16. El amor verdadero

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Cuando Heidi llegó a su casa de Dörfli fue hacia el taller de su abuelo en donde este estaba cepillando la madera.

-Heidi, ¿en dónde estabas? No te he visto desde esta mañana temprano y Clara te estuvo buscando antes.

-Estuve en la pradera. -dijo la muchacha mientras se sentaba a su lado. -Abuelito... tengo que decirte algo.

-Cuéntame Heidi. -dijo el Viejo dejando de trabajar un momento para escuchar a su querida nieta.

-Verás... lo he estado pensado y... creo que es mejor que no continúe con Bruno. -empezó diciendo la joven. -Me he dado cuenta de que yo no siento amor por él. Sí, quizás me agradaba y me gustaban sus atenciones hacia mí, pero solo eso. Creo que sólo tenía esa ilusión de encontrar el amor, pero me equivoqué.

-Esa es una decisión que tienes que tomar tú, Heidi. -dijo el abuelito mientras ponía su mano en el hombro de la joven. -Si ves que las cosas no van a salir bien es mejor terminar con ellas antes de que sea demasiado tarde y sufras por culpa de una mala decisión. A la hora de elegir a una pareja hay que mirar más allá de lo que ven tus ojos. El amor no es un juego, Heidi.

La muchacha asintió con la cabeza.

-Además, la actitud que tuvo ese muchacho anoche no me gustó para nada. Yo nunca hubiera estado tranquilo si siempre estuvieras con alguien así. Eres mi querida y adorada nieta y nunca permitiría que sufrieras por culpa de un hombre.

-Lo sé abuelito... a mí tampoco me gustó lo que hizo. Aunque ya me pidió perdón.

-Y seguramente que tarde o temprano te habría alejado de aquí. Porque seguramente él no se habría quedado en las montañas. ¿O acaso me equivoco?

Heidi se quedó mirando a su abuelo sin decir nada durante unos segundos. Al igual que Pedro, el Viejo de los Alpes también sabía que ese joven terminaría llevándosela a Frankfurt tarde o temprano si seguía con él. El abuelito no sabía nada de la propuesta que Bruno había hecho a su nieta. Sin embargo, al escuchar eso, Heidi decidió contárselo.

-Abuelito, tengo que contarte algo más...

-Cuéntame Heidi.

-Bueno, no te lo quise decir antes porque no sabía qué hacer pero... Bruno me propuso volver con él a Frankfurt para seguir estudiando y formarme mejor como maestra. Pero quiero que sepas que mi decisión ya está tomada, yo jamás me iré de aquí.

El abuelito frunció el ceño y se quedó callado durante unos segundos.

-Perdóname por no habértelo dicho antes, abuelito. Sólo se lo dije a Clara, y bueno, también a Pedro.

-¿Y él qué te dijo? -preguntó el abuelito, rompiendo su silencio.

-¿Pedro? Pues... me dijo que él siempre quería lo mejor para mí. Pero deseaba que me quedara aquí. 

-Me imaginaba que diría eso.

-Yo sé que si me hubiera ido de las montañas Pedro lo habría pasado mal, siempre estamos juntos. -empezó diciendo Heidi dejando la mirada perdida. -Pero yo también, la verdad. Le hubiera echado tanto de menos... Él significa mucho para mí. Y hoy me he dado cuenta de que yo... yo también le tengo mucho cariño, o tal vez... no sé, ya no sé ni lo que siento. Abuelito... ¡No sé qué habría hecho sin vosotros a mi lado! ¡Tú y Pedro sois muy importantes para mí, los dos sois parte de mi vida!

Los ojos de Heidi se llenaron de lágrimas al decir las últimas frases, las había dicho con todo su corazón. La muchacha comenzó a llorar apoyando la cabeza en el pecho de su abuelo al pensar en volver a separarse de él y de Pedro y no saber cuando volvería a verles, como la primera vez. El abuelito la abrazó y la intentó calmar.

Heidi está creciendo (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora