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En el Pabellón de las Peonías, en la Segunda Mansión, el Emperador se hallaba sentado frente a una mesa de bambú tallada delicadamente, el Consorte Real tomó su mano mientras la Dama Peng ponía a reposar un poco de té verde de Fujian y algunos pétalos de jazmín. El viento acariciaba las hermosas flores, ese jardín poseía las más bellas peonías de todo el Reino de la Dicha Pura.

─Quiero oír tu opinión, Xi Zhen. ¿Qué piensas sobre comprometer a Zheng con la hija de Dong Bin?

─No mentiré, hay algo que no me agrada, aunque XiùQiú Huā es una buena joven. Parece el tipo de pareja que Zheng apreciaría.

─Las coincidencias no existen, tal vez ese hilo de destino no fue para el humano, tal vez estaba atando a nuestro hijo con XiùQiú Huā.

─Zheng fue el que decidió comprometerse. Aunque no quiero ser abuelo pronto, somos muy jóvenes ─habló con gracia apoyando su cabeza en el hombro del de hoyuelos─. Supongo que son cosas que tarde o temprano suceden, todo cambia. Sólo mira el mundo humano, cambió mucho desde que lo dejé y vine contigo.

─ ¿Hablaste con tu abuelo en el Río de los Sueños?

La Dama Peng finalizó su trabajo, hizo una silenciosa reverencia y tomó lugar a algunos pasos junto a las doncellas, guardias y sirvientes que siempre acompañaban a la Pareja Real.

─Sí. Necesitaba verlo.

─ ¿Cómo está?

─Sigue siendo mi abuelo. Le dije que reencarnara pero se niega a hacerlo, creo que quiere seguir recordando un poco más. Además, no parece estar listo para comenzar de cero.

─La próxima vez, te acompañaré. ─Acarició el ostentoso prendedor dorado de su cabello, aquel que lo distinguía como el Consorte Real.

Uno de los guardias corrió hacia la pareja, hizo una reverencia antes de presentar a Dong Bin. El nombrado se dirigió hasta estar frente al Emperador y lo saludó con respeto. Hizo lo mismo frente al Consorte Real.

─Toma asiento, Lu Yan ─invitó Nan Jun.

Xi Zhen sirvió el té con algunos dulces y repartió las tazas de porcelana.

─Gracias, Su Alteza ─habló con la mirada baja.

─Espero sea de tu agrado.

─Su Majestad ─se dirigió al Soberano─, sobre lo que nos encargó, todavía no identificamos al portador. Ese tipo de encantamiento no parece maligno pero tampoco es algo que cualquiera pueda hacer. Si hay algo que puedo asegurarle es que se trata de magia ancestral de KunLun.

─No te llamaba por eso, Lu Yan. Aunque sigo poniendo mis esperanzas en ustedes ─señaló, luego cambió su gesto serio─. ¿Cómo está tu hija?

─Se quedó en casa cultivando. Anhela ascender y poder ser parte de los Inmortales. Si no está dentro de la biblioteca o meditando, está dibujando aves y paisajes.

─Es muy hermosa, igual a una flor.

─Lo es, se parece a su madre.

─ ¿Deseas una galleta, Lu Yan?

─Gracias... ─Cogió una y la puso al lado de su taza.

─Coge cuantos dulces desees.

Nan Jun sorbió su té admirando el paisaje.

─¿Cómo están los príncipes? ¿El Elixir de Oro pudo ayudar?

─Debo agradecerte por eso ─dijo Xi Zhen.

─Siempre fuiste un Dios sabio y un compañero fiel, cuando la época más obscura tiñió estos cielos, mostraste tu valor y por ello el Reino de la Dicha Pura te debe mucho.

HILO DE SANGRE - KOOKTAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora