Lealtad a la obediencia.

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Procura obediente ser.

Era el dilema, y claro yo lo seguiría ciegamente, de eso dependía mí honor y existencia.

Me advirtieron que el trabajo no sería nada fácil, ilusionarse con una buena labor sería una total mentira. Algo demasiado complicada.

Diamante Rosa, era complicada.

Cuando me vió, reflejaba con solo un simple gesto su oído hacía mí. No me quería y tampoco deseaba mí presencia, lo dejó muy en claro.

No me iba a aturdir, supe sobre cuántas guardianas intentaron mantenerse al margen, cumplir el objetivo de evitar una tragedia, pero todo resultaba igual: en fracaso.

No le daría el lujo de que fuese así de sencillo, al menos no conmigo.
Sí era necesario, moriría en el intento.
Había hecho la leal promesa a Las Diamantes y sobretodo a Blanco, quien fue la que más me exigió obediencia a mí trabajo.

Cuando salí de su habitación lo único que me gané fue varios aplausos lentos, me volví con brusquedad. Sí, llegué a un punto de paranoia, pero supongo que encajaba bien con mí rango.

- Te felicito, Las Diamantes realmente han depositado sus últimas esperanzas en ti - Coral. Egocéntrica, delicada, sarcástica, conservadora de un lugar del palacio respetable. Con una fidelidad impecable al reinado de Las Diamantes, no solía prestarle mucha atención -, Será mejor que aceleres el paso. Tu querida Diamante huyó de ti, de nuevo -elevando su mentón cruzó los brazos.

- Gracias por la sugerencia, Coral. La voy a tomar en cuenta cuando sea útil.

Jadeó ofendida, a punto de recriminarme algo incoherente se arrepintió al escuchar el llamado de Blanco, chilló asustada corriendo hacía la voz de La Diamante. Reí, siempre temerosa hacía ellas, en especialmente a Blanco.

- Y dice ser la más importante aquí. - burle su temblorosa caminata cada vez que decía: ¡ya voy Mi Diamante!. Con esa voz tan melosa.

Agite mí cabeza, dejando las burlas para después. Corrí en dirección hacía la sala de Rosa, lo poco que la conocía me daba una idea de dónde se encontraba:

El jardín.

Tomé el portal sintiendo el aire dominar toda la gravedad, flotando de golpe. Para cuando abrí los ojos, ya me encontraba entre ese lugar botánico, detalladamente decorado.

- ¡NuEvA AmIgA! - ni siquiera pude sacar mí espada, el enemigo ya me había derribado.

Con una enorme sonrisa, expentante de mí presencia desconocida. Me aparté lentamente, cuidadosa de los movimientos contrarios.

- ¿Quién eres tu, pequeña cosa? - exigí saber, posicionandome firme.

- ¡Spinel! ¡es un gusto!, ¿cómo te llamas?, me encanta tu espada, ¿podrías enseñarme a luchar? ¡siempre he querido luchar contra los malos! ¡sería emocionante!. ¡Incluso tengo una canción para presentarme y...!

- Bien bien, linda idea. ¿Dónde está Diamante Rosa? - irrumpi, con la idea de que ella solo se estuviera escondiendo como uno de sus caprichos acostumbrados. Luego se quejaría con Blanco de mí " falsa " irresponsabilidad para salirse con la suya. Astuta.

- Ella no está aquí, de hecho tiene bastantes días de no llegar - bajó la vista, borrando sus expresiones alegres y energéticas.

- Pero, se suponía que....

No encajaba en lo absoluto, sí no estaba en su habitación y tampoco en el jardín. ¿Dónde?

- Bueno ya que ella no está, podría mostrarte a ti el jardín - ofreció recuperando su sonrisa, pequeña pero animada.

- No puedo debo seguir con mí labor. Pero sí gustas puedo llevarte de nuevo al palacio para...

- ¡HuRaAaAaAaA! - de un brinco llegó al portal dando piruetas en el acto con enorme emoción desbordando de ella - ¡Vámonos, no puedo esperar para volver a jugar con Rosa! - dió saltos mientras reía alegremente.

Me dirigí al portal colocándome a su lado para irnos de una vez, aún con la preocupación dominando mi ser.

Temía que esa vez ella, saliese victoriosa de su plan.

A penas el portal se desactivó, Spinel dió giros en el aire estirándose para admirar la habitación con todas las energías sobrecargando la.

Me atrapó con la mirada histérica, tanteando alguna solución o idea de qué hacer. Se acercó para palpear mí espalda como forma de consuelo.

- Oh, no te preocupes. Rosa es así: a veces se va, tarda en llegar...tarda...encerio mucho...¡pero siempre regresa! - animó.

- Quizás sea eso lo que me preocupa...

Sus caprichos daban inicio con todo empoderamiento cada vez que ella conseguía hacerlo, con sus lágrimas falsas fingiendo victimización. ¿Y _______________? que se quedé con el mal crédito. Gracias.

Suspiré, sí Blanco se enteraba...

- __________________ - escuché que me llamaron. De inmediato moví mí vista hacía el frente, frunci el ceño.

- ¿Coral? ahora no, tengo mí propio puesto y tú el tuyo - indiqué cansada, creyendo otra vez venía a molestar. Alzó una ceja.

- Precisamente, por eso estoy aquí, por una falta de responsabilidad en TU puesto.

¿Qué...?

- Las Diamantes, te citaron al salón principal - me puso al tanto, quise convencerme de que se sentía felíz por mí desgracia. Pero, gracias a su gesto no pude ver más que lastima o pena, no lo sabía. Todo era un caos sin fin.

Podía asegurar que Rosa se vinculaba a eso.

- ¿Las Diamantes? ¡es maravilloso! ¡yo también quiero verlas! - incluyó la gema elástica. Claro, sí se tratase de una fiesta en la que todos fuéramos a bailar sin fin hubiera dicho: por supuesto que sí. Pero en este caso:

- Lo siento Spinel, es mejor que te quedes. Puede tratarse de un asunto...serio. - y sin más, me retiré acompañada por Coral hacía el enorme salón que pronosticaba mi condena segura.

Cambios Puedes Hacer [Steven Universe×lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora