Cambios Puedes Hacer [Steven Universe×lectora]

Cambios hay que hacer.

- Toma un tiempo para pensar...

Garnet sequía intentando calmarla, supongo que los sentimientos y sus funciones eran su especialidad. Queríamos hacerla comprender que ya no debía seguir en ese estado. Al contrario de todo, sus lágrimas no dejaban de salir corriendo por sus mejillas aceleradamente. Perla la comparó como una niña por sus gritos e berrinches impacientes. No paraba de llorar. Desde la llegada de Perla se había propuesto llorar hasta quedar como una pasa.

Era probable que su garganta se cansará, por lo cual solo permaneció sollozando lentamente.

Tomé aire.

- _________________, basta. Puedes dejar de sentirte así - pedí. Lo más amable que me permitiese la calma. Me observó de reojo, haciendo su análisis lento e innecesariamente largo. Una mariposa se posó sobre su cabeza, con a penas verla se quedó inmóvil.

Lentamente el insecto se deslizó en un viaje ligero a sus manos, dónde la sostuvo por inercia. Fue agradable, se había tranquilizado. Miré a Garnet con una sonrisa esperanzadora. Ella me imitó, creyendo lo habíamos logrado.

Digo, creyendo pues destripó de golpe la frágil mariposa. Sin piedad alguna, hizo como si nada al arrojar su cadáver hecho añicos sobre el suelo. Permanecí como espectador estupefacto.

Volví mis ojos hacía la dirección de los suyos. Observaba fijamente a Perla, quién lo único que podía hacer era formar muecas nerviosa.

Ciertamente no tengo con claridad su odio hacía ella. Naturalmente en los casos que conozco el blanco siempre es mamá. Ahora era distinto, Perla estaba involucrada en su rencor.

Inquieta por las miradas amenazantes a muerte, carraspeó.

- ________________. Probablemente mantengas a flote sentimientos negativos hacía mí...

No contestó. Esperaba una continuación, la parte final para recriminarle.

- Y estás en tu derecho - juntó sus manos, incómoda - Nosotras podríamos arreglar las cosas.

- No - escupió tajante, tosca. Ahorrándose de gritar - Quiero que te alejes, ambas sabemos que así será mejor.

Luego cambió su atención de ella a mí. No evité exagerar al posarme firme como un soldado a su sargento. Frunció el ceño, cansada.

- Ro...Es decir, Steven - me llamó, dudando - Creo que es preferible salir. ¿Hay otras gemas a parte de las que... Estoy viendo? - preguntó, afilando la mirada en cada presente. Disimulando el odio fluyendo.

Lo dijo con tal desprecio que parecía que la mención le rasgaba la garganta. No quería voltear, no soportaría ver a Perla sin abalanzarse a afixiarla. Al menos, según mis suposiciones.

Los días que ella pasaba dormida de manera exausta, yo me dediqué a investigar su origen, su clase. La mayoría de sus primeras versiones fueron fallidas según Peridot. Eran creadas para proteger en orden personal, tenía un historial enorme en detalles, pero nada de su personalidad. O vida, mamá, nada. Solo sus habilidades, según si se memorizan dan en el punto de ellas. Utilizan las mismas técnicas, cada una más distinta a otra. Ninguna definición fue útil.

Son alertas por naturaleza suya, insensibles para atacar. Detalles que consideré importantes al llevarla a la ciudad.

- ¿Qué es esa cosa? - señaló un gaviota pasajera del muelle. Fijé mi viste en lo que señalaba, recordándome no sabía nada del lugar o la tierra.

Perla quedó insatisfecha con la decisión de ________________. Aunque tomó en cuenta dejarlo de tal manera para ahorrarse más complicaciones.

- Una gaviota...Es una ave - expliqué enrredando me con una definición tan sencilla. Cambió su vista a los puestos locales, analizando con tranquilidad cada uno.

Me puse a pensar, si el hecho era realmente respecto a su memoria, habría tenido por años su mente en blanco. La posibilidad de que recobrará el sentido, no entendía nada, ahora parecía haber vuelto en si misma. Era demasiado confuso.

Necesitaba más información.

- Y... Entonces, cuéntame ¿las guardianas de tu clase son como tú? es decir, comparten...Los rasgos, y esas cosas...

- Llévame con las Diamantes y lo sabrás - fue un cambio de voz radical, estaba tan interesada hace tan solo unos segundos, pareció perdida en su propia adrenalina amenazadora - Las respuestas están ahí.

El sudor comenzaba a ser recurrente. La aflicción nunca llegó a volverse parte de mí. A pesar de todas las situaciones que había vivido, la preocupación siempre me abruma. Sobretodo tratándose de mamá y los problemas que tuve, problemas que nadie me quiere explicar por más que lo deseen.

- Es increíble. Siempre tienen que esconderme algo...- musite con molestia. Mucha, que hasta yo mismo me sorprendí por como lo dije. Cualquier secreto no me causaba empatía - ¿Qué cambiaría al llevarte con las Diamantes? ¿para qué quieres verlas?

Sonrió. Dictando discursos dignos de un premio atravesando la barrera de comodidad en mi mirada. Golpeándome con un gesto indescifrable, parecía enternesida por mi ingenuidad.

- Eres....- mordió su lengua, buscando la palabra. Como si le hubiera preguntado algo tan difícil - Tenemos una cosa en común.

Arqueé una ceja, dando luz verde para que contestará:

- Los dos sentimientos curiosidad por el otro.

Frené descolocado.

Yo no lo describía así.

Más bien, era un asunto de cuestiones necesarias.

- Tengo interés, porque busco ayudarte. - confirmé decidido de la meta.

- ¿De verdad? - preguntó sin creerselo. No capté si era sarcasmo o realmente confusión. Los combinaba muy bien. Bajó su mirada, planteando sus siguientes movimientos y palabras - Steven, no gastes tus fuerzas. Yo no tengo cambios por hacer.

- ¿Qué? ¿hablas en serio? ¡todos tenemos cambios por hacer! - le conté entre indignado y emocionado. Podíamos iniciar ahí mismo, su estancia sería lo primero en la lista, y luego le seguían infinitas sugerencias. Opté por dejarlo a su imaginación, pues ella río en burla de lo dicho.

- Muy bien. Confío en tu juicio Steven Universe - pronunció mal, aunque con el toque de intento. Le sonreí.

- Prepárate, porque voy a causar muchos cambios en tí.

Y sí.

Valla que así fue.