I

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Una brisa fría corría entre los árboles haciendo crujir sus troncos y que sus pequeñas hojas caigan sobre el césped a sus pies, esta viene desde las montañas del norte anunciando que las lluvias se acercan, cruzando los bosques y las calles del hermoso pueblo llamado karmaland. Los últimos rayos de sol se escapan entre las nubes creando una vista majestuosa en el horizonte con tonos que pasaban desde un rojo intenso hasta un amarillo pastel, mientras al otro extremo del paisaje una luna pálida y avergonzada asomaba su mirada entre las calmadas y cristalinas aguas. El último rayo de sol se extinguió dejando al pueblo bajo el abrigo de la noche fría, pequeñas gotas comenzaron a caer sobre las hojas de los árboles y los techos de las casas; seres hostiles salían del bosque cubiertos por la noche.

Un chico corría entre el bosque lo más rápido que sus piernas le permitían, su destino, su casa. Los últimos meses eran siempre de prisa ya que no quería perder ni un solo segundo en el cual podía estar cerca de la persona que más amaba y dueña de su corazón.

—La noche alberga horrores. —dijo al detenerse bajo un árbol; miró sobre su hombro el camino recién recorrido, un enorme árbol decorado con la luz de cientos de antorchas sobresalía entre los demás, una sonrisa se dibujó en el rostro de aquel chico con máscara de búho. —Pero ni los peores horrores me alejaran de tu lado. —Un zombie se escuchó a su espalda sacándolo de sus pensamientos. Se giró para darse cuenta que estaba siendo rodeado por múltiples enemigos. —¿En qué momento llegaron estos, tío?. —tomó su espada del inventario disponiéndose a pelear. Un esqueleto dejó volar una de sus flechas contra él. Pero, en un rápido movimiento la esquivó impactando a una araña a su espalda, provocando que esta se encaminara con furia hacia el esqueleto, el cual no dudó en lanzar una segunda flecha hacia el artrópodo —Esa estuvo cerca. —dijo mientras contemplaba la escena en la cual el esqueleto y la araña danzaban con la muerte hasta que los dos sucumbieron ante esta. Solo faltaban tres zombies los cuales gracias a los encantamientos de su espada murieron en dos golpes. Al terminar con esos últimos enemigos dirigió su vista de nuevo hacia la casa-árbol antes de continuar su camino; no se la quiso jugar como hace unos instantes así que decidió continuar corriendo hasta su casa, la cual no estaba lejos.

Una vez cruzó sus cultivos tuvo tiempo para respirar ya que sus torretas se encargarían de los enemigos; miro por un momento a sus animales, sonrió al ver a su querido burrito sabanero sano y salvo. Se dirigió a su puerta e insertó el código de acceso, las puertas se abrieron y cuando se cerraron de nuevo suspiró aliviado pues al fin estaba seguro en su casa.

—Menuda noche que he tenido. —dijo mientras se acercaba a su cocina y tomaba unas patatas de su nevera. —Pero, no es nada comparado con la felicidad que siento al solo mirarte... Mi hermoso Willy. —lo último lo dijo en un susurro mientras se sentaba en la sala mirando por su ventana al pueblo por unos minutos. Su estómago rugió, así que comió sus patatas y luego se dirigió a su habitación para poder recobrar sus fuerzas mientras dormía. Pero, lo que no sabía era el sueño lo abandonaría dejándolo en vela sobre su cama.

"Willy, ¿me amarías tanto como te amo a ti?"

El silencio hacia que los segundos se alargaran como minutos, mientras su mente era absorbida poco a poco por los hermosos recuerdos que tenía junto a su querido amigo de boina verde, provocando que una sonrisa llena de felicidad se dibujara en su rostro. Pero, lentamente esa sonrisa se convirtió en melancolía cuando un nombre cruzó por su mente.

"Vegetta... Willy lo ama a él... ¿Cómo un idiota como yo, puede competir contra alguien como él?"

Suspiro de forma pesada mientras daba media vuelta en su cama quedando boca abajo con la cara enterrada en la almohada. Lentamente sus ojos cansados lograron detener las pequeñas lágrimas que salieron de estos y se impregnaron en la prenda donde su cabeza reposaba; hasta que su conciencia se quedó tranquila permitiendo que el sueño volviera y le abrazara para quedarse con él y no dejarlo en esa noche lluviosa contemplada por la luna pálida.

Causa Y Efecto [Willgan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora