Esa noche, cuando Blanco me dió solo una orden.No la pude obedecer.
Coral siguió con su parloteo sobre lo difícil que sería mantener a Rosa en un planeta que ahora sería su propia colonia. En una simple inspección, la acción sonaba tan simple. Ignorando respecto a qué Diamante estaba vigilando, el aspecto del trabajo no sonaba tan desalentador. Al contrario. Podía demostrarle a todos que ella si tiene un control y un límite que se daba a provocación de mí, la primera guardiana de la galaxia en lograr la enorme misión imposible: Evitar las tonterías de Rosa era un gran título.
Tomó su tiempo, tal vez en forma de despedir su próximo berrinche para averiguar realmente las consecuencias de sus actos en capricho. Se acabaría de una vez su comportamiento obstinado, e imprudente tendría un alto para el sin fin de sus mayores anhelos que solo apuntaban a su propio beneficio. Recurrí a lo que mejor podía hacer, entrenar para el momento del desafío. El día en que la desafiaría solamente a ella.
Se fue con Spinel, por su semblante supe no jugarían animadamente como solían hacerlo. Claro estaba, ella llevaba en mente que si yo la seguía en todo momento cuando supervisará la Tierra, no tendría cualquier tipo de libertad. Exageraba diciendo en murmullos que le tenía calculada hasta la respiración. Se sentía afixiada, no era la única a disgusto por su situación. A mí tampoco me encantaba estar correteando detrás de Rosa.
En ese pequeño transcurso en el que yo me movía por toda la habitación, imaginando un oponente para practicar, Perla se desesperó con la falta de presencia de su amante, es decir. Su Diamante, usualmente no sabe ni qué hacer caundo ella no está.
Lo recuerdo bien, es Perla. Hace lo que las perlas hacen. Nada, simplemente actúan y obeden a corde a lo que se les pide. Si Rosa le hubiese pedido que se quedará de cabeza todo el tiempo que ella no esté a su lado lo haría, sin duda alguna. Acataría ciegamente.
Arrugó su rostro, hinchada de contemplar me como un récord a su molestia.
No le caía bien, estaba conciente. No esperaba más que odio a cambio de proteger a su querida Diamante.
— ¿Podrías dejar de moverte? tú posición es firme no frenética — recordó lo obvio. Creyendo eso me detendría, ignore sus reclamos y miradas ofendidas, deseosa de inmovilizar me ella misma — ¡Guardiana número A15 29! ¡Presta atención!
Me detuve, en seco. Bajando perezosamente mi espada hacía a bajo. Volví la vista, retando su templaza.
— Creí que ese ya no era mi nombre.
— ¿Qué?
— La forma en la que me llamaste — expliqué entre risas burlonas — Es el equivocado. ¿Recuerdas? Rosa me dió la libertad de escoger otro nombre.
Lo sabía, solamente lo dejaba como un fragmento invisible en el mundo de su mente, en ese lugar solo había espacio para las situaciones de su gusto. Nada que tuviese que ver conmigo. En lo absoluto.
Sacar ese momento a flote después de mucho tiempo tardando para borrarlo de sus recuerdos fue gracioso. Ella detesto que me diese la oportunidad de ser otra de sus fantasías amistosas con las que poco a poco podría sacar provecho a su conveniencia. Se lo permiti, porque la forma tosca con la que me nombraba Perla era molesta, además. Quería provocarle irritación por también tener un nombre bonito, y propio.
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Cambios Puedes Hacer [Steven Universe×lectora]
FanfictionCuando ya no parece encontrar más problemas en su vida perfecta, aparece ella. Encerrada ( literalmente ) la mitad de su existencia en una burbuja todo le es peligroso y nuevo. Cuando parece tener en claro que las amenazas se habían terminado empie...