One Shot [Creek]

III. Por todos los amores que alguna vez brillaron

Tweek aún no supera su ruptura. Su pecho duele, y encontrarse a su ex novio después de meses sin hablarle, no ayuda en nada. Es sólo dolor.

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Si tuviera que describir sus días, probablemente respondería con un suspiro perdido. Su corazón aún duele, a pesar de los meses transcurridos y los sucesos que fueron llenando los momentos que pudieron haber sido recuerdos junto a él. Sin valentía ni coraje, vaga hundido día tras día, pensando en las mismas cosas hasta que su mente termina saturada. Las personas dicen que el tiempo lo cura todo, alardeando de mejores oportunidades y gratos desenlaces. Pero, ¿por qué todo tiene que ser felicidad? ¿Por qué nadie le dice la verdad? Nadie le explica que el dolor persistirá, aún si lo llega a olvidar. Si tuviera que volver el tiempo atrás, se daría la dicha de revivir los últimos recuerdos que, lamentablemente, en ese momento desperdició. Los "hubiera" se volvieron en una persistente compañía, y los llantos de madrugada en su peor medicina. Decir que está roto, es poco.

Mira su reflejo con pena, sin saber exactamente el porqué. Las mismas ojeras de siempre, el cabello rebelde y los labios resecos. Si mira atento su rostro, sabe que verá sus tormentos. Recuerdos y fantasías que jamás llegarán a tomar lugar en la realidad. Sus amigos dicen que pronto lo superará, que tan sólo debe mantenerse ocupado y no pensar más. Pero, ¿cómo hacerles entender que él no controla sus pensamientos? Está derrotado, triste y afligido por lo que siente su pecho. Punzadas fuertes y dolorosas, cada vez que ve a su ex novio a lo lejos y sabe bien, ya no puede ir corriendo a sus brazos. La daga enterrándose en el fondo de su alma, sin saber cómo retirarla después de todo este tiempo. Tweek podría decir tantas cosas, actuar con facilidad y engañar a los demás, pero jamás podrá estar en paz consigo mismo. No cuando le es imposible deshacerse del dolor, de la fuerte melancolía que habita en cada pequeño movimiento.

Pasó sus dedos bajo las bolsas que cargan sus ojos, masajeando con lentitud. El reloj marca las nueve, y sabe que su padre le está esperando en la sala. No quiere ir, prefiere seguir encerrado en su habitación cual ermitaño y evadir la realidad. Es sufrible cada día, cada maldita hora en que debe interactuar con los demás y reprimir los sollozos que habitan en su interior. Ha pasado poco más de medio año, y su alma se siente vacía, fragmentada, tan desolada que siente morir un poco más con el pasar del tiempo. A veces piensa que está dramatizando demasiado, que su exageración tomó las riendas de la situación y le ha orillado a caer de rodillas, llorando por un viejo amor. Sabía que el final sería jodido, pero nunca imaginó el vacío que se iniciaría. Se siente mutilado, apenas levantándose de la ruptura que pareciera atormentarlo en cada amanecer. ¿Por qué debía ser así? ¿Por qué necesitaba un poco más de esfuerzo para volver a estar de pie?

Cerró los ojos, respirando hondo. No quiere tener un ataque, no quiere continuar defraudando a sus amigos. Inhaló con fuerza, sintiendo las lágrimas mantenerse estáticas en sus pupilas. Exhaló recordando la manera en que Craig lo hacía, cada vez que el rubio era presa de sus problemas. No importaba qué hacía, sus pensamientos siempre terminarían en el chico de piel morena y ojos cual cielo. Lo extrañaba tanto, que verlo a lo lejos le partía el corazón, haciéndolo trozos y apenas pudiendo recogerlos con dolor. Lo extrañaba más de lo que estaba dispuesto a aceptar, y más de lo que alguna vez llegó a imaginar. Seguía frágil y deshecho por algo que había sucedido tantos meses atrás. Sentía lástima por sí mismo, viéndose patético por no saber afrontar las cosas como quería hacer. No estaba en sus manos lo que sentía, y su pobre corazón seguía en manos de alguien que ya no le quería.