6. Conocer a otras personas

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El lunes llega demasiado rápido, habiendo pasado el domingo en casa, pensando, ignorando a quien me ignora, decidiendo ya que tan solo voy a la academia de música por las mañanas que tomaré unos días para mi, yendo solo a trabajar por las tardes, pudiendo descansar y de paso que mis manos se recuperen.

Saliendo ahora de casa, colocando bien la gorra sobre mi cabeza evitando así que el sol dé de pleno en mi cara, mis ojos, me dirijo justamente a la floristería donde hoy estaré solo, aburrido por lo que veo ahora que me encuentro dentro, dando vueltas sobre mi silla tras el mostrador, leyendo el nuevo mensaje que dejo sin responder por la entrada de un nuevo cliente, mirándole de arriba a abajo, deteniéndome en sus ojos, su sonrisa, devolviéndosela casi sin pensarlo.

— ¿Puedo ayudarle en algo?

— Querría.. es la primera vez que compro algo así —me pongo en pie, viendo la diferencia entre su altura y la mia —¿podría confiar en su elección?

— ¿Quiere que yo escoja? —asiente —sin problema. ¿Es para una novia o una posible novia?

— En realidad es para.. un aniversario por mi abuelo —me detengo, mirándole —falleció el año pasado y querría llevarle algo especial.

— Le acompaño en el sentimiento —me inclino en una reverencia llena de respeto —prepararé un bonito centro para su abuelo.

Aguantándome la molestia en mi pierna derecha, la que sin duda ha acabado peor por la caída de hace dos días y aún tengo algo inflamada, voy hacia la parte de atrás de la tienda, quedándome frente a las flores que siempre usamos para ocasiones como esta, haciendo de mi labor una vez más una buena obra bajo la atenta mirada del chico a mi lado que no creo que ande muy lejos de mi edad, centrándome en mi trabajo, sintiendo de pronto algo nervioso, como si una nueva sensación despertase en mi interior incluso cuando se lo entrego al terminarlo y nuestros dedos se encuentran con un roce.

— Está perfecto —una nueva inclinación por mi parte —quizá parezca un poco extraño pero ¿tiene algo que hacer esta noche?

Mirándole curioso y confundido a la vez niego despacio, porque esa es mi realidad la de no tener ni un plan, decidiendo haberme tomado unos días para mi de todo menos de mi trabajo.

— ¿Puedo invitarle a cenar?

¿Puede? ¿Seria buena idea abrirme a conocer a otras personas y dejar a un lado mis sentimientos no correspondidos de una vez por todas?


Cierro la tienda a las nueve menos cuarto, conectando previamente la alarma, y me alejo, deteniéndome al recordar que tengo plan, que no puedo echarme atrás después de haber dicho que si, viendo en mi móvil que aún quedan doce minutos para que Yunho, que es como se llama, llegue, no se si andando o en coche.

Entreteniéndome en lo que los minutos pasan miro mi móvil, en el cual ahora estoy recibiendo una llamada de Yeosang, la cual una vez más respondo porque así soy yo aunque me haya decidido en dar una oportunidad en conocer a otras personas.

— Seong ¿dónde estás amigo? —siempre la misma pregunta —estoy yendo hacia tu trabajo. ¿Quieres que salgamos a cenar a algún lugar tu y yo y luego vamos a divertinos un rato? Hoy no te he visto en la academia, ¿estás enfermo de nuevo? Tenias que haber descansado por más tiempo.

¿Del corazón y de amor? Aunque suene cursi y patético si, lo estoy.

— No estoy enfermo y simplemente no he ido porque no me apetecía —¿para que mentir? —y respecto a lo de cenar contigo hoy no va a poder ser. Tengo una cita y no voy a plantarle. Otro día nos vemos, amigo.

Escucho su voz pero no respondo a más, sintiendo de nuevo esa presión creciendo en mi, colgando, finalizando esa llamada que tal vez no debí responder, guardándolo de nuevo en mi bolsillo cuando veo que tan solo quedan tres minutos para que llegue Yunho, viendo en todas direcciones por las que pueda venir, deteniéndome en una exacta, ahí donde Yeosang viene corriendo hacia mi, abrazándome con total libertad, confundiéndome por su cambio de actitud conmigo de forma tan repentina.

— ¿Quien es esa cita que tienes y porque ya no me cuentas nada? —¿cómo tu me cuentas que estás con alguien? —yo no tengo secretos contigo amigo.

— Se llama Yunho y no tengo porque contarte todo, amigo —miro al frente —me tengo que ir, ya está aquí.

Soltándome de entre los brazos de Yeosang, dejándole ahí plantado al igual que hace conmigo por irse con ese novio suyo del cual tampoco me ha hablado, quitándole el derecho de reclamarme a mi algo que no tengo porque contarle, me acerco al coche, negro, limpio, bien cuidado, subiendo en el lugar del copiloto, devolviéndole sincero la sonrisa a Yunho, abrochándome el cinturón, evitando mirar hacia un lado, hacia donde se encuentra mi mejor amigo, ese del que me enamoré y por el que sufro, por el que no quiero sufrir más si me puedo dar la oportunidad con otro que si me pueda querer, o al menos intentarlo.

— ¿Dónde vamos a cenar?

— Hay un local nuevo especializado en comida japonesa y he reservado en la zona privada del mismo —le miro en todo momento —si no te gusta la comida japonesa podemos ir a otro lugar. Debí preguntarte antes.

— No, no tranquilo —me siento bien —estoy bien con la comida japonesa.

El resto del trayecto es en silencio, algo tenso por unos minutos, calmándose esa tensión cuando iniciamos una conversación hablando de nosotros, escuchándole contarme como se crio hasta los nueve años con sus abuelos, el mismo por el que mañana estará ocupado en el aniversario, contándole sobre mi también, omitiendo el hecho de que estoy enamorado de alguien que me mantendrá siempre como su amigo, entrando así en el restaurante que evidentemente es nuevo, siendo guiados por una mujer a un reservado donde nos atienden enseguida, llenando la mesa entre Yunho y yo de comida que al parecer entra dentro del menú de inauguración.

— Todo tiene buena pinta ¿no crees?

— Tienes razón —miro todo, incapaz de decidirme —¿te gusta mucho la comida japonesa?

— ¿Te soy sincero con algo? —le miro, asintiendo —nunca la he probado.

— ¿De verdad? —asiente, creo que algo avergonzado —no es como la que estamos acostumbrados pero está buena. Espera un momento, confía en mi.

Cogiendo con mis palillos de uno de los muchos platos estiro mi brazo, acercándolos a los labios de Yunho quien acepta la comida, sonriendo algo tímido cuando en su rostro veo que le gusta mi elección de entre tantas, comiendo justamente lo mismo.

La cena transcurre de forma tranquila, conociendo más del otro, terminando con un vaso de saque cada uno, entre risas, marchándonos de la misma forma dos horas después, guiándole en todo momento hacia mi casa, soltando mi cinturón, girándome hacia Yunho para despedirme hasta la próxima vez que nos veamos.

— Lo he pasado muy bien —digo, sincero —podemos quedar otro día si estás de acuerdo.

Yunho también me mira, asintiendo sin palabras, con pequeños movimientos de su cabeza. Viendo sus ojos en todo momento, escucho el clic de su cinturón siendo soltado de su soporte. Por un momento miro más allá de él, viendo a Yeosang en la puerta de mi casa, centrándome de nuevo en Yunho, cerrando los ojos al sentir sus labios rozando los míos, descansando mi mano en su cuello, correspondiéndole, moviendo mis labios al ritmo de los suyos, intentando sentir algo, una mínima sensación en mi interior que no despierta en ningún momento, aún así no separándome hasta pasados dos o tres minutos, bajando del coche después de desearle buenas noches, quedar incluso para el viernes por la mañana, llegando con una sonrisa que no quiero borrar a la puerta de mi casa, entrando al interior de la misma.

— Parece que estás empezando a sentir algo por alguien más —miro a Yeosang —me alegro mucho por ti Seonghwa. Te mereces ser feliz.

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