedo imaginarme una vida lejos de ti! -dijo Heidi mientras le abrazaba y las lágrimas caían por sus mejillas. 

Pedro se había quedado de piedra, Heidi nunca le había dicho algo así. El joven no se lo pensó dos veces, ese era el momento. Tomó el rostro de Heidi con las manos e hizo que le mirara a los ojos mientras le secaba las lágrimas. Por fin, decidió confesarle sus sentimientos.

-Te quiero Heidi. -empezó diciendo Pedro sin apartar sus ojos de los de ella. -Ya no puedo verte sólo como mi mejor amiga... eres más que eso, cáscaras. Perdóname por no habértelo dicho antes... no sabía cómo hacerlo. Lo intentaba pero me echaba para atrás porque...

-¡Yo también te quiero Pedro! -exclamó Heidi, mientras el joven seguía hablando.

-...tenía miedo de que me rechazaras y... ¡¿Cómo has dicho?! -exclamó Pedro, abriendo los ojos por completo. 

-¡Que yo también te quiero! -exclamó Heidi sonriendo.

Pedro se quedó boquiabierto, no se creía lo que acababa de escuchar.

-¡Cáscaras! ¿Lo dices de verdad, Heidi? -preguntó Pedro, mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro.

-¡Claro que sí! -respondió Heidi. -Yo quería tener a alguien como tú, alguien que me cuidara, que supiera cómo hacerme feliz, que me comprendiera... Pero ahora entiendo que en realidad no quiero a alguien parecido a ti, ¡sino que te quiero a ti! Por eso había algo dentro de mí que me decía que no debía volver a Frankfurt y que al lado de Bruno no sentiría el verdadero amor. Porque eres tú a quien quiero, Pedro. Y no quiero volver a separarme de ti, ya ocurrió una vez y no quiero que ocurra de nuevo. Nunca me iré de tu lado, nunca más.

Pedro se había quedado sin palabras.

-Dime que esto no es un sueño, Heidi.

-Claro que no. -dijo la joven riendo tiernamente. -Todo es real.

Pedro no se podía creer lo que había escuchado por parte de Heidi. La felicidad tan grande que sentía le hizo dar un paso con el que soñaba desde hacía tiempo.

-Heidi... yo... quiero preguntarte algo.

-¿El qué, Pedro? 

-Heidi... yo... yo ya no sé vivir sin ti, quiero tenerte siempre conmigo. Y... quería preguntarte si tú... 

-¿Si yo qué? -preguntó Heidi, sin apartar sus ojos de los del joven.

Pedro respiró hondo para calmar los nervios. Se armó de valor, tomó las manos de la muchacha mientras se arrodillaba ante ella y le hizo la pregunta más importante de su vida.

-Heidi, ¿quieres casarte conmigo? 

La muchacha abrió los ojos por completo y se quedó boquiabierta al oír esas palabras.

Heidi está creciendo (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora