一百零七

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Zheng Guo despidió al grupo secreto liderado por You Wen en la negra noche aprovechando que el Territorio Sur dormía; una ligera garúa atenuó el intenso calor mientras regresaba al palacio una vez los vio desaparecer, las pequeñas gotas jugaron en su cabello atado con una cinta lisa y los hombros de su larga capa fueron salpicados; a esa hora, sólo fue recibido por un par de guardias custodiando la puerta secreta por la que ingresó, los desolados corredores estaban tenuemente iluminados por las pocas linternas encendidas para guiar a los escasos sirvientes y soldados caminando en silenciosos pasos. Se dirigió al Pabellón Real del Fénix, caminó hacia la alcoba principal notando la brillante luz proveniente de ella preguntándose qué había pasado si dejó a su adorable polluelo tranquilamente dormido en el nido, no había ningún sirviente cerca así que no pudo interrogarlos, abrió el umbral entrando con cautela por si se equivocaba.

─ ¿TaeTae? ─susurró pasando la cortina de ónix.

─Volviste ─dijo sonriendo el castañito, estaba sentado en la gran cama con el cabellito hecho un lío, los ojitos cansados, en sus manos agarraba un vaso de leche de soja tibia mientras sus pies se movían bajo la colcha.

─ ¿Qué haces despierto? ─preguntó acercándose, su palma se cerró en la mejilla ajena con suavidad.

─Mi plan era acompañarte a despedir a You Wen cuando llegara la hora pero me quedé dormido ─confesó mirando la superficie clara de la bebida.

─Debiste seguir durmiendo ─sonrió alentándolo a terminar la leche, se levantó sacándose la capa húmeda, la posó sobre el diván y desató la cinta liberando sus hebras brunas.

─Desperté hace poco, te busqué y no estabas, iba a salir a ver si podía alcanzarte, mas, los sirvientes no me dejaron hacerlo diciendo que te molestarías con ellos si me perdía o algo me pasaba... Dejé que me sirvieran un poco de leche tibia antes de ordenarles que se fueran a dormir ─narró antes de dar el último sorbo, hizo una mueca al añadir─: Sólo se fueron al prometerles que me quedaría.

─Osito rebelde. Ellos tenían razón. ─Le quitó la taza para posarla en la mesa cercana.

─ ¡Pero puedo protegerme solo! ¡Soy una estrella antigua! ─exclamó irguiéndose con orgullo, en los ojos del dios del fuego se reflejó como un travieso antepasado con restos blancos en las comisuras así que no pudo evitar morir de ternura.

─Sé que eres poderoso, pero no quiero que te pongas en peligro innecesario, ¿lo entiendes? ─explicó volviendo a la cama.

─Sí ─asintió notando su reflejo en las pupilas ahuecadas que tanto adoraba, su Jungkookie lo veía como un valioso tesoro─ ¿Me abrazas? La temperatura bajó un poco ─pidió haciéndole espacio, lo observó con la expectativa brillando en sus pupilas.

─Ven aquí. ─El dios del fuego se acostó a su lado, abrió los brazos dejando que Taehyung se adhiriera a él como un panda a un árbol de bambú, sonrió sintiendo cómo el contrario frotaba su rostro en el hueco de su cuello con gusto─ ¿Qué es eso de la temperatura baja? ─rio moviéndose para quedar frente a frente aprovechando para lamer la leche encontrándola muy dulce.

─Está lloviendo ─soltó con obviedad alejándose un poco.

─ ¿Tu núcleo no es todavía más caliente que el mío? ─alzó una ceja incrédulo.

─Aun así estoy temblando de frío ─mintió pegándose antes de bostezar y frotarse los ojitos en señal de cansancio─. Soy el único Gran Antepasado de las estrellas, debes creer en mis palabras.

─Claro ─se rindió sonriendo.

Tenerlo entre sus brazos siempre era maravilloso, su presencia hacía que el corazón del Segundo Príncipe se derritiera.

HILO DE SANGRE - KOOKTAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora