1. Sentimientos pisoteados

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Mirándome al espejo con una enorme grieta que tapa mi cara, agradecido por eso y por no ver las horribles ojeras que debo tener por pasar la noche en vela, doy mi visto bueno a mis pantalones negros y mi camiseta rosada, saliendo de mi habitación no mucho después, cogiendo mis cosas para ir a mi primer día de academia después de dos semanas de vacaciones sin preocuparme por desayunar, conectando la alarma, cerrando con el código de seguridad antes de alejarme de mi apartamento al que volveré de noche.

La distancia entre mi casa y la academia la puedo recorrer perfectamente andando pero es un trayecto bastante largo, tanto que hace una hora que debía de haber salido de casa para llegar a tiempo y puntual. Por ello si inicio mi camino andando pero solo para llegar a la parada de autobús donde me siento a esperar a la linea que me lleve hasta allí, parando a tan solo media calle de distancia, siendo así más fácil llegar y menos cansado.

Esperando decido revisar mi móvil, sintiendo una pequeña, gran más bien, desilusión en mi interior por no tener nada esperando a ser abierto y leído, por no tener siquiera un mensaje suyo aunque sea para decirme que realmente le gustaron las flores o que en la noche pensó en lo que le fui a pedir a su casa, llevándome como de costumbre un rechazo.

Guardándolo en el bolsillo de mi pantalón de nuevo cubro mi rostro con mis manos, aguantándome las inmensas ganas de desahogarme mediante el llanto, apartando mis manos en el instante en que el frenazo del autobús llama mi atención, acercándome rápido para no perderlo, sentándome en uno de los asientos traseros, mirando en todo momento por la ventana, perdiéndome en todas esas calles que rápidamente pasan de largo, una a una, siendo más un borrón según va avanzando, presionando el timbre cerca de la parada indicada en la que debo bajarme antes de decidir ignorar todo y volver a casa.

Mirando a mi alrededor ya en la calle, en mi parada, no habiendo nadie a mi alrededor, avanzo acortando la distancia hasta ese edificio de dos plantas, la fachada de ladrillo, los enormes ventanales desde los que puedes ver en ambas direcciones y en mi opinión son una distracción. Deteniéndome frente a la puerta que recién abro dejo mis zapatillas a un lado, poniéndome esas asignadas por la señorita Jang, andando hacia la segunda puerta de la primera planta, sintiendo cada vez más fuerte un aroma algo familiar, deteniéndome como si mis piernas hubiesen decidido eso justo en este instante al ver, y reconocer, ese ramo de orquídeas que ahora descansa en la mesa central donde estudiamos cada partitura antes de ponerla en practica.

— Seonghwa —miro a la señorita Jang —¿has visto que bonito detalle ha tenido Yeosang con nosotros hoy? ¿No te parecen unas orquídeas preciosas?

Preciosas me parecían cuando se las di a él antes de ser rechazado.

— Si.. son muy bonitas señorita Jang.

Sin mirar esas orquídeas por más tiempo me acerco a la mesa, tomando asiento lo más lejos posible, frunciendo el ceño en cuanto Yeosang toma asiento a mi lado con toda tranquilidad, dejando sus cosas perfectamente puestas sobre la mesa como cada día.

— No te enfades tanto amigo —aparto su mano de la mia —sabes que somos amigos y así debe quedar la cosa.

— No me interesa que me digas eso Yeosang —le miro fijamente —las flores eran para ti no para que las trajeses aquí y me insultes de esa forma tan descarada y ruin. Y ahora si no te importa o te sientas lejos que es como me quieres mantener a mi de ti, o al menos a mis sentimientos, o no me hables siquiera porque la clase ya va a empezar.

La señorita Jang nos observa cuando da inicio a la clase pero no dice nada al respecto. Por la mirada que nos dedica se que querrá hablarlo después. Ahora tan solo se centra en dar comienzo a la clase, enseñándonos a leer una nueva partitura.

— Seonghwa —levanto la vista de la partitura, mirando a nuestra profesora —tu serás el primero hoy.

— Yo nunca soy el primero y.. no estoy motivado señorita Jang para tocar una nueva melodía en el piano —me disculpo con una inclinación —lo siento por eso.

— No digas tonterías y adelante.

Volviendo a negarme, apartando mi brazo en el momento en que Yeosang roza mi mano con la suya, soy arrastrado por la señorita Jang hasta el piano, quedando sentado en la banqueta, mirando mi mano donde un hormigueo, una agradable sensación aún se siente por el breve contacto de ese que no deja de darme falsas esperanzas con su amabilidad y sus encantos.

Ignorando todos los que ponen su atención a mi miro la partitura, empezando a tocar, intentando hacerlo lo mejor posible, no pensar en Yeosang cosa que es inevitable e imposible, deteniéndome con un fallo más en las notas, saliendo así de la academia, dejando a todos atrás, los murmullos, mi nombre siendo reclamado una y otra vez, tropezando con mis propios pies cubiertos aún por esas zapatillas que no me pertenecen, mi malestar, a mitad de camino, siendo ayudado por a quien menos quiero ver ahora por como me hace sentir sin importarle siquiera.

— No me puedo creer que estés así por unas simples flores.

Mirándole a los ojos, a su mano sosteniendo mi brazo, me aparto con tal brusquedad que casi pierdo el equilibrio, manteniéndome lo más estable posible.

— Unas simples flores son para ti —le señalo con firmeza —para mi no son una simples flores. Se que somos amigos pero no te das cuenta del daño que me haces con tu ignorancia y con esas palabras que sueltas a diario, tras cada intento de dar un paso más contigo.

— Dime que son para ti entonces esas flores que me diste y tanto te molesta que estén en la academia.

¿Qué son para mi? ¿Que le diga de verdad el significado que tienen en mi, la razón por la cual se las regale?

Negando, soltando un sonoro pero cansado suspiro, le doy la espalda, alejándome paso a paso cada vez más rápido, alejándome de quien más quiero en esta vida, mirando en todo momento al suelo, sentándome en un banco cualquiera, en un lugar que ni me detengo a reconocerlo, viendo el desgarro en mis pantalones, en mis rodillas, ignorándolo incluso cuando empieza a llover sin previo aviso.

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