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La luna mostraba la mitad de su rostro en el firmamento, oculto tras una máscara de oscuridad; las estrellas brillaban con fuerza, danzando y riendo, creando una línea gruesa en el cielo donde solo algunas de ellas se mostraban solas y lejanas, todo esto para su señora; pequeños cometas cruzaban la festividad siendo forasteros, dejando solo una estela de polvo luminoso mientras recorrían un camino por el vasto universo.

De los ojos cafés de un chico se creaban pequeños ríos salados que bajaban por sus mejillas mientras sus temblorosas manos sostenían la vieja y arrugada foto de la persona que amó. Ya han pasado años desde que en sus ojos se reflejo la silueta de aquel héroe de nombre olvidado y aún así aquel joven recuerda las manos tibias de su amor acariciar suavemente las suyas, los ojos verdes entristecidos mirando los suyos con melancolía, sus labios susurrando contra los suyos las palabras que lo dejarían en llanto por los siguientes años y recuerda como, por un simple error, su gran amor partió con el sol.

La cabeza de su mascota se restregó tiernamente contra su pierna sacándolo de su trance, con su mano limpió unas lágrimas para luego mostrar una sonrisa en sus labios y tocar las suaves plumas verdes y naranjas de su querido Jimmy, su cuerpo se acomodo dejando un espacio en aquel sillón para recibir mejor la compañía que le daba la hermosa criatura y, juntos, poder dormir.

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El sol causo que su cuerpo se encogiera, su espalda se irguió y su mano talló su ojo, un bostezo se desprendió de él. Movió un poco su cabeza para hacer que los músculos de su cuello se relajaran de la mala postura en la que durmió; sus ojos se posaron en la puerta con escáner de retina y cuando los abrió el estrépito sonido del metal le hizo dar un pequeño salto en su puesto, dejándolo en un modo de alerta.

-Estúpida puerta... - murmuró al fijarse en la puerta abierta

Una pequeña acción que salvó la entrada de su casa, su estabilidad mental y que un vengativo albino completará su venganza como un efecto de ser diferente la causa.

Los minutos pasaron y el policía se encontraba bajando ya por las escaleras del frente de su casa para llegar al pueblo, su mirada se fijó en la persona que estaba sentada en una banca en frente de una tienda.

-¿Que extraño verte por aquí tan temprano? - dijo una vez se encontró a su lado, con brazos cruzados y recostado en la pared

-¿Extraño?... -pregunto el de ojos verdes

-Ya sabes... Nunca vienes al pueblo a no ser que te traigas algo entre manos, Willy. - dijo burlón -Ahora dime, ¿Que haces aquí?- interrogó el policía

-Estaba de camino al banco para cambiar unos karmas y quise comprar uno de esos deliciosos pasteles que se huelen a kilómetros. Pero, la tienda aún no la abren así que estoy esperando. - contesto rápidamente

-Bueno, tengo que admitir que huele muy bien. - dijo caminando en la dirección de la comisaría. -Nos vemos... Tengo mejores cosas que hacer con Fargan. - las palabras solo fueron escuchadas por el viento ya que el chico vestido de verde no escucho la última frase

Abrió las puestas de la comisaría y se encontró con dos libros sobre el escritorio de la recepción; tomo los libros en sus manos con curiosidad y dio un suspiro luego de leer el título de ambos sabiendo que ese día será uno muy largo.

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-Eso dolió... - dijo mientras aún sobaba su cabeza, elevó la mirada solo para fijarse en que él era el único humano en esa casa

Se levantó del suelo y con la cabeza baja, camino hasta la cama; se tumbó en esta y saco una foto de uno de los cajones de su mesa de noche. En dicha foto se encontraban los primeros héroes de karmaland; contempló la foto en silencio y poco antes de que, de nuevo, una lágrima se desprendiera y bajara por su rostro, la guardo; pues el recuerdo de Staxx aún esta presente en él y le prometió que le esperaría y que solo estaría con él. Pero, hace unos minutos estuvo en las piernas de su compañero mientras le besaba.

Causa Y Efecto [Willgan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora