9. Discusiones

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Pasaron un par de semanas desde que Heidi y Bruno comenzaron su relación. Un día de mediados de verano, las dos parejas decidieron hacerle compañía a Pedro y a las cabras en los pastos, ya que últimamente apenas habían vuelto con él. Pero por una vez en su vida, Pedro deseó que Heidi no hubiera ido a los pastos. Por supuesto no era por ella, sino porque cada vez que veía que Bruno se acercaba a la muchacha y la tomaba de la mano a Pedro se le hacía un nudo en la garganta. No soportaba ver aquello, le daba mucha rabia y, sobre todo, celos. Silbaba a las cabras y subía el ritmo para llegar antes, dejando un poco más atrás a Heidi y a Bruno, y detrás de ellos a Clara y a Hans.

-¿Qué le ocurre a Pedro? –preguntó Bruno.

-No lo sé, hoy le veo un poco agitado. A veces Pedro tiene un poco de mal genio, pero en seguida se le pasa. Habrá tenido un mal despertar. -dijo Heidi sin darle demasiada importancia.

-Últimamente apenas me dirige la palabra, antes parecía más simpático.

-Y lo sigue siendo. Lo que pasa es que Pedro es un chico reservado y algunas veces no está muy hablador y hay que sacarle las palabras.

-O quizás es porque todavía no asimila que su mejor amiga tenga ahora novio. Y claro, como él no tiene novia... pues quizás sienta celos de eso.

Heidi miró a Bruno pensando en eso. Ella nunca se había imaginado a Pedro con una chica, ya que la única que siempre estaba con él era ella, aunque solamente como amiga.

-No sé... -dijo Heidi, dudando.

-Bueno, da igual. Mira, ya estamos llegando a las praderas.

De repente, Heidi olvidó lo que Bruno acababa de decir sobre Pedro al ver las hermosas flores y centró toda su atención en ellas. Bruno recogió unas cuantas y se las dio a la muchacha.

-Toma Heidi, las flores más bonitas para la chica más bonita.

-¡Oh, son preciosas! Gracias Bruno, eres muy amable.

Pedro observaba de lejos a la pareja con el ceño fruncido, el joven sentía muchos celos. Ahora las atenciones de Heidi irían principalmente hacia Bruno, y eso Pedro no lo soportaba. Él siempre había sido el único chico al que Heidi hacía caso, con el que siempre se reía y pasaba el tiempo. Ahora parecía que él había pasado a un segundo plano y que sólo ese joven rico parecía más importante.

Después de eso, continuaron su camino hasta llegar a los pastos. Una vez allí, las cabras se esparcieron para pastar tranquilamente y los jóvenes se tumbaron en la hierba. Pero entonces a Heidi se le ocurrió algo para que, de esa manera, Pedro y Bruno pudieran conocerse mejor y hacerse amigos.

-Pedro, ¿podrías darle a Bonita hierba olorosa? Hace tiempo que no se la das.

-De acuerdo Heidi.

-¿Hierba olorosa? -preguntó Bruno, extrañado.

-Sí, son unas hierbas especiales que hacen que la leche de las cabras sea de mejor calidad y tenga un sabor excelente. -dijo Heidi.

-Cuando yo vine por primera vez a los Alpes, Heidi y Pedro le daban muchas hierbas de esas a Blanquita, la madre de Bonita, y eso me ayudó a recuperarme de mi enfermedad. -dijo Clara.

-Entonces deben de ser muy buenas esas hierbas. -dijo Bruno.

-Pedro irá ahora a buscarla junto a Bonita para dársela. -dijo Heidi. -Oye Bruno, ¿por qué no vas con él?

-Buena idea, me gustaría ver cómo lo hace.

Pero Pedro puso cara de disgusto al oír aquello y Heidi notó que no le había gustado lo que ella acababa de decir.

Heidi está creciendo (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora