一百三十四

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La luna de miel fue el perfecto preludio de una vida matrimonial feliz; Taehyung pudo nadar como un pececito todo lo que quiso, comió platillos marinos frescos y deliciosos, hizo castillos de arena junto su Jungkookie que siempre estuvo dispuesto a acompañarlo con una sonrisa. Bajo la mirada estupefacta de las sirenas del clan Jiaoren, el gran Monarca del Territorio Sur se dejó enterrar, jugó a partir la sandía con un palo, correteó a su esposo llamándose a sí mismo "este sirviente", cosechó frutas de los jardines para cortarlas en forma de estrellas y corazones, recogió caracolas en la orilla soplándolas para hacer música, hizo desde cero una cometa para volarla juntos y un sinfín de cosas que pensaron era imposibles.

El atardecer cayó en un espectáculo maravilloso, las olas turquesa se tiñeron de sus colores poco a poco; la estrella observó el paisaje sentado en la hamaca de una de las terrazas, esperando por su esposo que fue a preparar helado, cuando se le ocurrió una idea.

―La noche es fresca, debe cubrirse, Su Alteza Real ―indicó la sirena, cuyo nombre era Wan Peng, desdoblando la tela ligera y mullida para pasársela.

―Gracias ―contestó sonriendo un poco apenado por el título al que le costaba acostumbrarse.

―Si no necesita nada más, me retiro. Puede llamarme cuando lo desee, estoy a sus órdenes.

―Espere, dama Wan. Tengo una petición que hacerle ―dijo al ver que la sirena estaba por marcharse.

― ¿Cuál es?

―Noté que las sirenas llevan hermosas pulseras.

―Esas pulseras son hechas de las caracolas de cristal que se encuentran en los alrededores de la Villa de Coral. Si desea, mandaré a que le elaboren una.

―Quisiera ir a la Villa de Coral a recolectar algunas caracolas para hacerle a Kookie una pulsera yo mismo. Él siempre me prepara sorpresas.

―Para el Segundo Príncipe, usted es la perla que sostiene entre sus manos. Es evidente que a Su Alteza Real lo hace feliz mimarlo.

― ¿Me puede llevar a la Villa o será incómodo para las sirenas?

―Lo llevaré mañana si es lo que desea.

―No se lo cuentes a mi esposo, quiero sorprenderlo antes de volver al Palacio Sur ―pidió con los ojitos llenos de ilusión al imaginarse a su Kookie usando la pulsera.

―Como desee.

Zheng Guo llegó con el helado que cuidadosamente elaboró sintiendo un sospechoso ambiente de complicidad, al notar su presencia, el castañito y la sirena se despidieron inmediatamente.

― ¿Qué estás tramando, pequeño polluelo revoltoso? ―Alzó la ceja mirando cómo las mejillas de Taehyung se rellenaban con el postre.

―Nada, Jungkookie ―negó llevando una cucharada a la boca ajena―. El helado te salió delicioso ¿Me harás más?

―Lo haré siempre que lo desees―cedió dejando atrás sus dudas.

―Mi esposo es muy guapo, es el más guapo de todo KunLun ―sonrió abalanzándose como un gatito mimoso.

―Eres un Pequeño Antepasado muy consentido ―habló recibiéndolo entre sus brazos y dejando que restregara su carita en el hueco de su cuello.

― Es tu culpa, la gente solía decir que yo era muy maduro para mi edad ―susurró dándole un corto besito.

―Lo que digas ―carcajeó mirándolo hacer un puchero en respuesta.

― ¡Lo dijeron! Una vecina, amiga de mi abuela que practicaba el chamanismo, lo dijo y también quiso tenerme de discípulo ¿No te lo conté?

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⏰ Última actualización: Sep 20 ⏰

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