12. Día de compras

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Días después, alguien llamó a la puerta. El abuelito fue a abrir y se encontró al maestro del pueblo.

-Buenos días, Viejo. ¿Se encuentra Heidi en casa? Tengo que comentarle algo.

-Buenos días, Señor maestro. Sí pase, voy a buscarla.

-Gracias.

La muchacha estaba en su habitación. Se acababa de levantar, había hecho la cama y se estaba vistiendo.

-Heidi, ¿estás despierta? -preguntó el abuelito, llamando a la puerta.

-Sí abuelito, en seguida salgo.

-El Señor maestro está aquí y quiere hablar contigo.

¿El Señor maestro? Heidi no se lo esperaba. Salió rápidamente de su habitación para ver qué noticias le traía el hombre.

-Buenos días, Señor maestro. ¿Cómo está? Dijo mi abuelo que quería hablar conmigo.

-Muy bien Heidi, me alegro de verte. Sí, quería comentarte algo. No sé si recordarás que en los últimos días de las clases se comentó de hacer una fiesta con los niños.

-Sí, me acuerdo.

-He podido organizarlo todo en estos meses con ayuda de algunos aldeanos y mañana por la tarde se celebrará la fiesta en la plaza del pueblo. Sería un placer que estuvierais tú y tus amigos también. Habrá comida, música y los niños interpretarán una de las obras de teatro que aprendieron en clase.

A Heidi se le iluminaron los ojos.

-¡Oh, estupendo! ¡Por supuesto que iremos! Muchas gracias por avisarnos.

-Sabría que aceptarías. Bueno, tengo que marcharme, tengo que seguir avisando a los demás aldeanos.

-¡Adiós, que pase usted un buen día! -exclamó Heidi.

La joven fue a buscar rápidamente a su abuelo, que estaba preparando el desayuno. Cuando llegó a la cocina se encontró también a Clara.

-¡Mañana habrá una fiesta en el pueblo y nos ha invitado a todos! -exclamó Heidi entusiasmada.

-¡Qué bien, Heidi! -exclamó Clara. –Lo pasaremos muy bien en esa fiesta.

-Sí. Tenemos que comprar algo y ver qué podemos preparar para mañana. Me gustaría hacer unas tartas de queso. 

-Buena idea, yo te ayudaré Heidi.

-¡Estupendo! Podríamos bajar a Maienfeld, allí hay muchas cosas.

-De acuerdo, yo voy contigo. Espera que aviso a Hans.

-Y yo a Bruno.

-¿Necesitáis ayuda? -preguntó el abuelito.

-No te preocupes abuelito. Tú quédate aquí con los chicos y les enseñas cómo trabajas en el taller, Clara y yo nos encargamos.

-Está bien. -dijo el Viejo riéndose.

Después de que Heidi y Clara avisaron a sus respectivas parejas, las dos muchachas fueron al corral a por las cabras y se dirigieron hacia la plaza del pueblo. Nada más llegar, se encontraron a Pedro con el resto del rebaño.

-¡Buenos días Heidi, buenos días Clara!

-¡Buenos días Pedro! -exclamaron las dos amigas a la vez.

Las cabras de Heidi se unieron al resto del rebaño.

-¿A dónde vais tan temprano? -preguntó Pedro a las muchachas al ver que ambas iban cargadas con sus mochilas.

Heidi está creciendo (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora