VIII

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Narra Willy

Un rayo de luz entraba a la habitación, posándose directamente en mi rostro, transformándolo en una mueca de desagrado, en un acto reflejo, me tape la cara con la sábana que me cubría para que mis ojos claros no se lastimaran. Inhalé profundo y un olor conocido me confundió, el olor de una persona; abrí mis ojos, retire la sábana de mi rostro con un poco de curiosidad por saber dónde podría estar y efectivamente no estoy en mi casa; estoy en la casa de...

"¡Fargan!"

Me incorpore en la cama y al retirar las sábanas me encontré con mi cuerpo desnudo; las marcas de mordidas y chupones por mi pecho me hicieron recordar en un destello la noche anterior causando que mi cara se tornara en un rojo intenso.

-Buenos días. - la voz me hizo saltar en mi puesto, mire en su dirección para encontrarme a un Fargan sin máscara, con solo el short rojo que siempre usaba, recostado en una de las paredes haciendo una pose sexy

"¿Desde hace cuánto tiempo está hay?"

Lentamente sus pies marcaron un camino en mi dirección, no puede evitar ponerme nervioso y que en mis mejillas se intensificara el rojo, baje mi vista, percatándome de que mi piel pálida aún estaba expuesta. Tome la sábana y cubrí todo mi cuerpo incluyendo la cara volviendo a quedar acostado en la cama blanca. El peso de él se hundió en la cama a mi lado, el leve calor que desprendía su aliento chocaba contra las sabanas y se escapaba entre sus finas fibras llegando a mi, causando que mi piel se erizara; la yema de sus dedos marco pequeños círculos sobre mi cintura provocando que mis músculos se encogieran.

-Eres muy lindo y tierno... - susurro mientras retiraba lentamente la sábana para dejar a su vista mi nuca y parte de mi espalda, ahora sentía como su respiración chocaba directamente contra mi; plantó un beso en mi piel y luego se acercó a mi oído. -Te hice el desayuno ¿Quieres que te lo traiga? - su voz era suave y calmada, más besos fueron dejados en mi cuello

-B-bueno... - conteste nervioso, sentía que podía morir en cualquier momento de un caro pardiaco por lo rápido que mi corazón latía en mi pecho, él se levantó, escuché sus pasos en la madera saliendo de la habitación dejándome solo. Me senté en la cama con la sábana envolviendo mi cadera, recorrí el lugar con la mirada buscando mi ropa pero solo pude visualizar una camisa de Fargan que estaba en el suelo, la tomé y me la puse.

-No pensé que su ropa me fuera a quedar tan grande... Un poco más y me queda de vestido. - dije mirando la prenda ya que está me cubría hasta casi la mitad de mis muslos.

-Que guapo estás... - escuché su voz a mis espaldas. -Pero... Eso es mi ropa sucia. - añadió con una de sus características carcajadas.

-¿Y tienes la costumbre de dejar tu ropa sucia por ahí tirada? - dije a la defensiva, seguramente por culpa de mis nervios. El nivel de seguridad en su risa bajo hasta notarse un tono nervioso

-Ehh... Te dejo aquí el desayuno mientras voy a por el mío. - poco después de decir esas palabras escuché sus pasos saliendo un poco apresurados de la habitación.

Gire sobre mis talones y en la mesa de noche al lado derecho de la cama había un plato con huevos y a su lado una taza de café. Me acerque a la mesilla y tome la taza con mis manos para dar un gran sorbo de café, ya que mi garganta estaba un poco seca.

-¿Está rico? - susurro la voz sobre mi nuca tomándome por sorpresa, parte del café se derramó sobre la camisa y otra parte de este se fue a mis pulmones, lo que me hizo toser unas cuantas veces, su mano acariciaba mi espalda mientras una risa se trataba de escapar de sus labios.

Causa Y Efecto [Willgan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora