Un Corazón Oscuro © #2 [✔]

3

El regreso de la bruja

Estoy como loca viendo la hora del teléfono a cada cinco segundos. ¿Por
qué tardará tanto? ¿Y si no viene? Por favor, Leticia, claro que vendrá. Suelto un suspiro y me dejo caer en el sofá de cuero para ver el techo. Mis esperanzas cobran vida al escuchar el timbre. Me levanto del sofá, me doy una vista rápida en el espejo y abro la puerta. Mi vista contempla al ser humano más sexy que he visto. Charlie está de pie con el cabello bien peinado, y usando un elegante traje negro que se ajusta a su tonificado cuerpo. Cuando fija su mirada en mi, puedo ver una vez más esos ojos verdes tan atrayentes y encantadores. Él me da una repasada con la mirada y se acerca a darme un beso en la mejilla.

Leticia limpiate la baba. Me ordena mi consciencia y eso hago con rapidez.

—¿Lista para esta noche, preciosa? —pregunta, ofreciéndome su mano.

—Puedes apostarlo. —respondo segura con una sonrisa.

Cierro la puerta de mi casa y ambos nos aproximamos a su auto, el cual puedo ver que es uno diferente. Ahora es un convertible azul eléctrico, muy hermoso.

«¿De dónde lo sacó?»

—¿Nuevo auto? —imquiero mientras subo en el hermoso convertible ante la atenta mirada de mi chico.

Charlie se da la vuelta y se sienta en el asiento del conductor.

—Sí, ¿te gusta? —me pregunta, colocándose el cinturón.

—Es muy elegante y se ve que es muy costoso... —insinuo mirándolo fijamente.

—Digamos que tengo una buena situación económica por mi trabajo. —dice poniendo el auto en marcha.

—¿Trabajas? ¿Cuántos años tienes? —pregunto intrigada.

Si, la verdad es que nunca se me pasó por la mente preguntarle su edad.

—Preciosa, claro que trabajo. —asegura soltando una risa ronca—. Respecto a mi edad... Tengo veintidós años.

«Madre mía. ¡Es mucho mayor que yo!» Pero como diría Melissa: "Para el amor no hay edad."

—¿Y tus padres? —le pregunto.

Siento curiosidad por saber más de él.

—Soy huérfano. —responde sin apartar la mirada del camino—. Mi madre murió cuando era un niño y mi padre no estaba en condiciones para tenerme, así que viví en un orfanato hasta la mayoría de edad.

—Oh, lo lamento, no debí preguntar.

—Debías, ¿lo debías saber algún día, no es así?

—Tienes razón —acepto—. Mi padre murió cuando tenía ocho años.

Ya superé su muerte, pero me duele al recordarlo.