Capítulo 39

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Son las 5:40 de la mañana para cuando logra salir al pasillo, con el cabello todavía húmedo y una holgada sudadera completa de color gris, que complementa con un largo impermeable hasta las rodillas. 

Afuera no hay nadie. El frío del invierno golpea sus mejillas y Jin se lleva la mano al pantalón para asegurarse de que ha llevado hidratante de labios. La camioneta está estacionada en algún lado del parqueadero del hotel y cuando logra divisarla, ruega con fuerza que Namjoon no esté ahí.

El pensamiento del castaño estando adentro del vehículo lo hace sentir mareado, desorientado.

El espacio no está vacío y el peligris está asombrado de encontrar a Jimin revisando su celular, justo en el último puesto cerca a la ventana. Su corazón se marchita cuando el pelirrosa se queda viéndolo saludar al conductor y acomodarse en un asiento delantero.

—Hyung. —Su voz es cálida, pero tímida. Como si tuviera miedo de algo—. Ven acá.

Jin no es nadie para decirle que no, incluso si lo único que quiere en este momento es desaparecer, ocultarse por mucho de tiempo de todo, de sí mismo y de sus jodidos sentimientos. Su cuerpo cansado se endereza con cuidado para comenzar a avanzar hacia la parte trasera. 

Una vez junto al chico, ellos se quedan en silencio un buen rato.

Es un alivio que Jimin sea el primero en hacer algo y el tacto de sus dedos pequeños y ligeramente gorditos, hace que el alma se le destroce un poco. El chico le toma la mano con cariño y entrelaza sus dígitos con los suyos en un agarre que es reconfortante en medio de la desesperanza.

—Siento mucho haberme entrometido en tus asuntos —susurra notablemente arrepentido, con sus ojos cayendo sobre sus manos—. Lo siento, Jin. Lo siento mucho.

El mayor está asintiendo con la cabeza mientras ve a Hoseok acercarse a lo lejos, acompañado de un alegre Jungkook. Le gustaría fingir que está bien para ellos, para el comeback, para el ensayo que debe realizar más tarde, para el concierto de la noche y para todo en general. Sin embargo, Jin se siente demasiado agotado emocionalmente para pretender algo que no es.

—Está bien, Jimin —dice suavemente—. No pasa nada.

Él ni siquiera está enojado por lo que el chico hizo. No lo hace, no puede. Jimin ha sido uno de sus mayores soportes en el último tiempo. 

No puede simplemente hacerlo a un lado.

—Yo solo estoy cansado de verte así—comienza a decir el otro de nuevo —. Me duele verte de este modo y pensé que no era justo...

—Para él tampoco ha sido justo, Jimin —dice. Desde allí, puede ver a Hoseok y Jungkook detenerse en medio del parqueadero para esperar a Taehyung, o eso cree—. Pretender que es el culpable de todo esto es una tontería. Yo solo quiero que las cosas estén bien.

—Pero tú... Jin, has tenido que lidiar con esto por mucho tiempo —añade elevando un poco el tono de voz.

—Nadie me metió en esto. La culpa la tengo yo, Jimin —murmura seriamente. Su mano aún sujeta a la del chico con fuerza, como si con ello pudiese tragarse el nudo en la garganta que lo hace sentir pequeño, tonto. Divisa a Hoseok, Taehyung y Jungkook acercarse. Es todo lo que necesita para dejar el tema ahí—. Te pido por favor que no menciones nada de esto cuando los otros pueden oírnos. No quiero seguir dividiendo el asunto en bandos.

El pelirrojo es el primero en saludar con una sonrisa alegre, seguido de Taehyung y Jungkook que murmura un amable "buenos días". Jin se acomoda el cabello húmedo detrás de las orejas con algo de dificultad y observa a través de la ventana los autos estacionados del lugar. Siempre ha odiado los parqueaderos subterráneos por el calor y la oscuridad. Sumado a ello, el hecho de estar bajo el edificio, no lo hace sentir mejor.

¿Sabes cómo te digo que te quiero? - NamjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora